El dopaje vuelve a marcar la agenda del COI
El aluvión de casos de dopaje que han acumulado en los últimos años un país, Rusia, y un deporte, la halterofilia, se ha amontonado a las puertas del COI, que se reúne este martes en Lausana (Suiza) para decidir sobre el futuro olímpico de ambos.La agenda de la Ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (COI), martes y miércoles, aparece una vez más salpicada de rojo por el problema del dopaje. Otros asuntos pendientes, como la posible rehabilitación del sancionado Comité de Brasil, pasan por fuerza a un segundo plano.
Una de las decisiones, la relativa a la participación de Rusia en los Juegos de invierno de PyeongChang, es urgente: faltan apenas dos meses, un parpadeo en la vida de un deportista de elite, para que el 9 de febrero la llama olímpica ilumine la cordillera coreana del Tabaek.
Los positivos descubiertos al reanalizar las muestras almacenadas desde los Juegos de Pekín 2008 y Londres 2012, más las pruebas de manipulación de los controles en los Juegos de Sochi 2014, han obligado al COI a admitir "una sofisticada trama" de dopaje en Rusia, existente durante años, en la que dirigentes y atletas eran colaboradores necesarios.
El presidente del COI, el alemán Thomas Bach, anunciará este martes en conferencia de prensa (18.30 gmt) qué sanción se aplica a Rusia. Una medida extrema, que piden las agencias antidopaje, sería la exclusión del equipo ruso al completo de PyeongChang.
El COI se negó a hacerlo en los Juegos de Río 2016 y dejó que decidiera cada federación (Rusia no participó ni en atletismo ni en halterofilia), pero las pruebas acumuladas son ahora infinitamente superiores.
Entre la exclusión de todo el equipo ruso y la de solo aquellos deportistas que hayan dado positivo caben muchas decisiones intermedias, con las que el COI puede jugar. La participación de los atletas bajo bandera olímpica y la prohibición de que Rusia desfile en la ceremonia inaugural son algunas opciones que han sugerido representantes del movimiento olímpico.
La comisión disciplinaria del COI que forman el suizo Denis Oswald, el español Juan Antonio Samaranch y el francés Tony Estanguet, y otra sobra la implicación del estado ruso que dirige el expresidente suizo Samuel Schmid, informarán mañana a la Ejecutiva de sus hallazgos, aparentemente contundentes, y el órgano de gobierno del COI, con Bach a la cabeza, decidirá cómo va de lejos en el castigo.
Fue el propio organismo el que exigió medidas contundentes y amenazó con la exclusión de los Juegos Olímpicos a la Federación Internacional de Halterofilia (IWF) tras el goteo de positivos en los últimos años.
La IWF excluyó de los mundiales que se disputan actualmente en Anaheim (Estados Unidos) a nueve países, entre ellos los cinco primeros del medallero del anterior mundial. Rusia, por supuesto, está en ese grupo.
Un nuevo programa antidopaje y un aumento del número de controles son algunos de los pasos ya emprendidos por una federación a la que el COI puso bajo observación.
Dopaje aparte, la Ejecutiva puede decidir si el Comité Olímpico Brasileño (COB) merece ser rehabilitado, tras la suspensión provisional que le aplicó en octubre.
El que entonces era su presidente, Carlos Nuzman, fue arrestado por supuesta compra de votos en la elección de Río como sede de los Juegos de 2016 y el COI quiso comprobar que el organismo no estaba implicado.
La dimisión de Nuzman, la elección de un nuevo presidente (Paulo Wanderley), la aprobación de unos nuevos estatutos y el resultado positivo de una auditoría, que aún debe revisar el COI, encaminan el problema hacia su solución.
El de Nuzman no es el único caso de corrupción cercano al organismo que aún puede colear. La Ejecutiva tiene también suspendido al namibio Frankie Fredericks, sospechoso de recibir comisiones en la elección de Río 2016.
El habitual repaso de la organización de futuros Juegos Olímpicos y de las comisiones de trabajo del COI completará la agenda de las reuniones de Lausana, si el dopaje lo permite.