Se cumplen 15 años de la final de Copa ganada en La Cartuja
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Los precedentes hacían pensar que no se conseguiría. Lo cierto es que el Celta de Vigo había terminado la temporada muy fuerte y tenía un equipo plagado de estrellas. Jugadores como Gustavo López, Catanha, Karpin o Mostovoi. Y también dos leyendas vivas del Real Zaragoza: Fernando Cáceres en la defensa y Víctor Fernández en el banquillo. Era la final de la Copa del Rey del año 2001. El escenario elegido era el estadio de La Cartuja, en Sevilla. Días antes, la prensa nacional se había encargado de recordar que los vigueses eran los favoritos para llevarse el título.
En frente se plantaba un Real Zaragoza con Luis Costa en el banquillo. Entre sus jugadores, un Xavi Aguado que jugaría su última final con el equipo de sus amores, que formaba pareja de central con el, ahora, entrenador de moda del fútbol español: Paco Jémez. En el once varios jugadores para el recuerdo zaragocista como Juanmi, en la portería, el 'Toro' Acuña, Juanele o Paulo Roberto Jamelli. En el banquillo, esperando sus minutos en la primera parte, jugadores como Yordi -mítico delantero blanquillo- un jovencísimo Cuartero o Ander Garitano.
El partido, ciertamente, empezó de la peor manera posible... A los cuatro minutos de partido, el ruso Mostovoi superó a toda la zaga blanquilla -aquel día de avispa- y ajustó el balón al palo derecho de Juanmi haciendo un gol de bellísima factura. Jarro de agua fría y mazazo para las aspiraciones aragonesas. Pero cuidado. Todavía quedaba mucho partido por delante. El camino recorrido no había sido sencillo y no se podían bajar los brazos al primer revés. Y es que los de Luis Costa había eliminado a Eibar, Beasain, Murcia, Racing de Santander y Atlético de Madrid. No podía quedarse a las puertas.
Aguado, elevado a los cielos
Después del gol, pareció que el Real Zaragoza empezó a encontrarse más cómodo. El Celta, también, pero quizá eso le hizo pecar de un exceso de confianza, dejando demasiada libertad a los blanquillos. Pero no fue ni por combinación, ni por jugada individual, ni por contragolpe como llegó el empate del equipo aragonés. Fue a través de un testarazo inapelable de Xavi Aguado. El capitán zaragocista dejó el mejor recuerdo posible de su carrera con un remate impecable elevándose más que nadie en un córner cuando corría el minuto 24 de la primera mitad. Solo 20 minutos después, el equipo aragonés volvía a entrar a la guerra.
Y esta vez sí que aprovechó cada una de sus ocasiones. Porque en el minuto 38, poco antes del descanso, consiguió darle la vuelta a la tortilla con un gol de esos que llamamos psicológicos. Un penalti claro sobre José Ignacio -que, por cierto, comete Berizzo, ahora entrenador del Celta- le sirvió al brasileño Jamelli para batir a Cavallero, arquero argentino del Celta, que veía como primer invitado cómo la ventaja de su equipo se esfumaba al descanso.
La sentencia de Yordi
La segunda parte no fue, ni mucho menos, cómoda para el equipo aragonés. Pero supo mantener el tipo. Supo achicar en las ocasiones de peligro del Celta y aprendió a sufrir en momentos determinados. El Celta, con más corazón que oficio, se topó con la zaga 'avispa' y no pudo marcar el que hubiera supuesto, por lo menos, el gol del empate.
En ese descontrol de segunda parte, Pablo fue expulsado en el minuto 92 de juego, con mucho descuento todavía por delante. El aficionado del Real Zaragoza ya se mordía la uñas... y los muñones. Pero en ese momento apareció aquel delantero que, si bien no guardaba mucho estilo, era eficaz y efectivo de cara a puerta. Poco ortodoxo, sí, como el gol que marcó aquel día. Pero lo cierto es que tras caer, hacer la croqueta y volver a levantarse, puso el 1-3 definitivo demostrando que el Real Zaragoza tenía mucho que decir. Ya lo dijo algún periódico aragonés al día siguiente: "Ibais de gallitos y os encontrásteis con los leones".