Neon Blood: un agradable paseo noir y cyberpunk de pixel gordo

Neon Blood es la ópera prima del pequeño estudio indie madrileño ChaoticBrain, un proyecto que desde sus primeros pasos ya llamó la atención tanto de la prensa como de los aficionados, ha estado presente en ferias internacionales como GamesCom 2024 o hasta el TokyoGame Show y ha recogido premios como el galardón PlayStation Talents 2021 a la Mejor Narrativa o el Mejor Videojuego en WeirdFest 2024.

Su estética cyber-punk que recuerda a clásicos como Blade Runner y su llamativo apartado artístico retro, mezclando personajes en 2D diseñados con pocos pixeles con ricos entornos tridimensionales cargados de detalles, destaca desde el principio. Y este alucinante envoltorio esconde una aventura gráfica, con algunos ligeros toques RPG, que nos ha conseguido enganchar y apreciar el trabajo de estos jóvenes desarrolladores cargados de ganas y muy buenas ideas. El título llega a un precio reducido a todas las plataformas y cuenta con ediciones físicas especiales para PS5 y Nintendo Switch de la mano de Meridiem Games.

Una ciudad decadente, un detective venido a menos

La aventura que nos propone Neon Blood bebe de clásicos como Blade Runner, pero también de títulos como Cyberpunk 2077 y está repleto de referencias a otros videojuegos de corte futurista, muchos de ellos juegos independientes españoles. Estamos en el año 2053, en la megalópolis futurista de Viridis, una enorme ciudad cargada de tecnología, brillos y neones, pero también repleta de oscuridad, bajos fondos y enormes desigualdades. En esta enorme urbe, dividida entre la decadente Blind City y la lujosa Bright City, se mueve el detective Axel McCoin, nuestro protagonista.

Neon Blood está cargado de tópicos de las películas de cine negro y cyber punk, pero esto no es necesariamente malo, al contrario, nos ha envuelto en una atmósfera familiar, reconocible y muy bien construida. McCoin es un detective venido a menos, ya algo mayor y bastante echo polvo, que parece que tuvo sus días de gloria hace ya tiempo, cuando se le consideraba el mejor poli de la ciudad. Ahora sufre lagunas de memoria, sus implantes cibernéticos están fritos y es adicto al Spark, una droga sintética que hace estragos en la ciudad y que le da la fuerza justa, entre dosis y dosis, para levantarse y acudir cada día a la comisaría.

Con este panorama intentamos lidiar con un típico día en la oficina, investigando el asesinato violento de un ingeniero de Nickorp, la enorme multinacional que provee los implantes que mejoran la vida y las capacidades de los habitantes con dinero en Viridis. Mientras McCoin lucha por intentar recuperar su memoria perdida, limpiar su embarrada reputación como policía y mantener a raya su adicción al Spark, irá tirando de un hilo que va mucho más allá de un puñado de asesinatos y que irá desvelando toda una trama de poder y corrupción que se extiende por la ciudad.

Busca pistas, reparte guantazos

Neon Blood es difícil de definir, pero el género al que más se aproxima es al de la aventura gráfica. Con nuestro detective podemos recorrer las calles de esta alucinante ciudad llena de personajes extraños y neones fluorescentes buscando pistas y hablando con muchos secundarios que nos irán ofreciendo información, muchas veces irrelevante, y algunas veces crucial para seguir nuestra investigación. No estamos ante un point-and-click, sino que tan sólo podemos movernos por el escenario e interactuar con los objetos o personajes destacados. Eso sí, McCoin cuenta con un escáner que nos permite resaltar huellas ocultas que nos marcarán rastros que podemos seguir u objetos con los que interactuar.

Con esto controles limitados tan sólo podremos seguir adelante, siempre en una dirección y activando una acción detrás de la otra. Los 'puzles', por llamarlos de alguna manera, suelen consistir en activar un mecanismo o hablar con algún testigo para activar el mecanismo siguiente o hablar con el siguiente secundario. De una forma muy lineal, muy lógica y nada compleja, iremos haciendo que la acción trascurra y la narrativa se nos cuente. El juego no cuenta con inventario ni acciones distintas a realizar, sólo hay que ir del punto A al punto B y dejar que la historia siga. Eso sí, podemos entretenernos a veces en recoger algunos recortes de periódicos repartidos por el juego (que nos ofrecerán algo de contexto a la historia de la ciudad), hablar con personajes y acariciar gatos.

Eso sí, en mitad de nuestras investigaciones, salpicadas de entretenidos diálogos donde las mordaces respuestas de McCoin nos sacarán alguna sonrisa, tendremos que dar algunas palizas. Y es que nuestro héroe es bastante propenso a la violencia y el juego introduce aquí un sistema de combate por turnos que nos recuerda a los viejos combates de los Final Fantasy clásicos. Sin demasiada profundidad, el juego pasa a un modo combate en el que podemos optar por defender, atacar y utilizar una serie de habilidades y objetos que nos permitirán atacar con diferentes opciones y porcentajes de acierto o aplicarnos curas para recuperar puntos de salud y mantenernos en le combate.

