Estreno en “El desmarque”
Espero que a partir de ahora nos veamos/leamos a menudo en esta web deportiva de prestigio. Yo intentaré, cuando me lo permita mi editor, dar siempre mi visión a partir de un punto de vista nada objetivo. Para ser más concreto, un punto de vista subjetivo claramente pro Real Madrid. No pretendo confundir a nadie.
Como socio desde hace más de 40 años del club merengue, me he propuesto a mí mismo ser una especie de guardián celoso del Santo Grial, por lo que ya aviso de lo que les espera, si es que son tan amables de leer mis escritos hasta el final.
Considero que el Real Madrid es a la vez el equipo de fútbol más amado y a la vez más detestado, y eso tiene una explicación muy sencilla puesto que es, con diferencia, el equipo más laureado del mundo. En sus ya 115 años de historia, aparte de su enorme palmarés, tiene al menos 2 intervenciones de las que ningún otro club puede presumir.
La primera ocurrió en 1904, cuando el Real Madrid fue invitado a ser uno de los pioneros de una organización que hoy en día es de las más poderosas, amén de las más conocidas del mundo: la FIFA. Fue en París en donde las Federaciones – casi – recién nacidas de Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Suecia y Suiza, más el Real Madrid – único club presente, representando a España pero 5 años antes de que hubiese oficialmente Federación Española de Fútbol – decidieron crear esta organización, que hoy en día reúne a 211 distintas Federaciones de Fútbol.
El segundo hecho histórico, más conocido, es que también fue el Real Madrid uno de los padres de la antigua Copa de Europa – hoy en día Liga de Campeones – en 1955, junto con el prestigioso diario deportivo francés L’Equipe.
Estos dos hechos, de por sí solos, ya definen la idiosincrasia absolutamente única de este club español, con aspiraciones de universalidad y de globalidad ya desde 1904, es decir tan solo 2 años después de haber sido fundado por Julián Palacios y los hermanos – catalanes de origen – Padrós, Juan y Carlos.
Lo que siempre me llamó la atención del Real Madrid es que su máxima aspiración, y su razón de existir, siempre ha sido ser, nada más y nada menos que un club de fútbol, sin connotaciones ideológicas y sin ningún tipo de afanes ajenos al deporte, menos aún el inmiscuirse en temas políticos, religiosos o sociales. Prueba de ello es que pese a ser “Real” desde 1920, sus primeros éxitos en campeonatos de liga fueron bajo la I República. O que en los primeros años de la dictadura franquista, todo el apoyo del régimen fuese a parar a su vecino el Atlético Aviación. Tuvo que transcurrir un largo tiempo, tras la construcción del nuevo estadio de Chamartín en 1947 – que dio un necesario impulso social y económico - y de la llegada de Di Stéfano en 1953, cuando empezaron a llegar los éxitos deportivos en España y sobre todo en Europa, hasta que el régimen quiso aprovecharse de la imagen del Real Madrid para sus propios beneficios propagandísticos. Bernabéu no cayó en la trampa de convertir al club en un instrumento político – recomendable a este respecto es ver la película “Bernabéu”, recién estrenada - y nunca más el club tuvo que someterse ni plegarse a ningún interés político, de uno o de otro color.
Todo el mundo cabe en el madridismo, no hay castas ni jerarquías entre los aficionados de a pie, es en definitiva el Real Madrid un verdadero país, abierto y plural, cuya razón de ser radica principalmente en la victoria por encima de todo. Y el camino hacia la victoria pasa por supuesto por el esfuerzo, la constancia, el trabajo en equipo y el no rendirse jamás ante cualquier circunstancia que se presente. Y siempre (como indican la última sigla de FIFA y de UEFA) predominando el aspecto asociativo.
Los madridistas sabemos que estamos siempre en el punto de mira. Somos el motor de las ventas de los medios deportivos, ya bien sea en los momentos exitosos como en los periodos de crisis o de bajo rendimiento. Son las servidumbres que tiene que pagar ser el más grande y el más envidiado. Cualquier mínimo rumor, procedente ya sea de lesiones, de descontento, de gestos, de declaraciones, tiene en ese mismo instante un eco y una repercusión inmediata en todas las redes sociales y en todos los medios de comunicación. Los defectos se engrandecen a una velocidad superior a la de la luz. Todos los informativos dedican tiempo a sesudas tertulias sobre cualquier tema relacionado con el club blanco.
Es parte del juego. Son reglas aceptadas por todas las partes. Y a buen seguro que cada vez que un nuevo jugador se incorpora de nuevas a la disciplina madridista, es convenientemente formado en estas códigos, y por supuesto advertido de lo que va a cambiar su propia vida – y la de su entorno – profesional y personal a partir de ese momento. Es cierto que en muchos casos esto hace que los protagonistas se sientan a menudo como en una jaula de oro, protegidos hasta el infinito ante una realidad exterior ávida siempre de noticias y de primicias, y a veces no demasiado escrupulosa. Es el peaje que hay que pagar por vestir la zamarra merengue.
Parafraseando a J.F. Kennedy, si yo pudiese dar una charla a los recién llegados al club, empezaría con esta frase: “No te preguntes qué puede hacer el Madrid por ti, sino qué puedes hacer tú por el Madrid.”
@AthosDumasE
