Alabanzas y problemas de Westworld
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*este escrito contiene spoilers
El pasado domingo concluía, con gran expectación, la primera temporada de uno de los más fulminantes éxitos de la televisión reciente: Westworld (2016-), que desde su estreno ha ido creciendo en seguidores por semana y cimentando una intrincada red de teorías por parte de los más acérrimos fans que han hecho seguro las delicias de HBO y los responsables de la serie, ya que una de las formas más eficaces en la actualidad de medir la buena recepción de una serie es comprobar la actividad online que se desarrolla alrededor de ella.
No sorprende, por tanto, saber que ya ha sido renovada por una segunda temporada que no veremos hasta 2018 -una producción de este calibre requiere su tiempo para estar lista- y que sus audiencias la sitúan como la primera tanda más vista de la historia del canal. Pero Westworld no es perfecta, ni mucho menos. Es intrigante, sofisticada y tiene muchísimos elementos que avalan su calidad. Pero también tiene serios problemas, la mayoría relacionados con lo mucho que pide del espectador para que todas sus piezas encajen y nada chirríe. Pues a este espectador, siento decirlo, le chirría Westworld.
PROBLEMAS
Antes de estrenarse y convertirse en ese éxito inmediato, la serie tuvo sus problemas. Tras un piloto que dejó a todos satisfechos, se concedió una temporada completa a los creadores Jonathan Nolan & Lisa Joy, que por el camino perdieron a la actriz Miranda Otto y reescribieron al personaje para la excelente Sidse Babett Knudsen. Después llegó la polémica sobre la desnudez que se exigía a los extras, lo cual se entiende una vez vista la serie, y el progresivo retraso de la fecha de estreno, que muchos pusieron a principios y mediados de 2016 antes de saber que llegaría finalmente en octubre.
Luego, en enero, se paró la producción durante dos meses para que los guionistas pudieran terminar de escribir la temporada. Vista la misma, se puede entender el parón. Y es que llega un punto en que Westworld ha liado tanto sus propias tramas que la necesidad de empezar a encajar las piezas hace que el equipo de lideran Nolan & Joy no pudiera sino empezar a hacer un encaje de bolillos. Esto es, cuadrar las tramas más por su conveniencia que porque esta sea la evolución natural de las mismas.
Las pertinentes elipsis (de William/Jimmy Simpson a William/Ed Harris) y las sobreexplicaciones -Anthony Hopkins tiene varios largos monólogos- empezaron a abundar en esos últimos episodios cuya escritura necesitó un parón de dos meses. Aunque no se puede afirmar con seguridad, da la impresión de que las prisas llegaron a la sala de guionistas de Westworld, que temieron no poder tocar todos los puntos que querían en el vibrante desenlace de temporada, cuya reseña ofrecemos aquí y que cómo bien se apunta revela personajes desaprovechados, y comenzaron a forzar un poco las cosas. Eliminaron personajes a mansalva y tupieron los capítulos con flashbacks y revelaciones que lleven hasta la aterradora imagen que despide la decena de capítulos.
No tiene sentido enumerar uno por uno los puntos criticables de la función, pero es necesario destacar que estos existen y que se pueden detectar si nos hacemos preguntas de lo más sencillas respecto a la lógica de los acontecimientos. Está claro que algunos de estos son deliberados y puede que obtengan respuesta en la nueva temporada, pero otros no. Otros son el resultado de la conveniencia de los guionistas, y son una falta de respeto al espectador.
ALABANZAS
A su favor se pueden apuntar también varias cosas. En primer lugar el excelente trabajo de un reparto cuya presencia en los próximos Globos de Oro, Premios de la Unión de Actores (SAG) y Emmy está garantizada, al menos en las figuras del oscarizado Anthony Hopkins, Evan Rachel Wood, Ed Harris, Jeffrey Wright y Thandie Newton, con algunos de los roles más lucidos y explorados de la función. El resto de los intérpretes de Westworld también cumplen muy bien -la nombrada Babett Knusen o Shannon Woodward merecen ser destacadas-, pero quedan más deslucidos en la comparación.
Por supuesto, no podría ser menos en una producción de HBO que además cuentan que ha costado 100 millones de dólares, el nivel de producción es impecable, tanto en la parte práctica como en los trabajos digitales y de efectos especiales de la post-producción. Junto a esto, la voluntad por ofrecer un espectáculo tan entretenido como inteligente, que plantee cuestiones profundas sin dejar de ofrecer escenas de acción, peleas y sexo.
Pero afortunadamente es la complejidad la que gana la partida, porque Westworld es pedante, dicho esto en el mejor sentido. Porque habla de la humanidad y de nuestras debilidades de forma nada obvia, porque sus diálogos tienen interesantes dobles sentidos y plantea la pregunta de la posibilidad de la consciencia de las Inteligencias Artificiales.
Y al final funciona porque tiene un misterio dentro que queda resuelto satisfactoriamente, porque resulta que la rebelión de los robots fue activada por humanos ególatras y porque ofrece varios niveles de sentido que piden a gritos un nuevo visionado. Y además es capaz, aunque cogiendo atajos, de crear un final con cliffhanger emocionante y consecuente, de esos que se quedan en el recuerdo.