Clemente: "Lopera es un hombre muy devoto, pero un poco inculto"

Javier Clemente nunca produce indiferencia cada vez que toma la palabra. El técnico vasco dirigió al Real Betis en la temporada 1998/1999 aguantando 36 jornadas en el banquillo verdiblanco. En su etapa coincidió con Manuel Ruiz de Lopera en lo que fue una relación con altibajos y con muchas anécdotas que el tiempo se ha encargado de desvelar. Entre los jugadores que el ex del Athletic dirigió en el conjunto heliopolitano destacó la figura de Denilson. Un jugador peculiar que el de Barakaldo también se encargó de recordar en una reciente entrevista.

Curiosas declaraciones de Javier Clemente en JotDown sobre el Betis. En ella dejó clara su postura sobre Lopera: "No sabía dirigir un equipo. Era un tío generoso, el alma del club, pero gastaba dinero sin control, comprar por comprar, sin sentido. Le canté varias veces la gallina. Me encontraba con pintadas de «Peseteros, no sentís al Betis» y los jugadores sabían hasta quién era el tío que las hacía", comentó entre risas.
El vasco rememoró su temporada en el Benito Villamarín: "Cuando llegué íbamos los últimos con un equipo bastante bueno y lo dejé en mitad de la tabla. Lopera quería UEFA. Le dije que en ese momento no podía, pero que con cuatro fichajes, al año siguiente sí, pero no me hizo ni puto caso. Salí del club ese verano y al siguiente bajaron".
Para Clemente, Lopera es alguien con escaso conocimiento futbolístico: "Hace poco me encontré a Lopera y le dije que era un forofo, que de fútbol ni idea. Le recuerdo un día rezando a las estampitas de la Macarena, pero jugábamos contra el Oviedo y le dije: «Tenga cuidado, que como ellos recen a la de Covadonga va a haber una pelea entre las vírgenes de la leche». Era un hombre con sus creencias, muy devoto, pero un poco inculto. Con alguien que futbolísticamente lo hubiera sabido conducir podría haber llegado lejos".
Asimismo, cuestionó el rendimiento de Denilson en el club además de criticar su estilo de juego: "No valía cinco mil millones ni de coña, pero tenía fama por las filigranas. Podía haber sido un buen jugador, pero nunca quiso dejar de hacer ese fútbol que no valía para nada. Luego igual cambió, pero con nosotros jugaba a su bola. Driblaba a un tío cuatro veces y luego le esperaba para una quinta. No podíamos con él. Los demás no le querían, aunque era buen chaval y paradójicamente un tío humilde. Tuvo demasiada presión, la prensa siempre le ponía alguna pega, y era un chaval que venía justo de cultura. Un día su intermediario dijo que el problema era que estaba poco entrenado. ¿Poco entrenado? Fui al vestuario y le dije: «¿Qué cojones es esto? ¿Estás poco entrenado? No te preocupes que mañana vienes también por la tarde», y él: «¡No!, ¡no! Son cosas de él, ¡nada que ver conmigo!»", desveló entre risas.