¿Exagerados o acertados? Analizando el declive de El cuento de la criada
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* este escrito contiene spoilers sobre El cuento de la criada *
La tercera temporada de El cuento de la criada (2017-) terminó hace unas horas, poniendo punto y final a una tanda de episodios que ha recibido el mayor número de críticas de la serie hasta la fecha. Para muchos/as está sucediendo lo que pasa con muchas series en la actualidad, que pierden el norte en su interés por alargar una historia en base a su éxito.
Y es que en 2017 El cuento de la criada fue toda una revelación que caló hondo en los espectadores, que arrasó en el mundo de los premios y logró integrarse en la sociedad coincidiendo con el auge de la ultraderecha y la limitación de los derechos de la mujeres.
Aunque ya la serie tuvo sus detractores desde el principio, principalmente por su tratamiento del feminismo y la problemática racial, las tintas se han ido cargando con el paso del tiempo. La segunda tanda, que se expandió de 10 a 13 episodios, empezó a ser atacada por su regodeo en el dolor y sufrimiento de los personajes sometidos, además de la apuesta estética de la cámara lenta y las miradas a cámara de la inmensa Elisabeth Moss.
En la tercera, la gota que ha colmado el vaso para muchos/as ha sido que la trama se haya enquistado en algunos episodios, o directamente que su recurso a lo impactante (el incendio, los asesinatos... la violencia, en definitiva) se haya comido el resto de elementos.
La serie es peor que al comienzo, en eso hay acuerdo universal, pero quizá sea por la simple razón de que sostener la calidad en 33 episodios es más difícil que en 10. En lo referente al resto, el tono se ha mantenido, su apuesta por el riesgo continúa y su capacidad de emocionar hasta el límite también.
¿Exagera la gente entonces? ¿De verdad no pasa nada en los episodios? Aunque es innegable que el tiempo se ha dilatado en algunas partes para encajar los golpes de efecto en determinado episodio, los guionistas han seguido profundizando en la psique de los personajes.
El capítulo flashback de Lydia o el reencuentro entre Emily y Sylvia, con su complicada nueva dinámica, son bienvenidas adiciones a lo relatado, aunque pausen la revolución de Gilead. Pero es que si estás viendo sólo El cuento de la criada por la revolución de Gilead, no estás asimilando bien la serie y su apuesta por el desarrollo dramático de los personajes.
¿Acierta la gente entonces? En el frente racial, sí. El problema del 'feminismo blanco' de El cuento de la criada ha sido más evidente que nunca en esta tanda. La subtrama de Natalie, una joven afroamericana, como criada chivata y finalmente llevada a la locura ha sido una evidentemente desafortunada elección. Someter a un personaje negro a ese infierno revela una sensibilidad nula, por mucho que luego Moira sea de nuestros favoritos.
Además, el montaje de las Martas librándose de un cadáver mientras June duerme, que pretende ser una loa a la eficacia de la red de amas de casa que visten de verde, resulta más bien una evidencia de los problemas del proyecto. June crea un problema y otros se ocupan de él, porque a la privilegiada persona caucásica siempre le sonríe la suerte.
En resumen, El cuento de la criada está en declive, pero al arriba firmante no le parece de tal magnitud como se ha dicho. Eso sí, quizá los creativos deberían plantearse pronto cerrar la historia, antes de que dicho declive sea más pronunciado.