Un Athletic excelso ante el Atlético debe sentirse reforzado para asaltar Roma

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El Athletic dio 3 postes en apenas 7 minutos de la segunda parte
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Ganar la Europa League y entrar en Champions son los objetivos
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La magia de Claudio Ranieri y las armas de la Roma ante el Athletic Club
Que no. Que no quiero volver a ver ni escuchar. Ni el partido del Athletic Club repetido, ni secuencias frente al Atlético de Madrid que me muevan al engaño o la ratificación. Cortes sesgados o el poste y el larguero temblando tras el castigo sutil de una cabeza, el empeine total de la bota de Iñaki Williams y esa 'bala perdida' que pudo matar a un portero y se fue a córner tras afilar la parte superior del travesaño. Que no. No estoy para cuentos. Si quieren que me duerma, acúnenme con la verdad. La del rival, la mía, e incluso la de aquellos que se sitúan en el medio, donde habita la virtud.
Eviten, pues, citar a Diego Pablo Simeone para rendirle cuentas al partido. El 'entrenador inquietante'. Ese hombre que, al final de la contienda, incapaz de empatizar, se abraza a sí mismo como si a Valverde lo estuviera saludando. Acababa de caer 'el mejor Athletic', y, cual si la derrota tuviera que ver con el infame ego que se gasta 'el padre de Giuliano', amén de la larguísima racha quebrantada, "rojo el hocico y pavorido, a sus negras entrañas el tirano".

En el luminoso, el [1-0] del Atlético al Athletic lo soportaba cual 'derrota dulce', pero 'victoria cruel'...
Nunca los leones habían competido de tú a tú hasta minimizar a un Atlético de Madrid que peleaba por el campeonato. Hoy, sí. Jamás lo había tenido tan claro
como en la noche oscura del foro. De haber ganado, el Athletic se habría metido de lleno en la pelea por el título liguero. Cuarenta y un años después. Si para la Copa, tanto tiempo, otro tanto para el entorchado de la regularidad. La Gabarra surcó la Ría el curso pasado. En este ejercicio liguero [2024 - 2025], remontarla por un doble motivo. Poder hacerlo, aún. Liga doméstica y Europa Ligue.
Porque el Athletic que exhibió Ernesto Valverde en la pasarela del Metropolitano fue un equipo íntegro, seguro de sí mismo, con ganas de comerse el mundo. Madrid. Kilometro cero. Donde Txingurri fue capaz de dibujar una 'Luna Gigante' allá donde la 'pequeña puerta del sol'. Salir derrotado y, sin embargo, haber ganado.
Dejarse los tres puntos para quitarse el miedo del cuerpo de una puñetera vez.
Si el equipo del 'hombre inquietante' se postula para salir campeón a pesar del sometimiento sufrido, qué es lo que falta, Ernesto, que la aventura falta para atreverse a llegar al final del túnel, y luego más.

Era un partido entre iguales, pero el Athletic ponía más. Ni un instante para la duda. Sí, en cambio, para la concesión. La de rigor. Como si fuera de recibo. Pase usted. Demasiada educación. Porque no era 'puente de plata', sino 'agua para el enemigo'. Premio para el que se lo había jugado todo 'al cero de su portería'. Castigo para el que intentó jugar a ganar con el pecho desnudo. Demasiada bondad, o exceso de ligereza. Fue marcar Julián Álvarez, y ordenar construir Simeone una muralla con todos los colchones.
Se creció el Athletic. Maneras y modos al alcance de un equipo grande. Este de Txingurri. Lo nunca visto en el feudo del Atlético. Negra allá como la muerte la figura de Simeone. El equipo que vive de la 'carroña'. 'Engordar para morir' habría sido lo justo y necesario para el advenimiento de un fútbol fresco, distinto, de verdad, o sea, el juego que el Athletic ponía sobre el verde.

Sucedió, en cambio, que así como en San Mamés lo que retumba es la madera de la txalaparta, en el Metropolitano fue la base del palo largo del esloveno Oblak la que silbó alentada por el testarazo sutil de Beñat Prados. Y de seguido, el travesaño, violentado por la bota hambrienta de Iñaki Williams. Y cuando pintaba que a la tercera sería la vencida, el chut, el rechazo, el alivio de un portero que se gira y exclama, "Madera, más madera". Luego de dieciséis partidos de liga sin conocer la derrota, la racha del Athletic se quebró en una noche injusta ante el equipo equivocado.
En lo que a mí respecta, la pugna del Metropolitano era la prueba de fuego para apostar y no quemarme. Medirse en duelo y no morir. Sin ampollas en las manos escribo. Vivo. Como el Athletic vive. Nunca un marcador resultó más engañoso. Ni tan. "Vivo porque debo ser más fuerte que todo dolor y todo sufrimiento". El dolor y el sufrimiento de una victoria soñada. Harro, Athletic: ni ere bai, harro.

Por mi corazón vuelve a pasar la música de la 'triki' de Kepa Junkera. Desde la calle me llega Coque Malla y su canción...
"No puedo vivir de un ti / no hay manera / No puedo estar sin ti / no hay manera". Tras el duelo nocturno librado en el Metropolitano, ganar, pronto o tarde, la Liga ha dejado de ser 'Quimera'. 'Una vía de agua, no más; emergerá la Gabarra: "Éste es el 'famoso Athletic', el 'famoso Athletic Club".
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista