Sin pólvora no se va a la guerra
El crédito de Monchi ya se sabe cuál es. Prácticamente inagotable. Y más que merecido, por supuesto. Más aún cuando en apenas dos meses confeccionó una plantilla nueva casi al completo, en la que es evidente el acierto en muchas de las incorporaciones. Hacer un pleno era imposible, porque la perfección no existe.
Hasta el propio Monchi reconoció tras el cierre del mercado que la plantilla había quedado incompleta. O, al menos, no lo bonita que a él le hubiese gustado. Sin embargo, ni el tiempo ni las arcas permitieron estirar más el chicle. Ese pequeño margen hacia la perfección se llama carencia, y el Sevilla tiene una indiscutible. El delantero.
Hay que decirlo y señalarlo en rojo. Al igual que se alaban todas las virtudes de este Sevilla, también hay que criticar los defectos. La planificación los tiene, sea de Monchi o no. La delantera del Sevilla está suspensa, y un equipo que aspira a competir en tres competiciones no puede permitirse jugar sin una referencia que marque la diferencia. Es un lastre demasiado pesado. A la solidez defensiva la hace buena el gol, y sin gol no eres nadie en la élite.
De Jong no vale. Ni está ni se le espera. Quizás su mayor baza es tener el salvoconducto de Monchi. En Nervión se han dilapidado delanteros por tener mejores registros que el holandés. Pero claro, al haberlo traído Monchi siempre queda esa pequeña puerta de la paciencia. Pues bien, la paciencia ha durado 17 jornadas. El sevillismo tiene ojos muy sabios para ver lo evidente. De Jong es un fiasco.
Ante la preocupante falta de pegada, es ahora Julen Lopetegui el que debe buscar soluciones. Si el delantero titular no aporta goles -que es de lo que vive un delantero-, hay que mover el árbol. Tanto desde el banquillo como desde el club. No lo tienen fácil, puesto que el equipo carece de jugadores verticales y eso provoca un juego previsible y somnoliento que acaba en una continua lluvia de centros infértiles hacia nadie.
El mercado invernal puede ofrecer alguna alternativa, pero no siempre garantiza efectividad. Al Sevilla le queda una larga temporada por delante y necesita secar su pólvora si quiere aspirar a todo. Aún está a tiempo.