La defensa no funciona... y la portería se autolesiona

El Deportivo completó un partido calamitoso ante la Real Sociedad en Anoeta que expuso con claridad la incapacidad del conjunto blanquiazul para defender dignamente. Ni el cuarteto defensivo estuvo a la altura, ni los pivotes ayudaron, ni los extremos ayudaron a achicar agua y ni mucho menos Rubén Martínez mantuvo el tipo bajo palos.

El arquero de Coristanco cometió un error de bulto en el segundo tanto anotado por los hombres de Eusebio: un libre directo ejecutado por Illarramendi desde unos 35 medios para el que colocó dos hombres en la barrera. La pelota superó a la pareja deportivista, y el arquero, ante un lanzamiento no excesivamente potente, no pudo oponer resistencia. Una nueva pifia que aumenta la desconfianza hacia una posición sin dueño.
El abultado tropiezo no solo se explica por el incomprensible desacierto de Rubén en esa acción, sino también por las facilidades que día tras día este equipo concede a sus rivales. El Deportivo permite a sus oponentes apurar línea de fondo con una tranquilidad inusitada, favoreciendo centros al área que a posteriori no consigue despejar con contundencia.
Nueva pifia de Rubén bajo palos y misma sangría defensiva
Los centrales no se entienden entre sí, los laterales barquean, los extremos no ayudan en labores defensivas y los mediocentros no taponan las vías de agua por el sector central. La situación es tan insostenible que el cuadro coruñés ya acumula 51 goles encajados en 22 partidos, cifra histórica en lo negativo.
Han ido entrando y saliendo nombres y a buen seguro que Koval disfrutará de minutos contra el Betis, si es que Cristóbal Parralo o el nuevo cuerpo técnico que llegue deciden darle una vuelta de tuerca más al rompecabezas de la meta coruñesa. Es el último clavo ardiendo al que se agarra el equipo en esta cuesta abajo imparable que, de no ponerle freno rápido, acabará con la entidad en la segunda categoría del fútbol español.