Mundial nuestro, que estás en los cielos...

El Sevilla ha vuelto a perder. Sigue sin ganar en el Sánchez Pizjuán y puede marcharse al parón del Mundial incluso en descenso, dependiendo de los resultados. Cayó ante la Real Sociedad de forma muy peculiar, con nueve jugadores por dos rojas en la primera parte, peleando hasta el final. Porque eso es lo positivo que se puede sacar de una derrota más. El compromiso del equipo, que lo tiene, porque lo mostró con dos jugadores menos y teniendo incluso opciones, remotas, pero opciones, de empatar el partido. Pero claro, del compromiso no se come, por mucho que Nervión lo premiara con un sentido aplauso al final del partido. Se come de victorias, y con esta plantilla está visto que es difícil lograrlas. Por eso este parón para el Mundial, este tiempo de reflexión y de trabajo sobre todo para Monchi, es la oportunidad que se le presenta al Sevilla para intentar, al menos intentar, cambiar las tornas, cambiar la plantilla, cambiar la dinámica. Se encomienda a este parón para volver fuerte, o al menos decente.

Todo en contra

Cuando la cosa va mal, siempre puede ir peor. Esa es una máxima que se pueden aplicar equipos que viven la situación que está viviendo el Sevilla, antinatural, inusual. El partido ante la Real Sociedad tuvo mucho de esa casuística. No empezó mal el equipo de Sampaoli, que presionaba con intensidad, robaba a veces, mantenía el cara a cara ante el conjunto vasco. Pero poco a poco todo se empezó a torcer. Ya había marcado la Real, Sorloth, a pase de Merino cogiendo a contrapié a Nianzou, cuando el choque se rompió. Se rompió a través del VAR, que avisó a Del Cerro Grande en una jugada de Rakitic que, de todas las acciones, fue la que pareció más fortuita, porque de hecho lo fue. El croata quiso frenar a Brais, con la mala suerte de que en la carrera pisó de forma abrupta al rival. En juego el colegiado no lo apreció. Pero en frío, en congelado, como la cámara, Del Cerro quiso ver roja directa.

El encuentro ya estaba muy cuesta arriba, pero se convirtió en el Himalaya cuando Nianzou, en una acción inexplicable, derribó al rival con otro pisotón antes que ganar su espacio. Tampoco fue voluntaria, pero fue de largo bastante más peligrosa y grosera. Pues con 9 jugadores llegó además el 0-2 de la Real, un 0-2 que bien pudo ser anulado si el árbitro o el VAR hubieran interpretado que Silva, que estaba en posición de fuera de juego, interfería en el disparo de Brais. Ahí no avisó el VAR, como tampoco en un manotazo de Rico a Óliver que, tal como estaba el partido, pudo ser cualquier cosa.

La cuestión es que con todo perdido, el Sevilla fue capaz de marcar, un gran cabezazo de Mir a pase del mundialista Telles, que pudo firmar curiosamente uno de sus mejores partidos. Ese 1-2 encendió Nervión, que ya despedía casi el encuentro, y dio vida al equipo hispalense para la segunda mitad.

Una segunda parte para la que el Sevilla se rearmó, con Kike Salas y Jordán en el campo, concentrando cinco jugadores de campo atrás y tres por delante para defender la inferioridad. La Real, por su parte, circulaba la pelota hasta gastarla, pero no perdía su composición, cuatro atrás siempre.

Esfuerzo encomiable

Así, consiguió el Sevilla mantenerse en el partido, incluso llegar en un par de ocasiones, una con cierta polémica por un agarrón leve a Lamela, y otra con un remate de En-Nesyri, que ya había entrado, que se fue desviado. Por su contra, Bono mantuvo a su equipo vivo salvando ante Marín.

Fue encomiable realmente el esfuerzo del Sevilla en la segunda mitad. Se mantuvo de pie y llegó a los últimos 5 minutos metiendo incluso a la Real Sociedad en su área. De forma a lo mejor ficticia, pero tuvo hasta dos balones parados, mal ejecutados, para intentar la heroica. No se dio, no pudo ser la épica. La épica y la heroica que queda es la de Monchi, que es el que tiene que actuar para revertir una situación que día a día se hace más complicada.