El efímero paso de Míchel por el primer Málaga de Tapia
Si piensas en Míchel, el actual técnico de la SD Huesca, próximo rival del Málaga CF, posiblemente la primera conexión que te venga a la cabeza sea la del Rayo Vallecano. Lógico, con la camiseta franjirroja disputó 262 partidos en dos etapas diferentes. Míchel, al que siempre le avaló una zurda fantástica, lo es todo en Vallecas. Va más allá de la figura de jugador histórico o la del ahora entrenador que devolvió al equipo a Primera. Es un mito allí.
Pero el joven preparador, que pertenece a la nueva hornada de técnicos que se abren paso en los banquillos del fútbol español, como hace el blanquiazul Víctor, tuvo un pasado ligado a Martiricos. Fugaz, pero en en un Málaga que muchos recordarán. En la 2004/05, después de la destitución de Gregorio Manzano, tres futbolistas llegaron en el mercado invernal: Baiano, Tote y Míchel. Este último, después de cambiar el Rayo por el Murcia y de descender a Segunda con el conjunto pimentonero.
Las cosas no funcionaron y en la Costa del Sol le dieron una salida en forma de cesión en el primer Málaga que dirigió Antonio Tapia, que sustituyó a Manzano como fruto a su buen trabajo en el filial. Míchel disputó un total de nueve partidos, sólo dos de ellos como titular. Poca incidencia en un grupo, el rearmado por Tapia, que logró 33 puntos en la segunda vuelta para terminar de forma plácida el campeonato. Inolvidable el 1-6 de aquel curso en Pamplona, como también lo son los goles de Baiano -nueve en la segunda vuelta-. El broche final, un triunfo en el Pizjuán.
El once inicial se recitaba de memoria y, con esa tesitura, Míchel no logró sacar lo mejor de sus facultades para convertirse en un jugador diferencial. Se marchó al concluir la temporada, de vuelta a un Murcia en el que sólo aguantó un curso más. El recuerdo de Vallecas se convirtió en una segunda oportunidad, entonces en Segunda B. Regresó, ascendió hasta Primera y colgó las botas en la máxima categoría del fútbol español.