El gol más recordado por Cedrún fue ante el Albacete
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Cristian Álvarez, jugador de la jornada
El próximo fin de semana el Albacete visitará el estadio municipal de La Romareda. Un duelo que durante las últimas temporadas se ha convertido en habitual dentro de la dinámica de LaLiga 1|2|3, pero que enfrenta a dos equipos con pasado en la máxima categoría, en la que protagonizaron numerosos duelos durante la década de los 90.
Fue aquella época el esplendor de ambos equipos, pese a no compartir objetivos. Mientras los aragoneses paseaban su juego con éxito por Europa, el equipo manchego, de la mano de Benito Floro lograban alcanzar la Primera división por primera vez en su historia. Se convirtió entonces el Albacete en uno de los equipos más carismáticos de la competición, con un fútbol atractivo que solía poner en problemas a los grandes de la competición.
Un grande como lo era el Real Zaragoza en la temporada 1993/94. Por entonces, el conjunto albaceteño contaba en su banquillo con el uruguayo Víctor Espárrago, que años más tarde se sentaría también como local en La Romareda. El equipo aragonés, dirigido por Víctor Fernández, firmaba una temporada brillante, 3º en la competición doméstica y campeón de la Copa del Rey que le abriría las puertas de la Recopa una campaña más tarde.
Sin embargo, aquella campaña también es recordada por un gol. Uno de los dos tantos que recibiría el equipo blanquillo en su visita al Carlos Belmonte de Albacete. Un partido que dominó el conjunto aragonés, que abriría el marcador a la media hora por mediación de Gay. En la reanudación anotaría Zalazar una falta directa para poner un empate que quedaría desecho poco antes del final.
Lo hizo con un gol, posiblemente el más tonto que recibiría Andoni Cedrún a lo largo de su carrera y sobre todo, el más recordado por el portero vasco. Un balón rebotado que tomó altura y que el guardameta no supo atajar, permitiendo que mansamente se colara en su portería (ver aquí). Un tanto que habitualmente recuerda el mítico portero con el buen humor que le caracteriza y que quedó para la historia de los duelos entre Real Zaragoza y Albacete.