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"Ahora sé que puedo jugar y puedo hacer goles. Es fantástico" (Ronaldo, 2002)
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"Ahora sé que puedo jugar y puedo hacer goles. Es fantástico" (Ronaldo, 2002)

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Hernán Bahos Ruiz

Sochi (Rusia), 7 jul .- Nació el 22 de septiembre de 1976 para vencer las leyes de la naturaleza.

El niño brasileño que creció corriendo tras una pelota en polvorosos potreros de Bento Ribeiro y se fue perfilando como un 'Fenómeno' ágil y veloz, pero delgaducho y algo frágil, poco después de llegar a Holanda con 17 años se convirtió en una mole de músculos construidos para ganar al rival por fuerza y en velocidad. Pero las rodillas fueron su talón de Aquiles.

Con la pelota atada a las botas, Ronaldo Luiz Nazario de Lima era como una mezcla de tren bala con surfista temerario. Primero porque partía en línea recta, sin importarle los obstáculos, pero en su ruta a la portería se deleitaba desgranando rivales con sus eslalon en espacios reducidos.

La puntada final de cada una de sus pequeñas obras solía caer como una brutal puñalada en la portería del frente.

"Cuando te ataca Ronaldo parece que te ataca una manada de búfalos", resumió un día Jorge Valdano.

Así disfrutaron sus hinchas y padecieron los rivales al hombre que fue aclamado en 1996, 1997 y 2002 mejor futbolista del planeta, el que disfrutó la conquista del Mundial de 1994 aunque no jugó un minuto, y fue protagonista de la campaña victoriosa en 2002.

Ronaldo, que marcó más de 350 goles en Ligas de Holanda, España e Italia, y que entre 2006 y hasta 2014 se convirtió en el máximo goleador en la historia de los Mundiales (15 goles), supo como nadie prodigar satisfacciones y encantar por igual a hinchadas irreconciliables: Barcelona y Real Madrid, Inter y Milán.

Y fue rey en la selección brasileña con la que jugó 98 partidos y marcó 62 goles, un hito solo superado por Pelé.

Ocho de esos le ayudaron a conducir a la Canarinha al título del Mundial de 2002 al que llegó bajo sospecha por culpa de una grave y reincidente lesión que puso su carrera al borde del fin.

Pero contra los pronósticos desalentadores dados por la ciencia y los plazos que parecían insuficientes, él estaba ahí de nuevo.

El 3 de junio de ese año, a los 50 minutos del partido que Brasil y Turquía jugaban en la ciudad surcoreana de Ulsan, Ronaldo se reencontró con el gol en un Mundial de fútbol.

Habían pasado 1.426 días desde aquél 7 de julio de 1998 en que 'el Fenómeno' había anotado a Países Bajos en el partido de las semifinales de la Copa del Mundo de Francia que terminó 1-1 y ganaron los brasileños en tanda de penaltis.

El gol de Ronaldo que allanó en Ulsán el camino del triunfo sobre Turquía fue como un toque de tambores para anunciar su regreso en busca del trono que ya había ocupado dos veces.

Hasta entonces, el goleador coleccionaba una larga lista de adversidades que tuvo tristes consecuencias psicológicas y físicas.

Todo comenzó con la convulsión que lo afectó horas antes de la final del Mundial de 1998 que ganó Francia por 3-0 un 12 de julio.

Pero el dolor por la pérdida de lo que iba a ser el quinto título mundial de Brasil y el misterio que rodeó a su crisis resultaron a la postre menos importantes frente a la cadena de lesiones que padeció a partir del 21 de noviembre de 1999.

Ese día, el Inter jugaba contra el Lecce cuando Ronaldo sufrió la rotura parcial del tendón de la rodilla derecha, un tejido clave que transmite la fuerza mecánica de la contracción muscular a los huesos y que enlaza la masa del muslo con la rodilla, la articulación que, en suma, permite correr, chutar, regatear.

La rotura del tendón rotuliano es una lesión común en ancianos. Pero cuando se produce en un corpulento deportista de 23 años y 1,83 metros de estatura como 'el Fenómeno' las causas apuntan, según especialistas, a un proceso degenerativo por sobrecarga física o constantes infiltraciones con corticoides.

Ahí estaba parte del tratamiento que recibió para convertirse en un atleta el niño brasileño ágil y veloz, pero delgaducho y algo frágil que creció corriendo tras una pelota en polvorosos potreros de Bento Ribeiro.

Tras una compleja y larga recuperación el 12 de abril de 2000 Ronaldo volvió a jugar, contra el Lazio, pero siete minutos después de entrar en la cancha cayó al césped llorando. Se había roto totalmente el tendón que le habían operado cinco meses antes.

Ante la facilidad con que la lesión reincidió, pocos se atrevían a dar por sentado que el brasileño volvería a jugar.

La recuperación fue lenta y en medio de dudas sobre el futuro, pero fueron parcialmente disipadas el 8 de marzo de 2001 cuando el médico francés Gerard Saillant, responsable del tratamiento, dijo el ariete estaba clínicamente curado.

Tras la reconstrucción llegó una fase delicada: la puesta a punto atlética, la recuperación de súbitas depresiones, de la resistencia muscular, de la velocidad y la fuerza. Se avanzaba lentamente, pero se retrocedía mucho por la prisa que había para volver a jugar.

En diciembre de 2001, reapareció para jugar pero volvió a lesionarse. "Problemas musculares", se dijo entonces.

Ya en 2002, tras una polémica con la prensa italiana por haber elegido a Río de Janeiro en época de Carnaval para completar la fase de recuperación, Ronaldo reapareció con buen nivel en 45 minutos de un amistoso de la selección brasileña. Era el 27 de marzo.

La apuesta de Luiz Felipe Scolari por Ronaldo fue una de las tantas jugadas temerarias del seleccionador para reconstruir un equipo que viajó a Corea del Sur desprestigiado por su deplorable campaña en las eliminatorias.

Por entonces, el técnico también había sorprendido al dejar fuera de su lista de convocados a Romário, quien atravesaba un buen momento y era pedido hasta por el presidente del país Fernando Herique Cardoso.

Le llovieron críticas por confiar a Ronaldo la conducción de su línea de ataque, pero 'Felipao' blindó a sus elegidos, se enfrentó con la prensa y a partir de la preparación para encarar el primer Mundial en Asia fundó lo que se conocería como 'la Familia Scolari'.

En el debut frente a Turquía, en el partido inaugural del Grupo C del Mundial 2002, Ronaldo Luiz Nazario de Lima mostró que no había perdido nada de la plasticidad y explosión de sus arranques fulminantes o súbitas frenadas. Otra vez había ganado el pulso a las leyes de la naturaleza.

En el segundo partido, marcó el último tanto de la goleada por 4-0 a China. En la tercera fecha del grupo firmó un doblete para la paliza por 2-5 a Costa Rica.

En octavos de final hizo uno a Bélgica, a la que Brasil doblegó por 2-0. En semifinales Brasil se citó de nuevo con Turquía y 'el Fenómeno' hizo el de la victoria pírrica. Y él, casi solo, resolvió con doblete la final contra Alemania.

"Ahora sé que puedo jugar, que puedo hacer goles. Es fantástico", resumió aquél 30 de junio tras el partido en Yokohma un exultante Ronaldo, la mole de músculos que parecía una manada de búfalos.

Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Cód: 670092

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