Agirretxe anota el 'primer gol' del nuevo Anoeta y recibe su despedida soñada
Carlos López
San Sebastián, 15 sep .- Imanol Agirretxe, el mejor delantero que ha dado la cantera de la Real Sociedad desde el emblemático Satrústegui, ha recibido hoy su "despedida soñada", ovacionado por casi 29.000 seguidores txuriurdin que han celebrado como si valiera una "Champions" el gol "simbólico" que ha anotado a puerta vacía en los prolegómenos del partido frente al Barcelona, el primero del semirrenovado campo de Anoeta.
El delantero de Usurbil, que ha sido distinguido por el presidente, Jokin Aperribay, con la insignia de oro y brillantes del club al que siempre quiso defender, ha vivido una tarde de intensas emociones tras saltar al nuevo campo de Anoeta por el pasillo que le han hecho sus compañeros y los jugadores del Barcelona.
Agirretxe, cuya imagen ha sido desplegada en una grada en una pancarta gigante con el lema en euskera "Hemos volado", que alude a su característico gesto para celebrar sus goles, se ha empapado del cariño y admiración de una afición entregada a un jugador que encarna como nadie la filosofía de compromiso y sacrificio exigidos a los canteranos de la Real Sociedad.
El momento no ha podido ser más emotivo al coincidir en el tiempo con la primera ocasión en la que ha sido posible contemplar el estadio de Anoeta, aún en obras, reconvertido en campo de fútbol sin las incómodas pistas de atletismo que alejaban a la afición del terreno de juego, recuperando así el espíritu del viejo Atotxa, unido para siempre en el imaginario txuriurdin a las dos ligas logradas por la Real a principios de los 80.
La inauguración de la grada de animación "Aitor Zabaleta", en memoria del seguidor blanquiazul asesinado hace veinte años en los aledaños del Vicente Calderón por un ultra del Atlético de Madrid, ha hecho aún más especial la despedida de Agirretxe.
Un adiós motivado por las recurrentes lesiones que le han afectado sin permitirle tener continuidad desde el 30 de diciembre de 2015, cuando un choque con el portero del Real Madrid Keylor Navas le tuvo de baja el resto de la temporada y toda la campaña siguiente.
Agirretxe vivía por entonces el mejor momento de su carrera, con una racha de 12 goles anotados que se vio truncada en seco por un calvario de lesiones sucesivas. La última de ellas una afección "severa" en un muslo, que sufrió hace sólo unas semanas y que colmó su paciencia, tras ser consciente de que le iba a dejar varios meses en el dique seco.
A sus 31 años, el 9 blanquiazul adoptó entonces la drástica decisión de poner prematuramente fin a su trayectoria deportiva, después de más de catorce en la Real Sociedad, cansado de tanta convalecencia pero "feliz" de haber desarrollado toda su carrera profesional como txuriurdin. "No cambiaría ningún gol que he marcado con la Real por millones de euros en otro equipo", aseguró casi entre lágrimas al anunciar su retirada.
Por su cabeza pasaban sin duda imágenes vividas en primera persona no hace mucho tiempo en Anoeta, cuando el pasado 12 de mayo, al término del partido ante el Leganés, fue testigo de la retirada del fútbol del histórico capitán donostiarra, Xabi Prieto, agasajado por la afición realista con un vibrante homenaje del que también fue participe el defensa Carlos Martínez, que acabó también aquella temporada su etapa en la Real Sociedad.
Junto a ellos, Agirretxe había vivido algunos de los logros más brillantes de la historia reciente del club, como las tres clasificaciones para competiciones europeas en los seis últimos años -una de ellas para la Liga de Campeones-, así como el histórico ascenso a Primera División logrado en 2010, un año que, como él mismo admite, tal vez fuera el más bonito de su carrera.
"Me voy muy tranquilo, feliz y orgulloso de toda mi trayectoria". "La rabia no me lleva a ningún sitio, no me vale para nada. Toda la rabia que podía haber tenido la he cambiado por trabajo, por sacrificarme para volver a mi nivel", admitía recientemente el delantero, que se siente en paz consigo mismo tras haberse "vaciado" en su infructuoso intento de volver a los terrenos y celebrar sus goles desplegando sus brazos como alas. Un gesto con el que será siempre recordado por toda su afición.