Lim no soluciona los problemas 28 años después de que se fraguara su llegada
En un momento en el que el distanciamiento entre el máximo accionista del Valencia CF, Peter Lim y la masa social del club se ha convertido en un abismo, conviene recordar el origen de la llegada del magnate singapurés a la entidad. Todo comienza tal día como hoy hace 28 años, cuando el Valencia CF dejó de ser un club de fútbol para convertirse en SAD por imperativo legal y, todavía, con dudas fundadas sobre si el conjunto de Mestalla habría podido evitarlo. Las pruebas evidentes en la actualidad demuestran en todo caso que aquella decisión no ha aliviado los problemas que tenía el club y que se mantienen con el singapurés al mando.
El 5 de julio se acabó la pelea, el 13 se consumó la derrota
El Valencia se convierten en SAD el 5 de julio de 1992 y, se procedió a la transformación del Club en Sociedad Anónima Deportiva, mediante escritura otorgada el 13 de julio de 1992 ante el Notario de Valencia D. José Manuel López Laborde, pasando a denominarse la entidad Valencia Club de Fútbol, Sociedad Anónima Deportiva y siendo su duración indefinida. La pelea previa por evitarlo y seguir siendo un club como Real Madrid, FC Barcelona o Athletic Club fue en vano.
Se cumplen 28 años de la conversión en SAD por imperativo legal, decisión que facilitó la llegada de Peter Lim pero que no resolvió los problemas del club.
El club empezó a funcionar como sociedad anónima deportiva por imperativo legal el 15 de octubre de 1992, momento en el que la entidad estaba relativamente saneada en lo económico y se había asentado en Primera División, tras una etapa de decadencia global que se prolongó durante la década de los ochenta del pasado siglo. Ese día, con Arturo Tuzón como presidente y Vicente Pons como secretario, se conformó el primer consejo de administración con Vicente Alegre, Vicente Peris Frígola, Ramón Romero, Ernesto Estellés y los que luego iban a llegar a presidir la entidad: Melchor Hoyos, Francisco Roig, Pedro Cortés y Agustín Morera.
La transformación no ha sido positiva para una entidad que ha llegado a acumular hasta 550 millones de euros de deuda tras la gestión presidencial de Juan Soler y que empezó a construir un estadio hace más de una década también por iniciativa de aquel presidente, sin que haya ahora noticias sobre su conclusión.
En estos casi veinte años, el club ha vivido tres ampliaciones de capital.
Durante este tiempo, el club ha tenido 12 presidentes (Arturo Tuzón, Melchor Hoyos, Francisco Roig, Pedro Cortés, Jaume Ortí, Juan Soler, Agustín Morera, Vicente Soriano, Manuel Llorente, Javier Gómez, Amadeo Salvo, Layhoon Chan y Anil Murthy), alguno de los cuales ha tenido un paso testimonial por el club, mientras que ninguno ha mantenido un etapa presidencial superior a los tres años.
La misma deuda, los mismos problemas
Cómo pagar sus deudas y las de la fundación, vender el estadio actual y acabar el nuevo, mantener presupuestos deportivamente competitivos y garantizar la presencia continuada en la Liga de Campeones, evitar la caída del número de abonados o afrontar un posible concurso de acreedores son algunos de los asuntos urgentes para una entidad que está lejos de ver la luz al final del túnel casi tres décadas después de convertirse en SAD. Los problemas persisten aún con la llegada de Peter Lim en octubre de 2014, que se comprometió a solventarlos sin haberlo conseguido. El empresario adquirió el club tras un concurso tutelado por la Fundación después e que esta no pudiera hacer frente al pago de 75 millones de euros, que con intereses se aproximó a los noventa, recibido de Bankia en 2009, lo que le había convertido en accionista mayoritario en la ampliación del capital social acordada en aquel año.
Peter Lim, mismos problemas y promesas incumplidas
El valencianismo recibió a Peter Lim como el menor de los males. Era la mejor oferta de las que le enseñaron a los patronos de la Fundación pero no ha servido para cambiar el panorama del Valencia CF. La deuda no ha bajado, el Nuevo Estadio y la venta de Mestalla siguen parados, y el equipo con el máximo accionista sólo ha ganado una Copa del Rey y ha estado en Champions la mitad de los años. Sus injerencias deportivas, como la de destituir a Marcelino con la temporada empezada y prescindir de Mateu Alemany a mitad del proyecto, han cavado además la tumba deportiva de su sexto proyecto. El club, en manos de Anil Murthy, un hombre que no es de fútbol, no ha hecho más que distanciarse de una afición que ahora compatibiliza su cabreo con algo peor: la desafección hacia el equipo de toda su vida que hace 28 años empezó a dejar de ser un club para convertirse en una empresa.