La nueva faceta de Alberto Zapater
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Una cuenta pendiente con Zapater
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El incierto futuro de Zapater
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Zapater prueba el banquillo por primera vez
"Llevaba años esperando en este momento. No he dejado de ser jugador del Real Zaragoza. Lo he seguido, he visto los partidos. Lo que más ilusión me hace es hablar en el campo". Lo decía Alberto Zapater en su presentación, allá por junio de 2016. Poco después afirmó que pensaba "25 horas al día en el Zaragoza".
Palabras con las que describía su hambre de comerse el césped, de sentir el zaragocismo tras más de diez temporadas como jugador profesional. Después de las palabras, llegó la hora de trabajar: a sus 32 años, ha seguido superándose, aprendiendo y batiendo sus propias marcas. Un ejemplo a seguir para los canteranos que se traduce en números: la pasada campaña jugó más partidos que en cualquier otro año de su carrera profesional; este, con cuatro, ha sido su año más fecundo en cuanto a goles.
Una nueva faceta que agrada a todo el clan zaragocista: pocas cosas sientan mejor en La Romareda que celebrar un gol del capitán y cantar acto seguido "Zapater te quiero...". Pequeños placeres de la vida... Ni en su primera etapa en el Zaragoza, ni luego en el Genoa, el Sporting Portugal o el Lokomotiv había marcado cuatro goles ligueros en una temporada.
Real Oviedo y Huesca (golazos de falta), Alcorcón y Albacete han sentido el aguijón del ejeano está temporada. Los dos primeros, tras una esplendida ejecución de un lanzamiento de falta, arte que ya mostró en el ascenso de 2009 en un partido contra el Hércules en La Romareda. Contra el Alcorcón, un buen gol con el interior desde la frontal del área le dio un punto a su equipo. Su último tanto, el del Albacete, fue un prodigio de llegada, fuerza y calidad. El ejeano rompió la línea de cinco de los manchegos con un gran desmarque y definió con maestría ante Tomeu Nadal.
Datos llamativos, pues el año pasado no anotó ningún gol en los 42 partidos que jugó (disputó todos los minutos de la temporada). Este año, con su nueva posición de interior, bien protegido por su escudero Íñigo Eguaras, llega con más alegría a la portería rival y abarca más campo. Una suerte que el zaragocismo espera seguir disfrutando durante lo poco que resta de temporada.