Míchel se da de bruces con la realidad de su Marsella
Después de una prometedora goleada en su debut en el banquillo del Olympique de Marsella, el entrenador español Míchel se topó anoche con la dura realidad de un equipo con serios problemas para crear juego y para batirse con intensidad.Enrique Rubio
La derrota frente al colista Guingamp (2-0) mostró al técnico las limitaciones de una plantilla que acabó la temporada pasada exprimida al máximo por Marcelo Bielsa y que ha sufrido bajas importantes en el mercado de verano.
"En esta semana hemos podido ver rápidamente de qué somos capaces, en lo bueno y en lo malo", reflexionó el entrenador madrileño tras el partido.
A lo largo de esta última semana, Míchel ha sido la auténtica estrella de la Ligue 1, en parte gracias al 6-0 que endosaron sus jugadores al débil Troyes y que disparó las expectativas.
No solo se ensalzaron sus habilidades técnicas: "L'Equipe" dedicó un amplio reportaje a analizar cómo el exentrenador de Olympiacos o Getafe cuida de su apariencia, frente a la imagen desastrada y excéntrica que solía ofrecer el chileno Bielsa.
Un estilista repasaba para el diario el "look" de Míchel, llegando a compararlo con George Clooney, aunque de poco le servirá ese protagonismo mediático si su Marsella no comienza a enderezar un rumbo que a estas alturas ya le ha complicado mucho la pelea por el título.
Si el año pasado el conjunto provenzal arrancó con ocho victorias en las diez primeras jornadas, las tres derrotas en cuatro partidos de esta temporada lo sitúan ya a una distancia considerable de seis puntos del París Saint-Germain, que podrían ser nueve si el club capitalino vence mañana al Mónaco.
Los males que acechan al Marsella son numerosos: su centro del campo -con dos viejos conocidos de la Liga española, Lass Diarra y Abdel Barrada- no carbura, sus jugadores de banda -el lateral derecho es propiedad del español Manquillo- no acaban de compenetrarse y, sobre todo, el equipo demuestra poca intensidad.
Míchel tiene ante sí, antes de nada, la tarea de devolver a los jugadores la fe en sus posibilidades, que quedó muy mermada tras la calamitosa segunda vuelta que protagonizaron el año pasado en el campeonato francés.
El madrileño lo sabe, y así lo reconoció en su análisis tras el partido de ayer: "Una cosa es la seguridad y otra es la confianza. Nos ha faltado la seguridad para jugar. La confianza no suele ser buena pero la seguridad sí, y hoy nos ha faltado".
La prestación de recién llegados como el mediapunta galo Cabella, el madridista Lucas Silva o Diarra deberá compensar además la ausencia de Gignac y Ayew, enseñas atacantes del Olympique la temporada anterior.
Con solo dos partidos al frente de la nave, Míchel ya sabe bien que le espera una complicada tarea si quiere devolver al Marsella a sus épocas gloriosas de los años noventa, cuando el dinero fluía de mano del empresario Bernard Tapie y el equipo se batía con los grandes de Europa.
