Se consuma el fracaso: es lo que hay
En otro partido malo del Valencia CF, como prácticamente todos desde el parón en la LaLiga Santander, los de Voro cayeron ante el Sevilla FC y certificaron lo que se lleva semanas oliéndose: el fracaso de un proyecto que Peter Lim cercenó en septiembre, Celades no pudo remontar y los jugadores no han sabido enderezar. Un gol de Reguilón al inicio de la segunda mitad fue suficiente para terminar de tumbar a un equipo que ha llegado fundido, sin alma y pareciendo mucho peor de lo que es. Desde el parón todo ha sido un desastre. Las injerencias deportivas han terminado por pasar factura pero, como dijo Meriton en su día, "es lo que hay". El Valencia CF necesitaba ganar y en ningún momento dio la sensación de poder hacerlo.
De inicio Voro mostró sus cartas y echó mano de la vieja guardia. Parejo, Gabriel, Wass y Coquelin volvían al once titular. En una tarde de transistores, de tensión, de despedidas, pero también de cumplir y sacar la casta. La empresa, como siempre en el Pizjuán, se antojaba complicada no, lo siguiente.
La apuesta del equipo fue adelantar la presión y apretar los dientes en defensa ante un Sevilla mejor, que llevaba el peso del partido. Dos líneas de cuatro muy cerradas y salir a la contra rápido era la idea. En una de esas, Guedes probó suerte dede lejos;: en otra se rompió y con él buena parte de las opciones de salir en velocidad. Trató de seguir sobre el campo pero no pudo. Carlos Soler le sustituyó.
El año del portugués con las lesiones ha sido horrible y ha impedido que ni tan siquiera se acerque al futbolista que enamoró a los valencianistas. La Real Sociedad perdía, al Getafe CF le anulaban un gol pero el Valencia CF no daba la sensación de poder ganar. Es más, en el verde del Pizjuán sólo había un equipo, el Sevilla que maduraba su juego y a los de Voro, obligados como única opción a buscar un pase largo para que Maxi la hiciera buena o alguna acción aislada, como un saque de falta de Dani Parejo de falta que casi sorprende a Bono.
El partido se fue al descanso entre la incapacidad de los valencianistas y la pasividad de los andaluces. El Valencia necesitaba meter una marcha más si quería seguir manteniendo viva la llama. Nada más lejos de la realidad. De hecho, fue un ex como Munir el primero que avisó. Recibió sólo en el área y se giró con clase estrellando el balón en el poste.
Era el preludio de lo que se veía venir. En la enésima llegada sevillista, Reguilón se aprovechó de una indecisión de Parejo y de Wass para driblar y sacarse con su pierna mala, la derecha, un golazo por la escuadra. Adiós.
El Valencia no había mostrado nada y no parecía dispuesto a hacerlo. Lleva sin ganar fuera desde diciembre y no es por casualidad. La solución, tampoco tenía más en el banquillo, fue apostar por Sobrino en lugar de Maxi Gómez, desaparecido, y Ferran, otro mal partido del canterano, por Kang In Lee. El surcoreano, nada más salir, probó suerte desde lejos. Le quiso dar otro aire a un equipo desfigurado que, ya con Correia y Kondogbia en el campo (sentaron a Wass y Coquelin) aún pudo recibir el segundo. Se consuma el fracaso de una temporada pésima en la que quedarse fuera de Europa es el principio de un futuro nada halagador para el Valencia.
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