12 de marzo de 2024, el día que Rafa Benítez pasó a ser historia en el Celta
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En 28 partidos de Liga solo había logrado sumar cinco victorias y nueve empates para hacer 24 puntos
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El mal juego del equipo, la nula confianza de la plantilla en su trabajo y el olvido al que sometió a la cantera fueron claves en su destitución
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El celtismo sueña con Europa: "Estoy en una nube con eso"
De la ilusión a la decepción más absoluta. Así vivió el Celta de Vigo y su afición la etapa de Rafa Benítez al frente del primer equipo. Fueron solo unos meses, suficientes para que la tan aborrecida 'maratón' de la que hablaba el laureado técnico madrileño terminase causando enfado y resignación en una amplia mayoría del celtismo. Hace un año Marián Mouriño decidía junto a la dirección deportiva destituir a Rafa Benítez tras caer en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid.
Era ElDesmarque quien anunciaba que Rafa Benítez estaba viviendo sus últimas horas como entrenador celeste. De julio, ya que el técnico retrasó su llegada a Vigo para poder tributar en Inglaterra en 2024, a marzo de 2025. Poco más de ocho meses en los que todo fue de mal en peor.
El técnico madrileño entró con el pie torcido en Vigo. Desde las primeras semanas su relación con los pesos pesados de la plantilla no fue el mejor. Nunca fue capaz de gestionar la importancia de Iago Aspas en el equipo. Retiró a Fran Beltrán el brazalete de capitán para dárselo a un recién llegado Carl Starfelt.
La ausencia de resultados, desde las primeras jornadas de Liga, fue mermando la confianza del equipo. Sus discursos en sala de prensa, carentes de cualquier tipo de autocrítica y con constantes alusiones a su palmarés e historial, acabaron por provocar hartazgo en un vestuario que dejó de creer en él a medida que avanzaba una temporada sin juego y sin victorias.
Su nula apuesta por la cantera, que se ha convertido en estandarte del actual Celta, también provocó un importante cisma en el celtismo. Rafa Benítez terminaba con una racha de 676 partidos de manera consecutiva con al menos un futbolista formado en A Madroa. El madrileño nunca fue capaz de entender la importancia que tenía la cantera en actual Celta.
Tampoco confiaba en los jugadores que iba moldeando Claudio Giráldez en el Fortuna y que, un año después, son una parte importante del primer equipo. Rafa Benítez aseguraba que el salto era muy grande de Primera Federación a Primera División. Hugo Álvarez o Hugo Sotelo apenas contaban para el entrenador.
Los malos resultados terminaron derivando en un juego cada vez más defensivo y cicatero. Los partidos eran aburridos, además tampoco había la tan deseada consistencia atrás. En 28 jornadas de Liga el Celta solo lograba 30 goles a favor por 43 en contra.
Los 24 puntos, con solo cinco victorias y nueve empates en 28 partidos, colocaban a los de Rafa Benítez al filo del descenso. Todos los síntomas del equipo eran negativos. Ni el vestuario ni la afición ni el club creían en Rafa Benítez.
El vestuario no creía en el trabajo de Rafa Benítez
En el vestuario, con algunos momentos tensos como los que se vivieron con Vicente Guaita, uno de lo fichajes solicitados por el propio Rafa Benítez, antes del partido ante el Cádiz, se entendía que no se estaban preparando de manera adecuada los partidos. Tampoco se estaba desgranando al equipo rival.
Las palabras de Rafa Benítez a su equipo, apuntando a que la mala situación clasificatoria estaba provocada en gran medida por los errores de los jugadores, no gustaron en una plantilla que veía que bajo la batuta del técnico madrileño el descenso era una posibilidad muy real.
La eliminatoria ante la Real Sociedad, un jarro de agua fría
La eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey ante la Real Sociedad supuso también una gran decepción en todos los estamentos del club. Cómo afrontó Rafa Benítez esa eliminatoria, dejando a Iago Aspas, Mingueza y Strand Larsen en el banquillo, no fue entendida por nadie. Era el partido más importante de la temporada y su apuesta por los menos habituales terminó con Balaídos silenciado desde el minuto uno.
Su contrato por tres temporadas, el mejor que ha tenido un entrenador en la historia del Celta, convertía su destitución en un problema económico para las arcas del club. Tras varias semanas con la destitución sobre la mesa fue el 12 de marzo cuando, pasado el mediodía, el Celta hacía oficial la destitución del entrenador madrileño.
Su destitución, el principio de una nueva etapa
Rafa Benítez no se tomaba bien la decisión del Celta. Se tardarían meses en cerrar un acuerdo económico. Su despedida en Afouteza fue igual de fría que la que le dieron sus jugadores en redes sociales. Solo Iago Aspas, como capitán del equipo, y Mihailo Ristic, con el que comparte agencia de representación, le dedicaron unas palabras.
Con el paso de los días y las semanas muchos integrantes de la plantilla empezaron a mostrar su falta de filín con un técnico que ahora es observador de la UEFA. Es casi imposible encontrar palabras de agradecimiento de los jugadores, todo lo contrario de los múltiples reproches que muchos de ellos deslizaron tras su salida.
Un año después no ha encontrado un nuevo equipo al que entrenar y que con su destitución se empezó a reconstruir, de la mano de Claudio Giráldez, un equipo que ha conectado con el celtismo por su apuesta por el buen juego y la cantera. 365 días en los que el técnico porriñés ha logrado salvar al equipo del descenso y situarlo en la lucha por disputar competiciones europeas.
