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El sueño de un niño sevillista
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El sueño de un niño sevillista

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Dani Herrera
Joaquín Caparrós y Jesús Navas en uno de sus primeros entrenamientos con el primer equipo.
Joaquín Caparrós y Jesús Navas en uno de sus primeros entrenamientos con el primer equipo.

En el mundo hay miles de países y millones de ciudades, pero difícilmente podremos encontrar una tierra donde guste más la dualidad que en Sevilla. Aquí aún no has nacido y ya te han elegido equipo de fútbol o hermandad. En Sevilla, su gente es del Sevilla Fútbol Club o del Real Betis Balompié. En Sevilla, te tira más la Esperanza Macarena o la Esperanza de Triana. No podemos evitarlo, somos así de intensos. Es un sentimiento que viene inculcado por nuestros mayores, los que desde que eres un niño te dejan una herencia que, si la sientes con el corazón, te acompañará ya hasta el fin de tus días.

La tradición de jugar a la pelota en las plazoletas está muy ligada a Sevilla en particular y a Andalucía en general. Quizás esa sea la clave para explicar el éxito que tiene nuestro fútbol, el talento que derrocha nuestra tierra. Campeones del mundo, leyendas que han batido todos los récords posibles en el fútbol nacional e internacional. Desde muy temprana edad ya estás pateando un balón y soñando con ser algún día como tu ídolo, que por supuesto no es ni Leo Messi ni Cristiano Ronaldo ni Vinicius Júnior. Es tu jugador favorito del Sevilla o del Betis.

Imagina por un momento ser ese niño que empieza a jugar al fútbol en la plaza de un pueblo sevillano, sentir que te encanta correr detrás de la pelota y soñar con convertirte en futbolista profesional el día de mañana. Imagina fantasear con defender la camiseta del equipo de tu ciudad, de tus amores. Ese al que esperas ansioso mientras vas toda la semana al colegio, deseando que llegue el domingo para volver a reencontrarte con él. Coges tu bufanda, te pones tu camiseta, agarras de la mano a tu padre e inicias el camino hacia el estadio. Si pierde te enfadas como el que más, pero si gana eres el niño más feliz del planeta.

A continuación, imagina dar el salto al primer equipo tras años en la cantera. Ahí aprendiste a honrar el escudo, pero aún no tenías la repercusión mediática. Solo unos pocos privilegiados vieron tus comienzos. Y te asientas en el primer equipo. Ya eres uno de los canteranos más prometedores de la carretera de Utrera. Todo sin hacer el más mínimo ruido, alejado de los focos, de los tatuajes, de los peinados extravagantes y de los coches de alta gama. Con los valores que te habían inculcado desde pequeño. Y así llegas a convertirte en el dueño de la banda derecha del estadio donde hace no mucho te sentabas en sus gradas mientras el fútbol español alucina con tus cualidades. "¿Ese chaval de dónde ha salido?", se preguntaban ojeadores de media Europa.

Jesús Navas en un Valladolid-Sevilla FC de la temporada 2004/05 (Foto: Cordon Press).
Jesús Navas en un Valladolid-Sevilla FC de la temporada 2004/05 (Foto: Cordon Press).

Imagina ahora que tu equipo lleve más de cinco décadas sin celebrar un título. Tu abuelo te había contado lo que fue ganar algo, pero tú ni te lo imaginas porque lo veías como algo impensable, solo alcance de los más grandes. Y, de repente, comienza contigo la época más dorada de la historia de tu club de siempre. Ganas una Europa League. Y una Supercopa de Europa. Y otra Europa League. Y una Copa del Rey. Y una Supercopa de España. Y otra Copa del Rey. Ese niño que jugaba al fútbol en una plazoleta de un pueblo sevillano ahora es uno de los estandartes de un equipo campeón con todas las letras.

Tras años escribiendo la que a la postre sería la historia más bonita jamás contada de un futbolista en Nervión, recibes la llamada de la selección española para representar a tu país haciendo lo que mejor sabes. Otro sueño hecho realidad. Por si fuera poco, vas a Sudáfrica a jugar tu primer Mundial y te vuelves con la copa más preciada bajo el brazo participando en el gol más importante de la historia de un país. De Los Palacios al olimpo del fútbol mundial.

