Fabio Aru, un escalador a la antigua en el ciclismo moderno

Fabio Aru (San Gavino Monreale, Cerdeña, 27 años), vencedor de la Vuelta 2015, se acaba de presentar en sociedad en el Tour de Francia. La Planche des Belles Filles, en los Vosgos, fue el escenario donde "Arrru", con tres erres, como estipula su apodo, mostró los poderes de un escalador a la antigua en el ciclismo moderno.Carlos de Torres
Fabio Aru debutó como profesional en 2013 y desde entonces su progresión, con algún altibajo, no se ha detenido. El ciclista sardo es un escalador a la antigua integrado en un ciclismo moderno marcado por el control y sin margen para aprender del error.
Aru se siente sardo hasta la médula, habla el dialecto y su apego a Cerdeña es total, por eso sufrió mucho cuando tuvo que dejar su isla para entregarse al ciclismo profesional
Su padre, Alessandro, es agricultor, cultiva melocotones, naranjas y mandarinas, y su madre, Antonella, es profesora. Tiene novia, se llama Valentina, quien acompaña a Fabio muchas veces en los entrenamientos.
'Arrru' (con tres erres) es el apodo que más le gusta. Se lo puso Anita Tirone, presidenta del Palazzago Fenice, equipo en el que Aru corrió como amateur. Se declara amante de las cosas sencillas como la cocina sarda o pescar lubinas y se considera un tenista frustrado.
Como muchos ciclistas de la ruta, Aru comenzó con la bici de mountain bike, a los 15 años, y también practicó ciclocross. A los estudios no se entregó a fondo y dejó los libros al acabar el bachillerato.
Aru se declara católico practicante y cuando puede va a misa. Si inclinación religiosa lo demuestra antes de cada etapa, cuando se santigua al banderazo de salida. La lectura le atrae y señala como autor favorito a su paisano Giuseppe Dessì.
Con la presión no tiene problemas, al contrario, le sirve como estímulo, y disfruta como nadie en las montañas. Como buen escalador le gustan los puertos largos, donde se levanta de la bici como la espuma, pero tampoco es explosivo.
Como muchos escaladores, su talón de aquiles es la contrarreloj es su asignatura pendiente, pero sabe que debe mejorar y sus resultados ya no le separan demasiado de los especialistas
Como juvenil y sub 23 le tocó emigrar a Bergamo. donde militó cuatro años en el Palazzago Fenice y dos en el Ponte San Pietro. Años difíciles lejos de la familia. Todos los días llamaba a su madre para superar una situación que a punto estuvo de abandonar. Al final, el esfuerzo valió la pena.
Sus cualidades no pasaron inadvertidas y le fichó su equipo "de siempre", el Astana, que le permitió debutar como profesional en 2013, con contrato hasta 2017.
Con el maillot celeste explotó en el Giro 2014 con el tercer puesto, solo superado por los colombianos Nairo Quintana y Rigoberto Urán. En la cima de Plan de Montecampione dejó su sello ganador.. Más tarde llegó a la Vuelta como jefe de filas del Astana y acabó en la quinta plaza tras ganar en San Miguel de Aralar y en Monte Castrove, en un mano a mano con Chris Froome.
En 2015 volvió al Giro y acabó segundo en el podio de Milán tras Alberto Contador, y brilló con dos triunfos en etapas de montaña en Cervinia y Sestriere.
En la Vuelta 2015 llegó la consagración de Aru con la camiseta del Astana. Su jefe de filas, Vincenzo Nibali fue expulsado de la carrera y el sardo quedó con los galones en exclusiva. Con Landa en el equipo, la estrategia del Astana en la Sierra de Madrid dinamitó la general en la penúltima etapa y destronó al holandés Tom Dumoulin.
Con "la roja" en el palmarés el próximo reto ya tenía nombre. Tour de Francia 2016, pero en la "grande boucle" no tuvo el estreno deseado. Llegó con grandes objetivos y acabó decimotercero tras un hundimiento en Morzine en la última semana de carrera. Cerró el año con una victoria en el Dauphiné.
Esta temporada empezó con ilusiones ante el Giro del Centenario, pero una lesión de rodilla le impidió disputar su carrera, que además empezaba en Cerdeña. Le sustituyó como jefe de filas Michele Scarponi, quien falleció atropellado por una furgoneta a punto de empezar la "corsa rosa". Dos reveses muy duros: la lesión, y, sobre todo, la pérdida de Michele.
Una vez recuperado de la rodilla volvió a la carga con ambición, se proclamó campeón nacional y apuntó al Tour.
Ya en Düsseldorf, y compartiendo los galones del Astana con el danés Jakob Fulgsang, vencedor del Dauphiné, el campeón italiano entró de puntillas en la periferia del sector favoritos. Segundo y tercero en el Giro y con la Vuelta en su palmarés, Aru pide paso.
Su examen lo tiene delante. Hasta el día 23 tiene para demostrar el salto de calidad que el ciclismo italiano espera de él como sucesor de Nibali. Su victoria en La Planche des Belles Filles, a lo grande, le permite cotizar al alza. Aru pide paso.