Hasta aquí el parecido a un RPG, porque en realidad nosotros no controlamos la progresión del personaje, sino que iremos obteniendo las mejoras de manera automática según avancemos en la historia. Al final, los turnos se resuelven por el azar de la tirada de dados de cada acción, por lo que viene a ser una lotería donde no hay táctica ni planificación de combate ninguna. Son combates muy sencillos donde a veces, si los dados no nos son propicios, podemos perder, pero si repetimos el combate enseguida veremos que la suerte cambia a nuestro favor y superamos el combate sin más complicaciones.

El combate es un bonito espectáculo, pero en realidad no aporta prácticamente nada al juego, ya que no tiene profundidad y no es más que una serie de turnos para apretar un botón y acabar lo antes posible para continuar la historia. A veces para terminar el combate con algunos enemigos importantes, el juego añade unos espectaculares quick time events, extremadamente sencillos de completar, donde McCoin despliega toda su violencia y el poder de sus implantes biónicos. Pero poco más.

Tanto la exploración, la investigación, los ‘puzles’ y el combate funcionan bien, pero se quedan en una capa muy superficial, que apenas aporta jugabilidad y que sólo parece una excusa para hacernos interactuar un poco y que Neon Blood no se quedara en una preciosa novela visual. Puede que el estudio no pudiera abarcar un gameplay más ambicioso y profundo, pero desde luego parece una oportunidad perdida en todos los elementos de juego.

Un apartado artístico sublime

Eso sí, en cuanto al apartado artístico, Neon Blood es una pequeña maravilla. La combinación de esos personajes en 2D de pocos píxeles en los entornos tridimensionales tan trabajados funcionan a la perfección. Los diferentes entornos, desde las calles de la ciudad de neón a los interiores de bares e instalaciones, pasando por oscuras alcantarillas o por la polvorienta ciudad de Dust City en mitad del desierto, son una auténtica maravilla cargada de detalles. Además, todos los entornos están cargados de vida, con decenas de personajes moviéndose por ellos o parados en algunos de sus rincones y esperando a que interactuemos con ellos.

El puñado de sprites de los personajes pixelados construyen unas animaciones toscas y artificialmente creadas para recordarnos a los juegos de 16 bits, que contrastan de manera increíble sobre unos entornos que parecen diseñados dos generaciones de consolas posteriores. El resultado es realmente brillante y es donde más brilla este juego, que lo acompaña con una banda sonora bastante decente, con momentos de melodías retrofuturistas cargadas de sintetizadores y otros de música rock más potente para los momentos de acción.  No hay voces y los textos se escriben en bocadillos sobre los personajes.

Meritorio, pero algo flojo

Neon Blood es una experiencia entretenida, que además narra una historia que, aunque algo previsible, se disfruta hasta el final. Pero es cierto que es tremendamente lineal y en realidad le pide muy poco al jugador. La historia puede completarse en unas tres horas y tan sólo nos vuelve a invitar a rejugarla para intentar recoger algún trozo de periódico que nos hayamos dejado en alguno de sus niveles. Está dividida en tres actos que, además, repiten localizaciones y algún puzle de manera un poco grosera para alargar la experiencia.

Nos hemos encontrado con algunos fallos menores en el juego, como algunas confusiones en los diálogos (bocadillos encima de algún personaje, pero con las líneas de texto de otro y alguna cosa similar) y, sobre todo, problemas con el movimiento de nuestro protagonista por los entornos (a veces te quedas atrapado contra un muro invisible y tan sólo hay una lata tirada en el suelo que te impide seguir). También, a pesar de la facilidad de sus puzles, algunas veces su resolución no es nada evidente y tienes que probar cosas de manera aleatoria para continuar.

Pero es cierto que el apartado artístico del juego es una auténtica pasada, todo un regalo para los amantes la estética pixelada y los ambientes noir y cyberpunk. Un gran trabajo de sus desarrolladores para ofrece unos entornos bellamente diseñados y unos personajes que, a pesar de estar compuestos de pocos pixeles, son muy expresivos y están cargados de carisma.

Conclusiones Neon Blood

A pesar de no ser un juego profundo y quedarse a medias en muchas de sus propuestas, hay que alabar el mérito y el esfuerzo de su joven equipo de desarrollo. Además, el juego está muy bien optimizado (quitando algunos pequeños fallos como los que hemos comentado, pero que no afectan de manera dramática a la jugabilidad) y completa una historia entretenida y cargada de mensajes. Una fantástica ambientación, un genial apartado artístico y una historia interesante, Y todo a un precio muy reducido.

Lo mejor

• El apartado artístico es brillante
• Los diálogos y personajes están muy bien construidos
• La historia es profunda y toca elementos muy interesantes

Lo peor

• Es muy lineal y muy sencillo de superar
• El sistema de combate es muy poco profundo
• Es una experiencia corta y algo repetitiva

60/100