1-2, min. 75: Chavarría
Pensar a lo grande, ganar como un grande
La imagen de los futbolistas del Málaga corriendo como posesos más allá del 90 es la imagen de un equipo que pensó a lo grande tras ser empequeñecido por dos gigantes de la categoría. Sufrió el mazo que hoy gozó en la Nova Creu Alta, donde arrancó como un Fórmula 1 y acabó masticando un triunfo necesario (1-2) y que devuelve la confianza y la ilusión que hubiera podido quedarse en el camino. Calero y Chavarría pusieron los goles, el segundo después de dar un paso adelante que define lo que tiene que ser el Málaga en LaLiga SmartBank. Los habrá superiores, por supuesto, pero aquí hay madera más que de sobra para sacar el martillo pilón ante la mayoría.
Quería colmillo Pellicer y colmillo tuvo en el arranque. La rabia de las dos derrotas se notó y en 40 segundos el Málaga gestó una opción clarísima. La provocó Julio con un movimiento hábil y un servicio sencillo. La malogró Chavarría, que tuvo tanto tiempo que acabó por decidir mal y estampó el balón en el cuerpo de Mackay. Regresó la presión arriba, bien predispuesta, y tras una contra lanzada por Chavarría y continuada por Ismael Casas, Luis Muñoz la estampó contra un defensor llegando de cara en la frontal. De dos opciones para el 0-1 a una alternativa clarísima para el 1-0. Josua Mejías, de vuelta al once, no midió al espacio y permitió que Querol pudiera definir en un costado del área al palo largo, donde Dani Barrio metió un buen pie para justificar de nuevo su titularidad.
En ese atractivo comienzo de partido el Málaga terminó por golpear primero. De la manera más insospechada, con un carrilero a pie cambiado como Calero. Coordinó una pared perfecta con Jairo, que devolvió haciendo de mediapunta con el toque justo para evitar el fuera de juego de su compañero y para dejarle el balón franco para su carrera. Cortó Calero, que definió como un '9' al palo más alejado de Mackay. Golazo, sin más. La alegría duró poco, por desgracia, y fue por culpa de otro gran tanto. Desde la izquierda la puso Iosu Ozkoidi a la cabeza de Querol, cuyo giro de cuello hizo inservible la estirada de Dani Barrio. Por poner un pero, su remate llegó sin oposición malaguista. Los centrales perdieron su marca y Calero llegó tarde a la ayuda.
El transitar de los minutos empequeñeció el empuje del Málaga, que sí estuvo eficaz con el balón. Bien Ramón en la creación, también Luis Muñoz, con Calero suelto por banda y Chavarría descargando balones en punta. No obstante, en defensa las costuras están por coser del todo. Lo evidenció Juande, durmiéndose como rara vez se le recuerda en la lucha con Stoichkov. Por suerte, se llenó de balón y buscó el disparo centrado que repelió bien Barrio cuando tenía otra soluciones. El peligro del Sabadell llegó constantemente por su siniestra, donde el galope de Ismael recién salido de lesión no es el de sus mejores versiones. Antes del descanso, Chavarría aguantó un balón mirando de reojo la llegada de Julio, al que le sirvió un buen balón que el canterano no supo definir. De primeras, remató demasiado cruzado en una posición centrada, franca. Bien pudo ser el 1-2.
Sentó Pellicer a Josua en el intermedio, metió a Cristian y retrasó a Luis Muñoz. También pisó verde Yanis, que venía de días agitados tras ser padre, y se sentó Jairo. Al Sabadell le vino la fatiga a visitar, agotó los cambios y Pellicer metió creatividad con Jozabed. Se puso el partido para volcarlo cuesta abajo, y es lo que ocurrió. Como en Zaragoza, brotó de nuevo la conexión Yanis-Chavarría. Le cerraron su zurda al extremo, que eligió la derecha para un buen centro a la cabeza del argentino. Salto y remate académico, un justo premio a su fantástico trabajo oscuro. A 15 minutos para el final, zarpazo letal. Sin perder la estructura, tampoco el equilibrio, realizó el Málaga un ejercicio de lectura y solvencia. Sin permitir un atisbo de reacción el Sabadell. Antonio Hidalgo terminó expulsado y el Málaga mordiendo en cada balón. Sacando tres puntos tras jugar pensando a lo grande. 17 puntos el 8 de noviembre, quién lo diría.
Está claro que la plantilla no da para ascender, pero sí para la permanencia desahogadamente tal y como se ha demostrado en Sabadell.