Bendito Yedder

Una bendición. Eso supuso la entrada de Ben Yedder en el tapete de Old Trafford, donde los sueños del delantero se hicieron realidad con un gol que vale mucho más que un pase a los cuartos de final de la máxima competición continental. Ante la incapacidad de Muriel de poner en aprietos a la compacta retaguardia local, además del cansancio que comenzaba a hacer mella en el Sevilla, Vincenzo Montella introdujo al francoargelino a falta de veinte minutos, en busca de una de esas ansiadas reválidas con el destino.

Pese al segundo escalón al que ha caído relegado en el torneo doméstico, la Liga de Campeones guarda una relación más que especial con el que se erige como el segundo máximo goleador de la competición. Apenas un minuto tardó en convertir en oro su primera ocasión, con un sensacional pase entre líneas de Sarabia que no desaprovechó para batir con un disparo seco al hasta la fecha casi imbatido De Gea y desatar el delirio de las más de 2.00 almas allí presentes.
Una diana que serviría como el aperitivo más dulce del éxtasis jamás conocido, con el segundo gol que terminó de dinamitar la eliminatoria y sentenciar a todo Old Trafford. En una jugada trastabillada, el ariete apareció en el segundo palo para rematar una ocasión de nueve puro y cabecear a la red el tanto que vale un meritorio pase a la siguiente ronda y que los coloca entre los ocho mejores equipos de Europa. Sí, los ocho mejores. 
Un idilio que pudo culminar con el que habría sido un histórico hat-trick pero erró en el mano a mano con De Gea cuando el partido comenzaba a expirar. Historia viva del sevillismo que se convierte en el hombre que coló a los de Nervión por primera vez en su centenaria historia en los cuartos de final. Un gol que vale más que tres puntos, merced a lo que supone una reivindicación en uno de los feudos más exigentes del continente y que debe servir para que Ben Yedder recupere la ansiada confianza de Montella.