Alcaraz saca petróleo de Mestalla

El 2019 no ha empezado nada bien para el Real Valladolid. Dos derrotas, ante el Rayo Vallecano en LaLiga Santander y ante el Getafe CF, en Copa del Rey, han debilitado la ambición del equipo de Sergio y así llegaban los blanquivioleta al Estadio de Mestalla para enfrentarse al Valencia CF en el cierre de la primera vuelta de la temporada.

Sabiendo que el equipo ché, con el ultimátum a Marcelino García Toral, plantearía un exigente partido ya que sólo le valía la victoria, los pucelanos buscaban cerrar la primera mitad de la temporada recuperando el "colchón perdido" en los últimos partidos.

La importancia era alta en los dos equipos. Uno, por el posible clima que se podría vivir, y otros, por la ilusión de afrontar el mercado de invierno sin exigencias deportivas de retocar más de la cuenta. Con toda esta previa, y con la presencia de Ronaldo Nazário en el palco, el Real Valladolid conoció, ya en el terreno de juego, que debería asumir un rol contragolpeador y a la espera del éxito y acierto de los locales.

Dominio local

En la previa se esperaba un ambiente exigente en Mestalla y, de normal, esta presión se transformaría en peticiones ofensivas para los de Marcelino Garcia Toral. Dicho y hecho. Los locales conocían el ambiente e iniciaron el partido en campo pucelano. Presionando, atacando y exigiendo al Pucela, los ché iniciaron el partido con mucha fuerza.

Convencían en la idea impuesta pero sin acierto daban vida al Real Valladolid. Con más posesión, sensación de peligro y acercamientos, los locales rozaban el gol pero no terminaban de dar peso a esa superioridad en el juego. Por momentos, los valencianistas acumulaban mucha gente en campo contrario, dejando opciones de contragolpe al Real Valladolid.

Los blanquivioleta, con líneas juntas y asumiendo su rol defensivo, intentaban desplegarse rápido en ataque. Es cierto que lo conseguían pero con pocos efectivos. El puñado de opciones que tenía los de Sergio se quedaban en el camino por la inferioridad numérica con la que las realizaban. Con esta triste realidad para ambos se llegaba al descanso y ambos equipos lo hacían con la cabeza agachada.

Si los visitantes negaban con la cabeza por el claro sometimiento que habían aceptado, los locales lo hacían por el poco acierto, fluidez de juego y profunidad que habían tenido. Por si fuera poco, estas credenciales se multiplicaron el inicio de la segunda parte.

Un Pucela más sometido

Tras la reanudación, el Valencia CF sumó un plus a su ataque y el Pucela tuvo que retrasar la línea unos metros más. Viviendo en área propia los errores se pagan caro y fue lo que le ocurrió a los de Sergio al poco de iniciar. Un error defensivo de Fernando Calero terminó con un penalti que Jordi Masip supo repeler.

El mejor jugador del Real Valladolid en el partido solventó el segundo penalti de la temporada, y la acción posterior, para alargar la vida de un Pucela que vivía anclado en su campo pero, tras la reanudación, sin opciones de llegar a campo rival en una rápida transición.

Bajo este plan, el partido se iba a hacer muy largo al equipo de Sergio. Sin presencia en campo contrario la exigencia parecía sólo esperar a que los de Marcelino siguiesen topándose con Masip o con su ansiedad. Antes, incluso, del gol de Dani Parejo en el minuto 71, el mayor botín que parecía un simple empate.

Ante la nula claridad de juego, los pucelanos sólo podían llegar éxito por el fracaso rival o por un destello pucelano. Por mérito visitante en ataque no sería y eso que tras el tanto ché el Real Valladolid pudo adelantar líneas y, pese a no llegar a buscar a Neto, sí pudo combinar en ataque.

La magia de Alcaraz

En una de esas acciones, casi aisladas, Enes Ünal obtuvo una falta en la frontal. Rubén Alcaraz cogió el balón con confianza, tanta como para poner el balón en la escuadra y restablecer las tablas en el minuto 83. En su primer acercamiento claro a la portería rival, el Pucela rascaba un importante punto en un duelo en el que siempre fue por detrás en el juego y en la creación de ocasiones.

Por suerte, la ansiedad y la poca claridad valencianista para el remate y la calidad en el golpeo de Rubén Alcaraz dejan que el Pucela cierre la primera vuelta de la temporada con 22 puntos, más del que se supone que es el 50% de la salvación de categoría.