En el mundo del orden, el Atlético es el Rey

El Sevilla, muy a su pesar, fue el coprotagonista de un partido ideado, guionizado, desarrollado, concluido y firmado por el Cholo Simeone y por el Atlético. Un clásico del equipo colchonero, que volvió a su versión más áspera, más antipática, pero también a su versión más sólida y efectiva para batir a un Sevilla como siempre combativo, pero que realmente casi nunca ni pudo ni supo encontrar huecos en un muro rojiblanco de cemento bien armado y de hielo, dadas las temperaturas. Habría necesitado el Sevilla una efectividad del 120% para poder haber incomodado a un Atlético que se adelantó y ya puso su plan en ejecución. Sí que le faltó quizás al equipo hispalense algo de riesgo, en el campo y en el banquillo, algo de sorpresa, algo de desequilibrio. Pero Lopetegui, habitual para bien o para mal pero por norma, buscó siempre el camino seguro, el más posicional. Buscó igualar la contienda y el partido a través de cambio de posiciones, de estrategia comedida. No volvió ni quiso hacer loco el encuentro.

Eso, y el gol de Correa, pusieron en franca desventaja al Sevilla, que ante el líder ya destacado de LaLiga tampoco tuvo muchas más opciones.

Lopetegui repitió con los mismos once jugadores que ganaron a la Real, pero no con la misma disposición en el campo. Buscando protegerse pero también algún punto débil de la zaga atlética, utilizó a Suso como falso nueve, a Ocampos por la derecha y a En-Nesyri por la izquierda. A priori la intención era acumular gente por la banda derecha sevillista, con Ocampos, Navas cuando se incorporaba, Suso que casi siempre caía por ahí y algún centrocampista en conducción. Era de suponer que Carrasco era más débil que Trippier en defensa y que además así el Sevilla desanimaba al belga a subir por su banda. Pero la táctica tenía su cara oculta, y era que la banda izquierda sevillsta quedaba más desprotegida, por mucho que En-Nesyri se esforzara corriendo hacia atrás y que Fernando o Rakitic cayeran por allí sin la pelota. Eso no impidió que en las basculaciones izquierda derecha en el juego del Atlético Trippier entrara casi siempre en ventaja y con espacio ante Acuña, y que Llorente también se dejara caer por ese costado. Por ahí llegó un par de veces el Atlético antes del gol de Correa. La jugada llegó por ahí, Bono reaccionó tarde, pero realmente el mérito hay que atribuírselo a Correa, que en un giro inesperado se sacó un remate de ratonero en el área con la zurda. Entre tantas piernas y que la pelota salió ajustada al palo, y que quizás hubo algo de retraso en la reacción del meta sevillista, la pelota se coló.

El gol que lo cambió todo

El partido se ponía donde justo quería el Atlético, donde justo no quería el Sevilla, que más allá de un complicado y acrobático remate de Rakitic al inicio estuvo a punto de empatar casi de seguido en un remate de volea de Acuña en el área tras un rechace. Quedaban 25 minutos por delante de la primera parte, pues bien, no hubo más acercamientos peligrosos del Sevilla.

El equipo nervionense intentaba ganar metros, superar líneas, mover la pelota de lado a lado, crear superioridades... pero nada de nada. El Atlético se defendía con orden y el Sevilla confundió seguridad con previsibilidad. Suso, un activo para el juego interior, era un pivote al que sus compañeros no se atrevían a dar la pelota. Navas pocas veces ponía la pelota al área, y hasta los córneres eran sacados con cierto temple. El caso es que al equipo hispalense le faltaba arrojo, le faltaba uno contra uno, le faltaba desequilibrio. Es fácil decirlo claro ante la mejor defensa de España y posiblemente de Europa. Pero era lo que se echaba de menos en el Sevilla, al que por cierto salvó Bono del segundo que pudo haber hecho Luis Suárez.

Movimiento inteligente de Lopetegui, pero insuficiente

Lopetegui volvió a mover fichas, que no nombres, tras saltar al césped tras el descanso. Buscando más sorpresa, retrasó a Fernando, jugando con tres centrales, un movimiento que acarreaba varias consecuencias positivas para el Sevilla. Los laterales se posicionaron más altos, a su vez Suso retrocedió unos metros su posición para ayudar al mediocampo y, sobre todo, Koundé empezó a liberarse a la hora de subir la pelota, conducir y ganar metros. Y por Koundé, con Fernando guardando la espalda, llegaron las aproximaciones e incluso alguna ocasión, como un disparo de En-Nesyri a pase del central francés.

El muro atlético no concedía demasiado. El Atlético ni salía de su cueva, pero se defendía con tanto orden que apenas pasaban cosas en el partido, por mucho que lo intentara el equipo nervionense con toda su buena voluntad. Pero la defensa colchonera, de sus 10 hombres (Suárez quedaba de palomero), estaba impecable.

Y como guion escrito de antemano por Simeone, sucedió lo que suele pasar en estos partidos del Atlético. Por delante en el marcador, sin suceder nada en el partido, una jugada aislada, casi la única llegada local en la segunda mitad, generó una llegada de Llorente que en su carrera cogió desprevenido al Sevilla. Óscar no llegó al pase a Saúl y este sin demasiada complicación batió a Bono.

Tuvo la oportunidad el Sevilla, ya con cambios en el campo, de meterse en el partido en una ocasión clarísima de En-Nesyri, que remató de manera errática solo en el área tras un rechace, pero ni esa entró. También hubo un balón al palo, alguna llegada, pero poco más para un partido complicado de inicio y complicado durante y después. Se topó el Sevilla con un líder duro, un líder superior en defensa, un líder que no dejó ni concedió prácticamente nada.