El Celta, permanentemente instalado en el día de difuntos
Nada que rescatar en un Celta de Vigo que parecía un cadáver deambulando por el césped de Balaídos ante lo suplentes de un Getafe CF que se llevó, con el mínimo esfuerzo, los tres puntos de Balaídos en la que era la última bala de Escribá antes de ser, presumiblemente destituido en las próximas horas tras alcanzar su cuarta derrota consecutiva.
Dominio visitante, apoyado en la lluvia y su intensa presión, en el comienzo de la batalla final del Celta de Fran Escribá. Los celestes, ante un rival plagado de suplentes, cedían al juego de un Getafe que provocaba dos peligrosas pérdidas protagonizadas por Aspas y Beltrán en los primeros minutos. Antes del 15' Portillo probaba la solidez de Rubén Blanco bajo palos en una nueva acción de ataque azulona.
Sin lograr llevar el peso del encuentro el Celta replicaba con un potente disparo de Lobotka y una falta de Aspas que se marchaba rozando el palo de la meta defendida por Soria. La zaga celeste seguía mostrando cierto nerviosismo en una mala salida de Rubén Blanco y una pérdida de Aidoo que solventó Beltrán.
Error y gol
Los errores en la circulación de balón celeste eran continuos en una penosa primera mitad que certificó una mala acción de Aidoo que aprovechó Kenedy para batir por el palo largo a Rubén Blanco en el minuto 36. No mejoró el Celta, de hecho pudo recibir más goles en una primera mitad infame en la que fue claramente inferior a los suplentes del Getafe.
Aspas daba el susto al principio de la segunda mitad tras sufrir un manotazo en su ojo, pero el moañés pudo continuar para intentar liderar una remontaba que, por méritos obtenidos hasta este momento, parecía inalcanzable. Los vigueses mostraban una mejor imagen ante un Getafe que buscaba descaradamente la contra dando entrada a Ángel.
Lucha para nada
Escribá buscaba la solución en un defenestrado Pione Sisto, el danés entraba por un Denis al que nada le había salido en el partido y que se desplomaba en el banquillo sollozando, el habilidoso extremo se mostraba superado por la presión. Mientras, sobre el campo, el Celta entraba en la dinámica de seguirle el juego al Getafe que pretendía que no se jugase a nada más en los 20 minutos finales del partido.
Con más fe que juego el Celta intentaba acercarse a la meta rival sin que esto sucediese ya que los vigueses apenas pasaban de mediocampo con un juego plano, horizontal y espeso, similar al de toda la temporada. Tras el pitido final los silbidos aparecieron en un Balaídos que sigue sin entender que le pasa al equipo.