Con el corazón en la mano

El Sevilla ha logrado un triunfo vital y decisivo ante el Cádiz que le saca del descenso y acaba, al menos momentáneamente, con un agobio que parecía sin fin en lo más bajo de la tabla. Una lectura fácil y distante del partido, que hemos contado en ElDesmarque, dirá que el equipo nervionense solo pudo batir al Cádiz, a día de hoy rival directo, de penalti y en los últimos minutos. Pero la realidad es que el Sevilla sí fue superior a su rival y la pena máxima, clara por otro lado, hizo justicia y brindó justa recompensa al equipo de Sampaoli.

No quiere decir eso que se acaben todos los males y deficiencias sevillistas, nada más lejos de la realidad. El equipo sigue teniendo que hacer demasiado para lograr exiguos premios, sigue sin pólvora y sigue sin ser definitivo en los metros finales. Pero también es verdad que el Sevilla, que apenas sufrió atrás, dominó casi todo el partido y le puso mucho, mucho corazón, para insistir y no dejarse ir. Y también tuvo ocasiones, bastantes, que había desbaratado Ledesma en varias ocasiones.

Iván Rakitic, de hielo, transformó en el minuto 88 ese penalti que tantos ojos, tantos latidos concentraba. Fue justo premio al croata, que ya ganó el partido de Copa y que vuelve a dar la victoria a su equipo cuando más lo necesitaba. Un penalti generado indirectamente por un Ocampos que volvió al Sevilla y puso eso, eso, corazón, en un partido en el que faltaba claridad.

Buen inicio

El Sevilla no arrancó mal el partido. Dominó, fue intenso, recuperó en campo contrario, monopolizó la pelota... pero como es habitual esta temporada, saca poco rendimiento a esos momentos, que no suelen ser demasiados. Concreta muy poco su superioridad, y la rentabiliza menos. Esos 15 minutos de notoria superioridad sobre el Cádiz dieron de renta apenas un par de pases laterales de Navas sin remate y algunas acciones o escaramuzas en el área, una de ellas de Lamela en la que recibió un golpe que no fue considerado como penalti por Hernández Hernández. Pero pocos tiros a puerta, pocos ataques claros y pocas intervenciones de Ledesma.

Y como es habitual en este Sevilla de esta temporada, esos minutos sin rédito dan paso a un periodo de languidez, en el que el rival recupera aire, se sube un poco a las barbas y ya dependiendo de su solvencia aprovecha más o menos los errores nervionenses. Tampoco es que fueran muchos esta vez, ni tampoco que el Cádiz los penalizara, por lo que todo ese periodo, que llegó casi al descanso, acabó con un par de llegadas y disparos del Cádiz y poco más.

El gol anulado

El Sevilla, con todo, saldaba esa primera mitad con mejor nota, pero no con más goles, porque aunque logró marcar uno, fue finalmente anulado por el VAR por un fuera de juego de Óliver, cuya influencia en la acción fue considerada determinante por Hernández Hernández en el buen gol que había logrado antes Lamela. Con esa decepción se marchó al descanso el Sevilla y el Pizjuán.

La segunda mitad fue para el Sevilla, en el amplio sentido de la palabra, buena. Fue una buena segunda parte. Generó ocasiones, bastantes, aunque Ledesma evitó el gol en varias. Tuvo el control absoluto del partido y no sufrió casi nada atrás. Rakitic, En-Nesyri, Óliver, Lamela... pudieron marcar antes del gol del croata. Precisamente justo cuando parecía que el partido de nuevo languidecía después de la nuevas ocasiones idas al limbo y unos cambios irregulares por parte de Sampaoli, apareció esa mano de Alejo provocada por un desmarque de Ocampos y un pase de Suso. Dos recambios. Tuvo Iván la calma, la cabeza de hielo, para dar una justa victoria al Sevilla que de momento lo saca del descenso y, además, debe dar calma.