Al Levante siempre se le dieron bien las fallas

El enfrentamiento entre el Levante UD y el Almería, fijado para la mañana del domingo 12:00 horas en el escenario del Ciutat de València, coincide de pleno con el programa de las Fallas 2017. El choque coincide con el día grande de las Fallas; la Cremà. No se trata de una novedad, en el expediente liguero de la sociedad azulgrana, afrontar confrontaciones de índole oficial en ese escenario en el horario escogido y en las fechas establecidas con las fallas enmarcando la confrontación. La historia de la institución permite rememorar batallas con ciertas analogías que concluyeron con una resolución favorable en función de los intereses de la entidad granota.

Estos son los precedentes:

1) Sufriendo para amarrar la victoria ante el Málaga B

Fue el postrer precedente en fecha con la confrontación ante el Almería del domingo, aunque el encuentro estaba pautado para las 18:00 horas. El Levante de Mané se abonó al sufrimiento para mantener una victoria que consignó con un arranque supersónico ante el Málaga B. Veinte minutos fueron suficientes para festejar dos goles en el feudo de Orriols. Harte, desde los once metros, y Reggi parecían cerrar cualquier tipo de debate en torno al desarrollo del encuentro. No obstante, el escenario del choque mutó cuando todavía no se había consumido el primer acto. Boseli aprovechó un resbalón de Ceballos para generar incertidumbre. La expulsión de Harte en el minuto cuarenta y dos determinó un paisaje tenebroso durante la segunda parte.
El filial del Málaga fue imponiendo su autoridad y discutiendo el sentido del encuentro al Levante. El colectivo granota se guareció sobre la portería defendida por Cavallero para tratar de expresarse a partir del contragolpe. El marcado no cambió. El Levante se mantenía en la cruzada por el ascenso y no perdía la estela del Lorca, Nàstic y Recreativo en la clasificación.

2) La rompe Rubén, marca Xavi Torres ante el Villarreal

Marcó Xavi Torres cuando el tiempo resbalaba, para dimensionar la invulnerabilidad del Ciutat de València, pero fue Rubén Suárez quien se llevó la gloria y la honra. El futbolista asturiano abandonó el feudo de Orriols el domingo 18 de marzo de 2012 ungido con la condición de héroe absoluto, a pesar de no partir entre los escogidos desde el inicio de la batalla.
Fueron veintitrés minutos perfectamente aprovechados tras relevar a Barkero y emerger desde las tinieblas del banquillo dispuesto a mudar las coordenadas de la confrontación. En ocasiones el tiempo se convierte en un componente totalmente etéreo en su transcurso y desarrollo. En realidad nada de lo que aconteció en una mañana de un olor inconfundible a pólvora y de fallas era nuevo. El duelo regional entre el Levante y el Villarreal parecía condenado a morir tal y como había nacido a la hora del Ángelus; es decir sin variaciones en el marcador. Nadie parecía capaz de alterar el discurso del partido, pero todo cambió de repente cuando el encuentro languidecía. Hay jugadores con legitimidad para decidir; Rubén Suárez es uno de ellos.
Los lanzamientos de falta siempre fueron una especialidad que dominó. El atacante tensó su pierna izquierda, le pegó desde el corazón, con el exterior, lanzando un obús que se iba abriendo, con una precisión matemática, conforme se acercaba a Diego López. El esférico impactó con el poste derecho del arquero amarillo y caminó sin rumbo fijo en paralelo a la línea de gol. La virtud de Xavi Torres fue acompañar la acción y cerrarla. El mediocentro con suavidad tocó el esférico al fondo de la meta de un Villarreal que maldecía su suerte. Apenas unos minutos antes Nilmar acarició el gol. Sin embargo, la victoria tuvo color azulgrana.

