Demolición, traslado, accesos y regreso en 2027: los planes del Betis con La Cartuja y el Villamarín

La mejoría económica fue uno de los objetivos trazados por Ángel Haro y José Miguel López Catalán cuando se hicieron cargo del Real Betis Balompié, y atendiendo a las cuentas que presentará el consejo de administración en la próxima Junta General Ordinaria de Accionistas del 17 de diciembre, al menos el primer paso en este sentido está dado. Para los próximos, el proyecto necesita de una piedra angular que es, sin lugar a dudas, la remodelación del estadio Benito Villamarín, santo y seña del beticismo.

Se trata del proyecto estratégico de cara al futuro de la entidad, que daría un salto de calidad en ingresos siguiendo la tendencia de los grandes clubes del fútbol europeo, y que posibilitaría al Betis aspirar a cotas prácticamente nunca alcanzadas en la historia verdiblanca.

El plan del Betis está claro. La financiación con Goldman Sachs está cerrada, el asunto de los permisos va viento en popa, y la idea del club es la de demoler la grada de Preferencia en cuanto pueda, el día después de que acabe LALIGA EA Sports si es preciso. Se hará dinamitándola, por cierto.

De hecho, ya en marzo se iniciará el traslado al Estadio de La Cartuja de las oficinas y los departamentos administrativos del club, donde estarán las próximas dos temporadas. El equipo, en principio, no lo haría hasta el mes de septiembre de 2025, ya que está previsto solicitar a LaLiga que los partidos del mes de agosto se jueguen fuera de casa, norma habitual para los clubes con estadios en obras. Solo para jugar los encuentros oficiales, claro, salvo algún entrenamiento suelto que pudiera celebrarse en el que será el escenario de los partidos.

Las quejas de los vecinos

Dentro de los muchos inconvenientes que se suceden en una obra de estas dimensiones, quizás el que más está llamando la atención es el de las quejas de los vecinos de los barrios colindantes. En el Betis defienden que el estadio va a tener actividad durante todo el año, pero que no se va a convertir ni en un centro comercial, ni en una instalación permanente de conciertos. “No es un Bernabéu”, argumentaba este viernes Ramón Alarcón en una comparecencia ante los medios desde el propio Benito Villamarín.

El club no puede ni quiere asumir el coste del terreno de juego retractil que sí existe en el estadio del Real Madrid, ya que no lo ve rentable, y así se lo ha expresado a los vecinos en algunas de las ocasiones en las que se han reunido. La valoración del Betis en estas reuniones es que los vecinos parecían convencidos.

"No es un Bernabéu", argumenta Ramón Alarcón ante las quejas de los vecinos sobre la construcción del nuevo Benito Villamarín

La calificación como edificios singulares en la que el Ayuntamiento de Sevilla ha introducido a los tres grandes estadios de la ciudad -La Cartuja, Benito Villamarín y Sánchez-Pizjuán-, refuerza la idea del Betis. Ya que el proyecto está muy por debajo de la volumetría permitida en esa renovación del PGOU.

La Cartuja

El paso más importante será el cambio durante dos temporadas al Estadio de La Cartuja. La instalación, dependiente de la Junta de Andalucía, se está remodelando para eliminar las pistas de atletismo y convertirse, por fin, en un estadio de fútbol al uso. La obra va muy avanzada, y también el contrato del Betis con la gestión.

Preocupa, eso sí, la movilidad y el problema que ha supuesto históricamente desplazarse hasta La Cartuja para un partido importante, algo que ya vivieron los béticos felizmente en la final de la Copa del Rey de 2022. Existe un comité de movilidad, con la idea de mejorar esos accesos, entre otras cosas para que no peligre ser sede del Mundial 2030, y que incluiría la apertura de una zona que está muy limitada por las vallas que le rodean.

En el Betis entienden además como un problema el hecho de que en los alrededores del estadio no haya ningún tipo de establecimiento de restauración ni de ocio. Al contrario que en Heliópolis, eso repercute en que prácticamente la totalidad de los asistentes intenten llegar y salir a la vez de la zona, lo que dificulta muchísimo el acceso.

Para facilitar un esparcimiento horario que reduzca esos atascos, el club trabajará en una Fan Zone con empresas de restauración de la ciudad, algo similar a lo que se instala en la Plaza de España con motivo del Icónica Fest, con la idea de que el aficionado pueda acudir con tiempo y consumir en estos establecimientos a precio de calle.

¿Qué hará el bético?

A priori, el club cree que el traslado a La Cartuja le puede servir para aumentar los beneficios económicos, ya que la instalación que se construyó para el Mundial de Atletismo de 1999 cuenta con más posibilidades de ingresos. En concreto, contará el Betis con 70.000 asientos y 4.000 asientos Premium -más de tres veces más que el Benito Villamarín-, lo que debería repercutir en mayores ingresos por ticketing. Sería un avance a lo que el club espera ingresar cuando el estadio esté concluido.

Ante las situaciones vividas en otros traslados temporales de estadios, en el Betis tienen claro que el bético está hecho de otra pasta, y aunque hay cierta incertidumbre, la proyección es que sean muchos los que aprovechen estos dos años en un estadio de mayor capacidad para asistir regularmente a ver a su equipo, aunque se comprende que la magia de Heliópolis es muy especial para todos los béticos y eso será difícil de conseguir allí.

Si se aumenta el número de abonados, evidentemente será con condiciones, ya que el Benito Villamarín mantendrá prácticamente su número de localidades cuando vuelva a reabrirse al beticismo, si todo marcha bien, en septiembre de 2027.