Vela desmonta al Betis

El globo del Betis de desinfló a la primera, cuando menos se esperaba. La peor manera posible para irte a un parón. Un partido muy pobre en Anoeta para confirmar que este Betis, el Betis de Gustavo Poyet, casi nunca sabe a lo que juega. Ante el Málaga la moneda salió cara y el beticismo disfrutó. A su manera. En San Sebastián fue cruz. Un golpe que duele aún más cuando con 1-0 el entrenador quita a los dos mejores jugadores de la plantilla. Uno de ellos el máximo goleador de la historia. Las cosas del fútbol. Quien la lleva, la entiende, se suele decir.

Y todo sin tener enfrente a un todopoderoso rival. La Real sacó tajada de los errores defensivos de un equipo que tiene muchas carencias. Más de los que muchos se pensaban. Y duele ver cómo con 1-0 el partido acaba en el área de Adán. La reacción quedó para otro día. O no. 
El Betis que se vio ante el Málaga no se vio en la primera parte en Anoeta. Si acaso en los últimos diez minutos, donde tuvo cierta presencia en ataque. El resto fue aguantar y sufrir. Y encomendarse a Antonio Adán. Porque a las primeras de cambio William José remató de cabeza casi a placer, con Piccini pensando en la musarañas, y el portero madrileño tuvo que sacar una mano que muy pocos saben sacar... Y parar después. 

La oportunidad de Ceballos

El susto no despertó al Betis, que con el trivote ni hacía ni deshacía. Dani Ceballos se encontró de nuevo con la titularidad pero su primera parte fue para olvidar. Al canterano se le notó impaciente y las prisas en el fútbol no son buenas consejeras. Apenas pudo participar en el juego de ataque y apenas pudo resolver jugadas en defensa. Pero el Betis, sufriendo, estaba vivo en el partido.
Joaquín fue el primer visitante en meter el miedo a la grada de Anoeta con una falta lejana que se marchó por poco, antes de que la Real reclamase un penalti de Álex Martínez a la promesa Oyarzabal. Rubén Castro, desaparecido en la banda izquierda, se encontró con un mano a mano ante Rulli que sacó el portero con relativa facilidad. El pase de Alegría ni fue en el momento justo ni en el sitio adecuado. Un metro menos y el canario, es posible, hubiera definido de otra forma... para bien del Betis. 
Adán y Rulli sacaron dos manos excepcionales en la primera parte
Quien dio trabajo al Betis fue William José, ese delantero que estuvo muy cerca de recalar en Heliópolis y que es incordio constante por su fortaleza física. Si no, que le pregunten a Piccini o a Bruno. El canario perdió la marca un segundo y de nuevo tuvo que aparecer Adán para evitar el gol del ex de Las Palmas. Porque la Real, a su ritmo, con su toque y toque, agobiaba sin dar. Dolía la vista ver a Álex Alegría defender en el lateral derecho, achicando todo lo posible. 
El extremeño, otro que no se cansa de correr y pelear, también quiso ser protagonista en ataque. Un remate de escorzo no fue gol por un paradón de Rulli. Impresionante la mano del portero realista. Y ya en el último minuto pidió un penalti por una de esas acciones más típicas del judo que del fútbol y que muy pocos árbitros se atreven a pitar.
Poyet quiso dar otra oportunidad a Ceballos y quitó a Felipe Gutiérrez en el descanso. El recambio, Brasanac, vio una amarilla a los 45 segundos y su papel cambió. Tanto que se jugó la expulsión en una contra realista. Trujillo Suárez no se metió en líos.

Gol de Vela

Quien si tenía ganas de meterse en líos fue el Betis. Cuando más controlado tenía el partido, Piccini hizo una de las suyas y Vela no lo desaprovechó. El pase medido de Oyarzabal, al sitio, no fue defendido por el italiano, ni por Bruno, como se tiene que defender, y el mexicano batió a placer a Adán. No es que la Real estuviese machacando al Betis ni creando millones de ocasiones, pero con ese ritmo y ese fútbol sólo había una salida posible: el gol local.
Ni con Joaquín en la mediapunta ni con los dos delanteros juntos arriba. Aunque Poyet quiso dar un giro al partido con dos cambios que llamaron mucho la atención. El portuense y Rubén Castro, sí Rubén Castro, dejaron su sitio a Musonda y Nahuel, que se estrenaba con el Betis esta temporada. Cuesta entender que con tu equipo por debajo en el marcador quites al máximo goleador de la historia. Aunque no hayas generado apenas ocasiones de gol.
Fue como darse un tiro en el pie. Y Poyet se lo dio. El Betis no reaccionó, Ceballos seguía tan mal como antes y el ataque no existía. Así es más complicado aguantar 15 días sin jugar. Porque irse a un parón liguero con una derrota no es aconsejable. Que lo tenga en cuenta Poyet. Su Betis perdió algo más que tres puntos. Si un día logró consagrar una forma de jugar, si es que existió esa forma, desapareció de un plumazo cuando menos se esperaba.


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