Murillo salva un punto para un pésimo Celta

El Celta de Vigo lograba un agónico punto cuando Medié Jiménez estaba más pendiente de dar el pitido final que de anotar un gol. Los de Coudet, en un pésimo partido donde fueron incapaces de generar una sola ocasión de gol en jugada trenzada, arrancaron un inmerecido empate ante el Real Valladolid gracias a un testarazo de Murillo en el minuto 93. El Pucela, bien plantado de principio a fin, se había adelantado por medio de Orellana el día que Olaza regresaba a Balaídos.

Aspas y Brais regresaban al once tras perderse el duelo ante el Valencia por acumulación de amarillas, la misma circunstancia que provocaba que Nolito no pudiese vestirse de corto en este soleado domingo. Era Brais quien suplía al gaditano en el once, el mosense se desplazaba de banda dejando a Solari en el costado diestro del ataque de un equipo que se hizo con el control de la pelota en los primeros compases del encuentro disputado en Balaídos pero que, sin embargo, sufría cada vez que el Valladolid presionaba la salida del balón.

Los celestes, sin llegar a disparar sobre la meta de Roberto, empezaban a rondar dentro del área pucelana antes de ver como Renato Tapia cometía un gravísimo error en el control del esférico. El peruano, como último hombre, perdía la pelota ante Guardiola obligando a Rubén Blanco a evitar el primer gol del partido. No acababan los sustos para los de Coudet ya que el Valladolid reclamaba un penalti sobre Olaza de Brais Méndez. La sala VOR indicaba que no había falta del canterano y los vigueses podían dejar de contener el aliento.

Coudet buscaba soluciones para un equipo espeso y lento. Decidía que Solari se fuese a banda izquierda devolviendo a Brais a su perfil natural. Los olívicos mejoraban, llegaban las primeras ocasiones de gol aunque seguían sin estar acertados  en el último pase. Medié Jiménez castigaba a Tapia con una amarilla, la décima de la temporada, cuando había sido permisivo con las continuas interrupciones de los jugadores del Valladolid. El pivote se pierde así el encuentro ante el Huesca del próximo fin de semana.

Ausencia total de fútbol

El encuentro discurría con un ritmo lento y espeso, ni Coudet ni Sergio daban con la tecla para imponer su pizarra. Los pocos desajustes pucelanos permitían que el Celta sumase una nueva ocasión de gol por medio de Hugo Mallo en el 38'. El encuentro se asemejaba demasiado al duelo de Mestalla, en la que el Celta no contó con Aspas y Brais, que en los primeros 45 minutos apenas tuvieron opciones de aparecer sobre el césped de Balaídos.

El plan del Celta de Coudet no variaba en la segunda mitad, tampoco lo hacía el partido. De hecho era el Valladolid quien era capaz de rondar el área defendida por Rubén Blanco. Nada funcionaba en el cuadro vigués lo que obligaba a Coudet a cambiar sus piezas. Jordan Holsgrove y Miguel Baeza entraban por Denis Suárez y Solari.

Falta al palo y gol de Orellana

Pudo cambiar el partido si Aspas hubiese tenido un poco más de fortuna en su lanzamiento de falta. El moañés estrelló el balón en la cruceta de la portería de Roberto en el minuto 58. Ni los cambios mejoraban a un Celta que sufría con la internadas de Olaza y Plano. El atacante visitante rozó el gol en el 65' un gol que llegó poco después en una contra que no supo tapar el Celta.

Weissman era el encargado de realizar el primer disparo tras recortar a Aidoo, que había entrado al campo por un lesionado Araujo. El remate del israelí era despejado por Rubén Blanco pero el rechace era recogido por Orellana, el exceleste no perdonó y puso el 0-1 en el electrónico de Balaídos en el 70'. Un encuentro en el que el Celta solo había gozado de una ocasión clara de gol en un libre directo botado por Iago Aspas.

Coudet se jugaba el todo por el todo con Ferreyra por Aarón Martín. El equipo se precipitaba en cada ataque, no era capaz de trenzar una sola jugada de gol y la desesperación aparecía en la cara de Aspas, que al igual que sus compañeros, cuajaba un mal partido.

Murillo obra el milagro

Tras el gol de Orellana los de Coudet fueron incapaces de acercarse a la meta de Roberto hasta el descuento, donde en los últimos 30 segundos en una falta botada al área Murillo volaba sobre el resto para poner el balón en el fondo de las mallas. El Celta evitaba caer derrotado en un mal encuentro en el que era capaz de salvar un punto a balón parado.