2-0, m. 77: Lucas Ocampos.
Varios guerreros y una señora... victoria
La victoria del Sevilla ante el Getafe de esta noche es de esas realmente interesantes. De esas que dicen mucho, más incluso del mero triunfo. Y podríamos acudir al seis de seis en el Sánchez Pizjuán en los dos últimos partidos de LaLiga en casa, o al tres de tres en la semana uniendo la Europa League. O al seis goles a favor por cero en contra. Pero más allá de esos números que dibujan una curva interesante, hay una lectura muy futbolística y menos estadística. Una lectura que cuenta cómo un equipo comprometido al cien por cien, un equipo con fe y seguridad en lo que hace se supera a sí mismo para batir a un rival difícil y complicado. Que claro que el Getafe es el Getafe, ni el Bayern ni el Liverpool ni el Barça. Pero es que superar al Getafe en intensidad y agresividad es sumar a las virtudes que ya atesora el Sevilla otras importantes.
El conjunto de Lopetegui es honesto. Los once futbolistas, los 14 que juegan, se dejan todo. Se vacían, corren hacia arriba, hacia abajo. Se suman al ataque, en defensa. Se comprometen unos con otros y de hecho de esa entrega surgen sociedades que parecen milenarias y apenas existen desde hace tres meses. La de Navas y Ocampos por ejemplo. La de Diego Carlos y Koundé. La de Fernando y Banega, o la de Óliver y Chicharito, que se entendieron para abrir la lata con un gol de muchos quilates. O, claro que sí, la de Lopetegui y el equipo, porque esa sociedad se barrunta muy unida, y como consecuencia la del Sevilla y su gente, que ve cómo su equipo se vacía, suda y pelea, y además empieza a ganar en dosis de calidad y desequilibrio. Sí, motivos para la ilusión y la felicidad por el momento.
Cansados a distancia
Intensidad hasta el punto de que ver el partido o en la grada o en la televisión cansaba. Tanto Sevilla como Getafe plantearon una batalla repleta de concentración, de pelea, de garra y agresividad. Y ahí ambos empataron porque realmente en la primera mitad los dos conjuntos pusieron todo lo que se podía poner en cada balón. El choque era incómodo hasta el punto de hacerse algo 'feo' estéticamente, pero todo lo contrario en lo relativo a la pugna y la competitividad. Los hubo más o menos acertados, pero en 45 minutos como los brindados en el Pizjuán realmente destacó alguien sobre el resto o rindió por debajo del nivel. Porque el nivel de competitividad era supremo.
Eso, durante muchos minutos, provocó una igualdad exagerada, hasta el hartazgo. Hasta no poder verse una sucesión de pases, jugadas o ataques, hasta no poder ver a jugadores destacar sobre el resto, si bien es verdad que en la recta final de la primera parte el Sevilla, por insistencia, por aciertos e inteligencia en algunos movimientos a la hora de sumarse al ataque, gozó de más ocasiones (dos de Nolito que encontraron dos grandes manos de David Soria). El Sevilla generaba las jugadas por la derecha y en muchas ocasiones las acababa por la izquierda con remate o aparición de Nolito, activo siempre.
En el resto, con Banega algo desajustado (una amarilla tempranera le desquició) y dos defensas a gran nivel, la igualdad imperaba, y de hecho el marcador se encargó de confirmarlo.
Un punto más, y otro más, y otro más...
Pero tiene este Sevilla algo bueno en su competitividad. Que nunca decrece. El equipo de Lopetegui lo da todo, va con todo. A veces con mejor resultado y claridad y a veces con menos. Pero va a por todas y empuja como pocos equipos en esta Liga. Y de eso fue, realmente, la segunda parte, de empujar.
Porque el Getafe se siguió defendiendo con orden, pero el Sevilla ofreció un punto más de agresividad, un punto, aún más, de intensidad, un punto de más de precisión, aunque no acompañada siempre de efectividad.
Tuvo ocasiones el Sevilla fruto sobre todo de robos de balón inmediatos. Apenas podía sacar la pelota el Getafe, el ritmo de continuidad, de ataque, de insistencia, acabó superando al competitivo equipo madrileño. Y de nuevo tuvo Lopetegui mucho que ver en ello. Porque incluyó en el campo a Óliver en la izquierda por un activo pero poco efectivo Nolito, y de las botas del canterano del Atlético salió una maravilla de pase, una preciosidad con el exterior que remató a la primera, de forma no menos certera, Chicharito, para hacer su primer gol en el campeonato y abrir la lata azulona.
Tal como le había ido a Vaclik la noche el 1-0 hacía aventurar cierta calma y seguridad en los últimos minutos del partido, aunque ya el Getafe en alguna ocasión en el Pizjuán había amargado la fiesta. Por eso el segundo gol del Sevilla, de Ocampos, fue un premio merecido. Merecido para el argentino, que batió a David Soria con una maniobra tan efectiva como heterodoxa, merecido para Navas, porque siempre es Navas. Y merecido para el Sevilla de Lopetegui, porque dio una auténtica lección de honestidad, de profesionalidad y de calidad para lograr una interesantísima victoria. Porque supone seguir arriba en un campeonato muy competitivo por las alturas y porque supone crecimiento para el equipo ante un rival duro de verdad, difícil de verdad.
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La verdad ke ver como el ekipo se vacía al completo, tanto ke los jugadores llegan al final agarrándose las piernas con ambas manos en signo de extenuación es un gozo para todo sevillista, echar esa casta y coraje, ver ke tu ekipo lo da todo, como dijo monchi "este ekipo va a tener el ADN sevillista" no le falta razón y la verdad ke su cuadro va cogiendo un aspecto de ser obra maestra y lopetegui nos está ganando a todos con su manera de plantear los partidos, hoy se gana gracias a él, sus cambios magistrales nos dieron la victoria, ya se ve ke va conociendo bien a la plantilla y lo ke le ofrece cada jugador, lo ke kiere da cada uno de ellos, en fin a seguir así ke este año me da ke una de las plazas champions es nuestra y si se puede hasta un título, vamos mi Sevilla, vamos campeón, saludos.
Vamossssss EQUIPOOOOOOOO