Todas las miradas se centran en él: el líder del Atlético
Cuando el 0-2 de Hugo Duro para el Valencia CF al borde del descanso, con Mario Hermoso incapaz de despejar, primero, e interponerse, después, con José María Giménez de un lado a otro sin rumbo, retrató el momento del Atlético de Madrid, que no tiene defensa, nadie intuía todo lo que sucedió después, cuando Yannick Carrasco y Ángel Correa lideraron la rebelión del conjunto rojiblanco, que, metro a metro, instante a instante, gol a gol, creyó algo en lo que no había creído antes, culminado con el 3-2 de Hermoso en el minuto 93.
Fue la apoteosis de la grada, de los 44.999 espectadores que acudieron al estadio Wanda Metropolitano, que ni imaginaban un desenlace así al descanso, cuando el Atlético naufragaba sin solución, ya con más goles en contra entre todas las competiciones de los que recibió en toda la temporada pasada en 18 partidos más, 38 a 37, hasta que Matheus Cunha marcó el 1-2 en un remate a balón parado, en un saque de esquina, pero, sobre todo, hasta que Carrasco asumió el peso de la reacción.
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— Atlético de Madrid (@Atleti) January 22, 2022
Quería cada balón, atrevido, desbordante, con ese carácter que tantas veces se ha puesto en duda sobre él. "Es increíble. Es un jugador muy importante para nosotros. Nos pone muy contentos al nivel que está y esperamos que siga así porque lo necesitamos así de fuerte", remarcó Ángel Correa, el autor del 2-2 en el minuto 91, sobre el extremo internacional belga, que transformó el extremo izquierdo en una pesadilla para el Valencia hasta el definitivo 3-2 de Mario Hermoso, señalado en los dos primeros tantos rivales y héroe a última hora.
En la primera vuelta, el Valencia igualó un 1-3 en Mestalla en el tiempo añadido. Este sábado fue al revés, el Atlético se levantó de una derrota segura entre el 91 y el 93.
Al término del encuentro, Simeone no fue corriendo al vestuario como otras noches. Se quedó en el campo para abrazar uno a uno a sus jugadores, como ha ocurrido otras veces en triunfos así, de tanta transcendencia como éste, tan necesitado como era para el equipo.
No es un triunfo más. Tres victorias en sus anteriores diez encuentros eran un peso insoportable para el Atlético, que resiste en la deriva, enfrentado a las circunstancias y a sus errores defensivos, tan insistentes que señalan una y otra vez a su retaguardia, porque no es una cuestión del colectivo, sino un asunto individual. Una mala decisión, un mal despeje, un nivel inferior, una lectura errónea del momento, un desajuste... Como otras antes veces ocurrió ante el Valencia. A veces en solitario (Mario Hermoso), a veces en combinación (Hermoso y Giménez). Fue el enésimo despropósito, pero esta vez reaccionó en otro ejercicio de fe, liderado por Carrasco.
El equipo que ha construido sus mejores noches, sus mayores elogios y sus títulos desde la consistencia atrás es víctima precisamente de su defensa en esta temporada. Hay datos que reflejan con claridad su herida más visible, aunque haya otras muchas más en su juego (su salida cuando un rival lo presiona, su nula fluidez en la transición, su ausencia de ocasiones, su incapacidad para dirigir el juego al área, donde Luis Suárez es más letal...). En 30 partidos ha encajado 38 goles. En 48 el pasado curso recibió 37.
Su promedio es aún más impactante: 1,26 de goles por partido. Jamás tuvo una media de un tanto por duelo desde que lo dirige Simeone. La peor de ellas, que data de 2019-20, fue de 0,86. La mejor, en 2015-16: 0,53.
"Yo creo que puede que haya falta de motivación de los jugadores. Lo digo en el sentido que estén pensando en otra cosa cuando están jugando el partido, porque calidad tienen, son grandes futbolistas y son grandes profesionales. Debe ser alguna cosa que están bloqueados y no entran muy bien en el juego, pero yo creo que este equipo tiene todavía muchas tardes de gloria esta temporada", dijo Enrique Cerezo, su presidente, a 'Movistar' antes del inicio de un partido que relanzó al Atlético de Madrid. ¿Un punto de inflexión?
Las medidas ante la crisis habían surgido desde toda las perspectivas.
Justo en este momento, el Atlético jugó con la cuarta equipación completamente roja y el escudo tradicional, tan reclamado por un sector de la afición. "El escudo no se toca", gritaron desde la grada de animación antes del comienzo del choque, mientras lucían las banderas con el emblema clásico del club madrileño.
Y justo en este momento de tantas dudas, más insistentes que nunca en la década que lleva en el banquillo del Atlético, Simeone hizo un llamamiento indudable a la unión y a sus seguidores para promover el mejor ambiente posible ante la depresión de la actualidad. La afición respondió de principio a fin... Y el equipo también. A última hora.