3) Mascletà de La Topadora Cáceres

Fue un domingo 18 de marzo de 2001, también a las doce de la mañana, cuando el Levante y el Salamanca desafiaron sus destinos en el Ciutat. El salto en el tiempo es perceptible. Y la evolución en el plano deportivo también. La victoria no fue esquiva en aquella confrontación de la jornada vigesimonovena de la competición.
Cáceres, ‘La Topadora’, si se recupera el nombre de guerra del futbolista paraguayo que arribó a Orriols en el mercado invernal, protagonizó la acción con la consecución de los dos goles, los únicos que alcanzó a celebrar vistiendo la casaca azulgrana ante la mirada entre desesperada y atónita de Aizpurua, en la actualidad miembro de la secretaría técnica, que validaron la victoria del grupo que preparaba Carlos Granero desde el banquillo.
La explosión de ‘La Topadora’ aconteció en la reanudación. Quique Martín exploró con anterioridad los contornos de la meta azulgrana aunque no su trazo no fue ni firme ni definitorio. La aparición de Kaiku resultó providencial para cambiar el registro de un partido que definió Cáceres en un escenario con más calorías y voltaje que en semanas anteriores.

4) Un Levante-Alzira por la supremacía en Tercera División

La propuesta implica sumergirse en el pasado para regresar al domingo 18 de marzo de 1984. El Levante y el Alzira medían sus fuerzas en el coliseo de Orriols. Estaba en juego la supremacía en el marco del Grupo VI de Tercera División. Quizás el partido, desde un prisma actual pierda abolengo, pero la década de los ochenta fue despiadada y propició combates de este tipo. El partido perdura en la memoria del levantinismo. El duelo capitalizó la atención. El líder, Alzira, contra su inmediato perseguidor; dos claros candidatos a aventuras de mayor envergadura.
La masa social del Levante, pese a las extremas y acuciantes dificultades que atravesaba la entidad, como secuela de una crisis superlativa, arropó a los suyos en un encuentro crucial. Aquel Alzira que preparaba Quique Hernández se aprestaba a vivir las jornadas más capitales de su historia. El colectivo prologaba la ascensión a Segunda A conquistada en los años finales de los ochenta. La unión de estas dos variables magnificó el estado efervescente que presentó el coliseo de Orriols. No era la estampa común en el ciclo de enfrentamientos vinculados a la Tercera División La cita liguera respondió a las expectativas que se habían creada durante la semana previa. Nadie de los allí presentes se desenganchó del encuentro. Nadie rehuyó a una batalla endiablada por el triunfo. Fue un duelo de perfil sobresaliente que acentuó el poderío del Levante de Pepe Martínez. Albiol y Latorre marcaron la capitulación del Alzira.

5) Remontada estratosférica ante el Cádiz

Abietar y Arteaga sembraron el germen de la duda en las fallas de 1963. Fue el 17 de marzo de un curso liguero de resonancias bíblicas para el levantinismo militante. Los jugadores que preparaban la dupla integrada por Balaguer y por Quique buscaron cobijo en el vestuario de Vallejo heridos por el impacto de los golpes sucedidos tras los goles del Cádiz. En ese espacio sacro tenían que realizar un profundo ejercicio interior de fe para superar las adversidades.
El semblante del duelo era devastador. El choque tenía miga. La competición avanzaba y los dos equipos convergían sobre el feudo azulgrana con una única misión compartida que acentuaba el contenido de la Primera División. Las distancias eran exiguas cuando restaban cinco jornadas para el fin del curso. Los dos bloques compartían puntuación, treinta y un puntos, defendiendo el segundo y tercer puesto en la tabla. El partido, desde ese prisma, adquiría ascendente con el Murcia como sólido líder con treinta y cinco puntos. El capítulo inicial del juego se convirtió en un páramo para el bloque local. Los goles gaditanos enfatizaban las diferencias. Había miedo al vértigo, pero la reacción granota fue superlativa. Camarasa, Vall, Domínguez, Wanderley (2) y Serafín (2) posibilitaron lo que parecía una quimera en el minuto cuarenta y cinco.