La Madre de la permanencia
Por lo civil o por lo criminal, las finales están para ganarlas. Y el Real Valladolid, de la mano de 'su' José Zorrilla, está dispuesto a ello. El conjunto de Sergio González logró una victoria ante el Athletic Club de Bilbao (1-0) que debe erigirse como la Madre de la permanencia por todo lo que supone y lo que está por venir. El Pucela sigue latiendo más fuerte que nunca gracias a un golazo de Waldo Rubio que está empeñado en convertirse en el padre de la salvación.
En puestos de descenso, después de una polémica y dura derrota y sabiendo lo que el resto de rivales directos habían hecho. Y, por si fuera poco, los resultados de la zona baja no eran precisamente halagüeños. Ante tales circunstancias, el partido contra el Athletic de Bilbao era una auténtica final, como lo serán las próximas dos en Vallecas y con la visita del Valencia a Zorrilla, ya que un tropiezo en cualquiera de ellas puede ser una condena. El Real Valladolid lo sabía, Sergio González lo sabía... y el entorno también. El león debía ser blanquivioleta y no rojiblanco para que el corazón siga latiendo durante al menos dos semanas más.
El técnico catalán ha dado con la tecla en las últimas jornadas y el 4-4-2 es el sistema elegido para las últimas batallas de la temporada. Sergi Guardiola y Enes Ünal se entienden, Waldo Rubio se ha ganado a pulso un sitio en el once, Rubén Alcaraz y Míchel Herrero son la sala de máquinas por excelencia y, atrás, los galones los portan Kiko Olivas, Fernando Calero y Javi Moyano en lugar de Joaquín Domínguez y Antoñito Regal. Con el plantel dispuesto sobre el tapete, el Pucela se disponía a librar un duelo a vida o muerte que la ciudad y y la afición se encaró de condimentar en las horas y los días previos al choque.
Waldo se estrena y da vida a un Pucela superior
Si bien es cierto que los bilbaínos llegaban a la capital de Pisuerga con Europa en juego, nada impulsa más que la supervivencia. Eso es la permanencia en Primera División y así lo demostró el Pucela desde que se puso el balón en fuego. Fueron los blanquvioleta quienes salieron más envalentonados ante un adversario timorato que estuvo a merced de los locales durante los primeros minutos.
Es innegable que con dos puntas el Real Valladolid es capaz de generar peligro e hilvanar jugadas, y es otro hecho que Enes Ünal está a otro nivel desde hace unas semanas. Dos claves que explican el buen momento de forma de los pucelanos. Fue precisamente el atacante turco el que tuvo la primera cuando apenas habían transcurrido seis minutos, pero su derechazo cruzado se marchó desviado por milímetros. Primer aviso.
Eso sí, el ímpetu de los vallisoletanos fue tal, que hasta gozaron de otras dos ocasiones con sendos centros de Waldo Rubio que no encontraron un rematador por centímetros. Segundo, tercer aviso... y último. Las ganas del canterano le han cambiado la cara al Pucela y volvió a demostrarlo una semana más; la cruz, no obstante, la puso Óscar Plano con una dura entrada de tarjeta amarilla en el minuto 15 que ya condicionaba el resto de la contienda.
Tanto el buen hacer ofensivo como la agresividad de los pucelanos eran indicativos de que lo que estaba en juego vale más que tres puntos. El juego y la intensidad eran blanquivioleta, y si alguien encarna todos esos sentimientos últimamente, es Waldo Rubio. Allá por el minuto 20, el pacense recibió el esférico en el centro del campo, metió la directa hacia la portería rival y se sacó un zapatazo inapelable que perforó la escuadra izquierda de Iago Herrerín. De jugar en Segunda División 'B', a estrenarse en Primera; de echarse a las espaldas al Promesas, a hacer lo propio con el primer equipo. Un golazo para escapar del infierno y continuar consagrándose como uno de los padres de la posible permanencia vallisoletana.
Cumplida la media hora de juego, solamente un equipo había comparecido en el jardín vallisoletano. Y con botín incluido, algo impropio de esta campaña. El Athletic Club había salido a verlas venir en Zorrilla y no tardó en pagar por ello. Tampoco se demoró en dejar patente su pegada y que no es casualidad que esté compitiendo por disputar competición europea la próxima temporada. Íker Muniain, sin oposición y a escasos metros de la línea de gol, mandaba al limbo una ocasión clamorosa para poner las tablas, pero su testarazo se marchó a las nubes.
