El Valencia exhibe su fondo de armario

El Valencia ganó y sentenció una eliminatoria de Copa que venía muerta tras el 0-2 de la ida ante un flojísimo Zaragoza que no inquietó ni a la tercera versión del conjunto de Marcelina. Dos goles de Santi Mina, uno en cada parte, un tercero de Rober Ibáñez a los seis minutos de salir al campo, y un cuarto de Vezo de cabeza sentenciaron un choque descafeinado cuya mejor conclusión es la prueba de que el Valencia tiene más fondo de armario de lo que sus rivales puedan pensar. La tarjeta de visita de esta plantilla es inmejorable: Invictos en Liga y clasificados para octavos en Copa sin sufrir. Pombo haría el gol del honor maño en el 87. 

El once de circunstancias de Marcelino, con apenas dos titulares habituales -Paulista, Dani Parejo y Zaza- no tenía que ser óbice para que el Valencia dominara. Así de inicio saltaron Jaume; Nacho Vidal, Vezo, Gabriel Paulista, Lato; Dani Parejo, Maksimovic, Nacho Gil, Andreas Pereira; Santi Mina y Zaza con ganas de sentenciar por la vía rápida. Aún así, los primeros minutos fueron soporíferos.
En el fútbol la salsa la ponen los goles y las ocasiones. Por eso, hasta que en el minuto 9 Mina no tuvo la primera clara de la noche, nada parecía moverse en la gélida noche de Mestalla. El gallego no acertó a embocar un centro de Lato que se envenenó tras rebotar en un defensa.
La respuesta maña llegó en el 16', gracias a la cabalgada de un viejo conocido, Vinicius de Aráujo, que volvía a pisar Mestalla de corto 1290 días después. El brasileño, hiper motivado, le ganó la partida en su duelo particular con Nacho Vidal.
En el 20 Zaza caía en el área tras un leve contacto con Guti que el colegiado, con buen criterio, no señaló como penalti. El italiano, siempre de sangre caliente, le dijo al colegiado que si no era pena máxima, que le sacara una amarilla. Por suerte, no le hizo caso, pero la jugada le enrabietó y en el 27 el italiano le pondría una asistencia de lujo a Mina para que inaugurara el electrónico. El gallego empezó la acción, la abrió a la izquierda, el ariete la dejó atrás con la derecha y Santi, con un toque pegado al palo, sentenciaba una eliminatoria que ya venía vista para sentencia desde Zaragoza. 
El gol llegó por la derecha, pero por la izquierda Nacho Gil y Andreas Pereira también querían hacer la suya. El belga echó mano de sus raíces brasileñas y, tras un par de slaloms, se hizo acreedor de haber conseguido algo positivo. Hasta le pidió el lanzamiento de una falta en la frontal a Parejo que acabó manso en las manos de Ratón. 
Mina, de cabeza tras un buen centro de Lato, remató desviado en el 44 para poner punto y final a una anodina primera mitad.  

Zaza la tiene, Mina la clava

Tras el pertinente paso por vestuarios, el partido no cogió mucho más ritmo. Zaza en el 52 volvió a recordar el delantero peleón pero fallón de la temporada pasada. Robó un gran balón a la zaga maña, se presentó sólo ante Ratón, lo dribló, y luego a puerta vacía la tiró al costado de la red. 
El italiano, en jugada personal lo volvería a intentar minutos después sin fortuna. Eso sí, su fuerte disparo desde la frontal obligó a una estirada de Ratón que no pudo retener la pelota. Mina, el más listo de la clase, cogió el rebote, hizo dos recortes y marcó el segundo.  

Rober Ibáñez debuta a lo grande

Con el partido y la eliminatoria más que resueltos, Marcelino sentó a Pereira y Parejo e hizo debutar a Rober Ibáñez y sacó a Carlos Soler. El joven centrocampista nada más saltar al campo tuvo su primera ocasión y el extremo, tras un año lesionado, a la primera que tocó el balón marcó un golazo. El joven se regateó a dos contrarios, se la cambió de pierna y batió por bajo a Ratón. 
Para que la felicidad fuera completa, Nacho Gil se marchó para que debutara el jovencísimo Ferran Torres. Marcelino le dio 20 minutos para demostrar que tiene madera para el primer equipo. Y trazas no le faltan, pues intervino en casi todas las jugadas que trenzó el equipo hasta el final. Así forzó un córner que él mismo sacaría para que Vezo, de cabeza, estableciera el 4-0 en el 85. Pombo, en una jugada aislada, marcaría de cabeza el tanto del honor que, pese a todo, no estropeó la fiesta en la grada. La banda sonaba, la Curva cantaba y el Valencia ya espera rival para octavos sin despeinarse y tirando de su fondo de armario.        
 
 

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