Los aleatorios poderes de Bran en Juego de tronos
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*este escrito contiene spoilers*
Con el final de temporada todavía fresco en nuestra memoria, y digiriendo especialmente ese poderoso cliffhanger, la séptima temporada de Juego de tronos (2011-) ha llegado a su fin. Y deja por el camino tanto críticas feroces como momentos espectaculares, escenas de gran fuerza con encaje de bolillos narrativos que dan un poco de vergüenza ajena. Uno de esos mayores problemas de guion reside en el uso de las habilidades de Bran como el Cuervo de Tres Ojos, y lo más curioso es que el problema viene potenciado por los propios guionistas.
Cuando Bran le ha dicho o demostrado a varios personajes repetidamente cómo funcionan sus visiones, qué implica según sus propias palabras el poder ver todo lo que ha pasado o está pasando, los guionistas de Juego de tronos están abriendo una peligrosa puerta argumental cuyo destino no puede ser sino la incongruencia. Porque la única manera de afrontar esa trama es o bien con todas sus consecuencias -Bran lo ve todo así que nada puede sorprenderle-, acotar su poder con alguna explicación o explicar que el personaje está deliberadamente reteniendo esa información.
El peligro de una crítica como ésta es que quizá la octava y última temporada de Juego de tronos revele que de hecho Bran está guardándose ciertos hechos por algún motivo concreto, pero por el momento no lo parece. La idea que han transmitido estos episodios es que la utilidad del personaje ha sido puramente instrumental, un elemento unidimensional que descubre sus secretos de manera puntual y sin aclarar especialmente las cosas. Que la última temporada traiga concreción, o toda su existencia como personaje -tiene sueños con el cuervo desde el segundo episodio de la primera temporada- habrá sido decepcionante.