Fue la única ocasión visitante y la última de una primera mitad que terminó con equilibrio entre ambos equipos y con una posible segunda tarjeta amarilla a Ander Capa por un codazo, amonestación que sí recibió Rubén Alcaraz por una acción similar. Mateu Lahoz encendió a Zorrilla con su no decisión y dictaminó el final de unos primeros 45 minutos de color blanquivioleta puro merced al hambre de victoria y al golazo de Waldo Rubio.
Paso atrás pucelano... y encomendados a la solidez
Tras el paso por vestuarios, el Real Valladolid continuó poniendo el fútbol, pero el Athletic Club añadió un ingrediente más: la intensidad. Con la entrada de Raúl García, los de Gaizka Garitano trataron de llevar el partido al barro, pero ni el Pucela ni Mateu Lahoz entraron al trapo. A pesar de que Ander Capa coqueteó de nuevo con la expulsión, fueron Borja Fernández, desde el banquillo, y Mikel San José, sobre el césped, quienes recibieron sendas tarjetas amarillas por protestar. La contienda, ahora sí, se teñía de dramatismo y de nervios.
Si el encuentro no iba exento de polémica, una posible -y clara a priori- mano de Kiko Olivas no señalada ni por el árbitro ni por el VAR añadió un capítulo más a un partido cargado de acontecimientos y en el que, como quien no quiere la cosa, terminó con el Athletic Club arrinconando al Real Valladolid. Los vascos, después de haber regalado 30 minutos,dieron un paso adelante y tuvieron en la cabeza de Mikel San José la igualada en el minuto 57, pero al igual que Íker Muniain en la primera parte, el balón acabó fuera para alivio de Zorrilla.
Gaizka Garitano, ex del Pucela, consciente de que sus pupilos estaban buscando el gol, quemó las naves dando entrada a Aritz Aduriz y a Ibai Gómez retirando a Ander Capa y a Íker Muniain, respectivamente. Al Real Valladolid le quedaba una eternidad, 20 minutos para defender su botín y que habían empujado a los castellanos a dar su característico y preocupante paso atrás de las segundas partes. En esta ocasión, eso sí, el empuje rojiblanco invitó a ello.
El Real Valladolid, atrincherado atrás e incapaz de inquietar al contraataque, sufrió lo indecible durante varios minutos en los que Raúl García tuvo la enésima oportunidad de gol para el cuadro bilbaíno, pero su volea impactó en la cabeza de Nacho Martínez y acabó con el madrileño derribado y el fuego apagado. Sergio González, consciente de que os suyos estaban contra las cuerdas, retiró a Waldo Rubio y apostó por la calidad y el poso de Toni Villa para resistir los envites vascos. Ovación para el pacense, que a buen seguro no será la última en el feudo vallisoletano y cuenta atrás fijada en 10 minutos para defender el 1-0.
Adiós a los fantasmas del pasado
El Athletic Club apostó por el juego directo para tratar de rascar algo de Zorrilla y los balones colgados al área vallisoletana se sucedieron durante diez interminables minutos. Con Joaquín Domínguez sobre el campo, al Real Valladolid se le aparecían viejos fantasmas: últimos minutos, el equipo encerrado y peligro aéreo. Muchos han sido los puntos que se le han escapado al Pucela en semejantes circunstancias, pero ya solo quedaban cinco minutos para revertir la "suerte" que ha condenado a los castellanos esta campaña.
Y no faltaron ocasiones para tentar a la maldición. Dos grandes intervenciones de Jordi Masip y un remate al palo de Núñez hicieron presagiar lo peor en la capital del Pisuerga, pero, de una vez por todas, hubo final feliz en Zorrilla y se hizo la luz. Después de cuatro interminables minutos de descuento, que se antojaron cortos para todo lo acontecido, el Real Valladolid acabó certificando el triunfo. La Madre de la permanencia (1-0), por todo lo que implica, se acabó gestando. Los fantasmas del pasado no acabaron con una victoria que puede y debe servir para dar la puntilla a la salvación en los próximos compromisos.
Un Real Valladolid sensacional,partido con garra clase querér y un Waldo Rubio extraordinario con intensidad,con ganas y sobretodo con un jugador echo para triunfar que no se pone límites,así es nuestra medicina para quedarnos en primera,no hay otra forma,ahora a pensar en el Rayo,ya descendido .SIEMPRE PUCELA.