El menú de siempre

El Málaga cae en Villarreal como habría caído en cualquier campo de Primera. Parece que la última -única- victoria no ha servido para que aprendan los protagonistas de esta historia de cuál es la única vía que tienen a día de hoy para ganar partidos: solidaridad, despliegue físico extraordinario, morir por cada balón como si fuese la vida en ello y esperar que además la fortuna te sonría. Resulta que ese menú era cosa de una cita especial. El menú diario es éste.
Cuatro puntos, cuatro. Cuatro puntos, cuatro. Cuatro puntos, cuatro. De 33 en juego. ¡De 33! Pero parece que está de moda ser condescendiente, culpar al empedrado o elegir villano según el día. El jeque ratificó a Míchel recientemente en una entrevista. Y de paso ratifica que el Málaga es carne de Segunda. Cada cual a lo suyo y los de siempre a sufrir y a inventarse recibimientos antológicos para luchar contra lo inevitable.
Repetir alineación y repetir partido son cuestiones bien distintas. El Málaga apostó por lo primero para ver si las consecuencias eran las mismas. Pero el factor emocional de cómo se fue tejiendo el partido ante el Celta de Vigo es algo difícilmente repetible. Fuera de casa y ante un rival -pese a rotaciones- de cierta talla, el conjunto de Míchel no fue ni de cerca tan intenso.
Ni intenso ni reclamó la pelota como suya. Entendió que la lógica del tablero imponía un fútbol más cercano a la nada que al todo. 40 minutos casi aguantando empujones amarillos (en los que hubo algún conato de gol) y una alternativa de cinco donde el Málaga exhibió mejor gusto y asomó sus narices al área de Barbosa.
Es díficil discernir cuándo todo esto es parte de un plan prefijado y cuándo es simplemente el peso de la realidad. Pero el Málaga se marchó con 0-0 al descanso y dadas las circunstancias no estaba nada mal. Cuando la idea no da resultados, buscar resultados es la única idea. Entraña sus riesgos, por supuesto. Porque a este cara o cruz el conjunto de Míchel ya jugó muchos partidos y se marchó cogoteado. Sin embargo, en el ambiente rondaba un cierto aire de optimismo que nació de la última gran noche de Martiricos.
El Málaga dio continuidad a su juego en la segunda mitad, aunque eso provocaba que el Villarreal encontrase más espacios, también generó la mejor ocasión del equipo tras una combinación de Recio y Chory que terminó cabeceando Peñaranda y obligó a Barbosa a su primer gran esfuerzo de la noche. Pero como tantas otras citas, hubo zarpazo rival. Bacca encontró un balón suelto en el área y la puso para que Sansone batiese a Roberto de cabeza. Todo al traste.
Una vez destejido el Málaga, era cuestión de tiempo que llegase el segundo del Villarreal. Contragolpe de Sansone y gol. 2-0 y a otro parón en crisis y colista. No fue mayor la sangría porque Bakambú no salía del fuera de juego. Pero derrota no obstante. Y a volver a los discursos, a los vamos y a los sisepuedes. Así no, así desde luego que no se puede.