Roberto Martínez y la leyenda de los ‘Three amigos’

Volvió a Zaragoza Roberto Martínez. Lo hizo después de que hace 25 años abandonara la cantera del Real Zaragoza para emprender una aventura que le ha llevado hasta las cotas más altas. Agradecido en su vuelta, no pudo olvidar su tiempo a orillas del Ebro pese a haberse convertido en uno de los entrenadores más reputados del fútbol mundial.

Una historia que se inicia para el chico de Balaguer inmerso casi todavía en la infancia. Un jovencísimo Roberto Martínez abandonaba su casa en el pueblo ilerdense para trasladarse hasta la cercana Zaragoza, donde recalar en las categorías inferiores del club blanquillo. Con tan sólo 17 años tenía ocasión de debutar en el filial del Real Zaragoza durante la temporada 1990/91, equipo en el que se ganaría un sitio durante la siguiente campaña y se asentaría definitivamente en la 1992/93, en un plantel en el que destacaban los nombres de sus dos compañeros de aventura, Jesús Seba e Isidro Díaz. Aquella misma temporada, Roberto Martínez jugaría sus únicos minutos con el primer equipo del conjunto aragonés, de la mano de Víctor Fernández, debutaría en la última jornada liguera, en el Vicente Calderón.

Suerte que había tenido Jesús Seba algún tiempo antes, pudiendo incluso disputar y marcar en Copa de la UEFA, convertido en todo un ídolo para la afición aragonesa, que veía en Seba el paradigma del futbolista humilde que había sido capaz de superar todas las dificultades hasta hacerse un hueco en la élite. De los tres, el único que no llegó a vestirse la camiseta del primer equipo fue Isidro Díaz, que había llegado al filial tras una campaña en el Teruel.

La experiencia inglesa de los 'Three amigos'

En paralelo a la trayectoria de los tres jugadores de las categorías inferiores del Real Zaragoza, otra historia comenzaba a forjarse en las Islas Británicas. Concretamente en la localidad de Wigan. La ciudad, situada a mitad de camino entre Mánchester y Liverpool, era conocida por contar con el equipo de rugby más laureado del continente europeo, pero poco se sabía de su equipo de fútbol. Apenas nada hasta que en 1995 un exjugador, que había militado en el Blackburn Rovers a finales de los años 50, se hizo con la propiedad del club, el Wigan Athletic. Era David Whelan, cuya relación con la ciudad se reducía a haber adquirido años antes la tienda de pesca reconvertida en tienda de deportes JJB, con la que lograría hacer fortuna.

Sería precisamente el director de las tiendas en España, entonces Paul Hodges, el encargado de asomarse por la Ciudad Deportiva en busca de aquellos tres jugadores. Dicho y hecho. Una conversación que se tornó en oferta formal, un viaje a Wigan y aquellos tres futbolistas, Roberto, Jesús e Isidro, firmarían por un equipo de la tercera inglesa. Todo eso en un tiempo, 1995, en el que apenas había jugadores españoles jugando fuera y, por supuesto, ver extranjeros en la liga inglesa era otra gran rareza.

Durante seis meses vivieron en un hotel, convirtiendo en cuartel general un restaurante italiano de cocinero gallego, Ramón, en el que poder sentirse un poco más cerca de casa. Se mudaron después a un adosado, al que contaban que iban a visitarles los aficionados de vez en cuando, llamando a la puerta para conversar y tomar una taza de té. Los traslados los realizaban en coche, rotulado con el nombre del patrocinador, una forma en la que era imposible pasar inadvertido. Contaban entonces que incluso tuvieron un accidente al tomar las rotondas en sentido contrario.

Roberto Martínez, toda una vida en Inglaterra

La adaptación no fue fácil, ni dentro ni fuera del campo, pese a que los fans del equipo se afanaban en cuidar a sus ‘Three amigos’, acudiendo incluso al estadio ataviados con sombreros mexicanos, en recuerdo a la famosa comedia estrenada una década antes, protagonizada por Martin Short, Steve Martin y Chevy Chase. Así, Seba sería el primero en volver. Lo haría de nuevo al Real Zaragoza, aunque su carrera pasaría por Portugal, para acabar en equipos de 2ªB. Algo después lo haría Isidro Díaz, que pasó también por el Wolves y el Rochdale antes de volver también a España, un camino que nunca llegó a recorrer Roberto Martínez.

El catalán, que fuera máximo goleador en su primera campaña en el Wigan, consiguió el ascenso de categoría en la 1996/97, logrando también la Copa de la Liga en 1999. Marchó al Motherwell escocés en 2001 y jugó también en el Walsall y en el Swansea City antes de poner fin a su carrera como jugador en el Chester City, en 2006. Meses después, en febrero de 2007 volvía al equipo galés, entonces para tomar las riendas del equipo desde el banquillo e iniciar una carrera meteórica como entrenador.

El salto a los banquillos y el título con el Wigan

Con el Swansea logró el ascenso de categoría, pero el destino, siempre caprichoso tenía otra misión reservada para Roberto Martínez. El técnico se haría cargo del Wigan Athletic, ahora como entrenador, una vez se había completado el sueno de Whelan de alcanzar la Premier League. Martínez lograría mantener al equipo en la máxima categoría, alcanzando la gloria en la temporada 2012/13, en la que conquistó la FA Cup en Wembley frente al Manchester City. Tres días después, el equipo confirmaba su descenso de categoría.

Después, su paso por el Everton y su actual cargo, el de seleccionador de Bélgica, el mejor equipo del mundo según la clasificación que realiza la FIFA. Logros conseguidos por aquel Roberto Martínez, tan igual y tan distinto del chico que un día abandonó su hogar en Balaguer para apostar por el fútbol y recalar en el Real Zaragoza.