Sergio Ramos y Jesús Navas, celebrando el Mundial de 2010 (Foto: Cordon Press).
Sergio Ramos y Jesús Navas, celebrando el Mundial de 2010 (Foto: Cordon Press).

Pero un grande del fútbol inglés quiere sacarte un billete de avión solo de ida a Mánchester y sabes que el final de tu primera etapa en casa está cerca. Tu club pasa por un mal momento a nivel económico y, aunque no estás muy convencido, pones rumbo hacia la fría Gran Bretaña. El idioma y el clima no son un problema porque allí vas a jugar al fútbol, que de eso vas sobrado. Y te conviertes otra vez en campeón, esta vez de Inglaterra. Eres feliz, pero sabes que como ganar un título con tu equipo de siempre no hay nada. Tu contrato se va acabando y llega el momento en el que solo piensas una cosa: regresar a casa.

Cumples un nuevo sueño y vuelves al lugar donde fuiste más feliz, al sitio de donde nunca te debiste ir. El Sánchez-Pizjuán, abarrotado. Tu afición, llenando el estadio. Solo para volver a verte enfundarse su camiseta. La roja y la blanca. Y llega el momento de convertirte en el primer capitán del equipo de tus amores. Partido tras partido, disfrutando y, casi sin darte cuenta, eres el jugador con más encuentros de la historia del club. ¿Creías que era imposible superar el sueño de este niño sevillista? Pues espérate, que aún quedaba levantar la copa que más alegría le ha dado a los tuyos con el brazalete de capitán puesto en tu brazo. De tus manos al cielo de Colonia.

Vas cumpliendo años y sabes que tu final como profesional está cada vez más cerca. Encima, tu club vive una crisis económica, institucional y deportiva nunca antes vista en lo que llevamos de siglo. Pero a ti aún te quedan fuerzas para sacar a tu Sevilla de la miseria y levantar la copa que te cambió la vida a ti y a tu gente una última vez. Un último baile en Budapest. Con una exhibición en la final y siendo nombrado mejor jugador de la competición a tus 37 años. Lo hiciste por los tuyos, porque se merecían vivir algo tan grande de nuevo antes de saborear el barro.

Navas, celebrando el título de la Europa League (Foto: Cordon Press).
Navas, celebrando el título de la Europa League (Foto: Cordon Press).

Este podría ser el relato ficticio de cualquier niño sevillista que fantasea con jugar algún día en el Sánchez-Pizjuán, pero es la historia de la vida de Don Jesús Navas González. Un duende, de Los Palacios, que tenía un sueño y que no paró hasta llenar las vitrinas del club de sus amores de plata. Se va la leyenda de las leyendas. Se va un trozo del escudo. Se va el jugador más importante de la historia del club. Se va contigo el Sevilla, porque el Sevilla eres tú. A ti siempre te sobró el fútbol y te faltaron las palabras, las mismas que ahora me faltan a mí para cerrar este artículo. Gracias por hacernos tan felices, Jesús.

Jesús Navas se emociona al ser sustituido (Foto: Kiko Hurtado).
Jesús Navas se emociona al ser sustituido (Foto: Kiko Hurtado).

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  1. yop

    Todo hijo de dios se retiro del Futbol. Pele. Maradona. y muchos mas, y llega la era de Jesús Navas. uno como el mas grande su humildad. Pero muy Grande. Desde su primer partido me enamoro y supe muy claro que seria muy grande, no era normal, volaba, flotaba sobre el balon, algo especial. Precentimiento muy claro. y asi fue. Le queda un año mas o dos, pero cada dia le cuesta mas dar el máximo y sabe que tiene que dar el paso al lado, y dejar otras perlas.se va por la puerta, no grande la puerta de una catedral y mas grande. Hemos tenido tres grandes juntos. Puerta, Navas ,Sergio Ramos. Siempre estarán en lo mas grande.

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