El Cajasol, a 40 minutos de la gloria europea
Alguien dijo alguna vez que las finales no se juegan, se ganan. Es lo duro del deporte. Habitualmente, nadie se acuerda de los perdedores. Salen en las fotos con mala cara y no se llevan ningún premio. Nadie dice que esto se vaya a olvidar si el Caja no gana, pero un triunfo resultaría completamente inolvidable. Inolvidable por tratarse del primer título de la historia del baloncesto sevillano, inolvidable por llegar además en una competición europea, e inolvidable porque acarrearía el premio de disputar la próxima campaña la Euroliga.
Se medirá al gran favorito de la competición. El Unics Kazán es desde el principio el equipo que nadie quería tener enfrente y lo ha demostrado barriendo en su semifinal al Cedevita croata. Lo ha hecho con un protagonismo menos coral que en el equipo de Sevilla en su ‘semi’ contra la Benetton y con tres jugadores a un nivel espectacular, Terrel Lyday, McCarthy y Lampe.
Precisamente, en el duelo entre Lyday y los hombres bajos del Cajasol, y en la pintura estarán las claves del partido. Los de Plaza volverán a intentar basar el triunfo en una defensa como la exhibida ante la Benetton. Kirksay volverá a tener el mando de las operaciones y será el termómetro de un equipo que esperará una versión más entonada de Calloway y al mejor Bullock durante el mayor número de minutos posible. Sólo cabe esperar que el mayor gasto hecho por el Cajasol que el Unics para ganar el partido, no sirva para que los rusos marquen las diferencias en el plano físico. Son 40 minutos para una heroicidad. ¡La gloria espera!