Otra bofetada del Granada... y de nuevo la angustia
Y de nuevo, el drama vuelve al Real Zaragoza. El equipo aragonés salió de Los Cármenes con los bolsillos vacíos y, lo que es peor, cara a cara con el descenso. Ahora está a cuatro puntos y urge reaccionar ya... cosa que no pasó en Granada. El equipo nazarí se encontró con un gol cuando mucha gente aún andaba por los vomitorios y ya no soltó la ventaja. Como siempre, el Zaragoza dominó y tuvo ocasiones claras sin acierto; atrás, el tanto rival llegó a balón parado. Pasan las semanas y los mismos errores de siempre clavan cada vez más al conjunto blanquillo (ayer de fosforito) en la cruz de las mazmorras de la Segunda.
A diferencia de lo que viene siendo habitual, el partido comenzó siendo un monólogo del Granada. Cuando aún había gente limpiando los asientos para acomodarse, Montoro ya había disparado desviado y los nazaríes habían disfrutado de dos córners. En el segundo, llegó el 1-0. Vadillo centró al corazón del área para que Germán marcara de cabeza. Cristian, cegado por el sol, hizo la estatua. El rojiblanco, eso sí, entró demasiado solo. Rodeado de gente pero en solitario. Dorado, Nieto y el petrificado Cristian eran algunos de los que salían en la foto del gol.
El encuentro se le puso en chino al Zaragoza en la medida en que el Granada se empezó a hacer grande. Ellos estiraban y moldeaban el partido a su gusto y el balón era suyo. El Zaragoza de apaños ante las lesiones corría y corría sin encontrarse. Se mascaba el drama. Hasta que Pombo decidió interrumpir el monólogo andaluz. El canterano soltó un trallazo asesino desde su propio campo que Rui Silva despejó con apuros. Hubiese sido uno de los mejores goles de los últimos años para el Zaragoza...
Reacción blanquilla tras el dominio local
Como por arte de magia, el Zaragoza se vino arriba. Le vino bien esa maravilla de Pombo que asustó a todo el estadio. Era el minuto 20 y las cosas se equilibraron. Un carrerón de James en el 24 con el balón pegado al pie, rompiendo líneas, acabó con el balón en los pies de Marc Gual, quien se revolvió bien y sacó un córner. El mismo Gual, tres minutos después, soltó un latigazo desde fuera del área que se fue al poste. El catalán empezó a rendir a un gran nivel a partir de ese momento, con buenos movimientos ante una defensa que no le terminaba de descifrar.
En la recta final de la primera parte, un Zaragoza muy entero buscaba el empate ante las contras andaluzas, capitaneadas por el talentoso Vadillo. Ojeda, Fede Vico y Rodri le ponían las cosas difíciles a la defensa cuando rompían la vigilancia de Ros, Zapater y Eguaras. Un centro de Zapater al que Gual no llegó por poco y Rui despejó con apuros fue la última acción ofensiva zaragocista del primer periodo. El Granada tuvo un disparó mordido de Rodri tras un jugadón de Vadillo y un delicioso pase al espacio de Fede Vico.
Falta de acierto aragonés
La segunda parte comenzó con dominio alterno y llegadas por partes de los dos equipos. Pombo, muy activo desde la izquierda, asustaba a su rival, mientras que el Granada amenazaba con castigar a la contra cualquier expedición zaragocista. A diferencia de en la primera parte, el dominio era aragonés. Sin embargo, Rui Silva intervenía poco. En el minuto 58, Marc Gual no le asustó con un tiro flojo y desviado. Tocaba y tocaba el Zaragoza pero el rival estaba bien plantado y no sufría en exceso.
El Granada también tenía lo suyo: en el 66, Azeez encontró al eléctrico Dani Ojeda en una contra. El rojiblanco se aprovechó de un vacío en la banda de Benito para ajustar un disparo que se fue fuera por centímetros. En el minuto 70 Víctor Fernández agitó el árbol para arañar un punto, primero con Aguirre por Ros y en el 81 con Pep Biel por Zapater. El Granada, parapetado atrás, se defendía con uñas y dientes. A seis minutos del tiempo de prolongación, Nieto disparó a bocajarro y el portero le sacó un paradón... anulado por una falta anterior. Poco después, Aguirre la tuvo y por desgracia no entró. Guitián centró desde su campo y el toledano quiso ajustarla demasiado al palo izquierdo del portero.
Con Linares en el campo por el desventurado Gual, el Zaragoza vio como se le moría en los brazos un partido terroríficamente conocido: el once condicionado por las bajas, el gol en contra a balón parado, las ocasiones falladas... y el Extremadura (descenso) a cuatro puntos. Da miedo ver que los mismos errores de siempre te mortifican semana tras semanas enterrado en la arena mientra sube la marea de la zona roja.