Misericordia con Nico Williams
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En estas fechas, en pleno parón de selecciones para el Athletic Club, éste con irrupción de Euskal Selekzioa incluida, y un regreso con 3 huevos de Luis Rubiales,... nos acordamos de cosas. Por ejemplo de algo que se repite verano tras verano y que de algún modo guarda relación con esta historia. Es la historia de dos hermanos. El mayor estaba cómodo haciendo lo que hacía y no se quejaba. El menor, por el contrario, quería ver mundo, y acabó pidiendo que alguien le diera una pasta gansa para dejar la casa paterna y largarse lejos. Pero al final le fueron mal las cosas, se le acabó el dinero y decidió volver con la cabeza gacha.
No, no hablo de los hermanos Williams, Iñaki y Nico, sino de la parábola del hijo pródigo tal como se nos cuenta en el evangelio de San Lucas. Porque verano tras verano el Athletic Club sube a presentar sus respetos a la basílica de Begoña, donde esta parábola resuena en muchas eucaristías.
En la Biblia, la historia del hijo pródigo es un ejemplo de amor y misericordia. Al ver llegar a su retoño extraviado, el padre ordena que lo vistan con buena ropa, le pongan un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Y que maten un cabrito y monten una fiesta. El progenitor sabe que los lazos de la sangre son más fuertes que cualquier circunstancia.
Si quisiéramos ver una semejanza con la situación de nuestro número 10, aquí habría algo con lo que identificarnos, porque tanto el Club como la inmensa mayoría de nosotros nos tomamos la noticia de su renovación veraniega con la alegría de la familia que se sabe completa y puede celebrarlo.
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Sin embargo, ahí se acaban los paralelismos y conviene dejarlo muy, muy claro. Porque en la parábola de Jesús hay un personaje que parece incómodo con el “regreso” del hijo pródigo: el hermano mayor, que reprocha a su padre que monten fastos para el otro: «tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos».
Este personaje NADA TIENE QUE VER con Iñaki Williams, y sí, mucho, con aquella parte de la afición que pareció indignada por lo sucedido o porque la pubalgia no le dé tregua o no opte por operarse ya en un quirófano y juegue infiltrado ante el Real Oviedo.
Como si su pretendida fidelidad al Club les diera carta blanca para decidir cómo debemos sentirnos al respecto, como si les otorgara la potestad de repartir carnets de buenos athleticzales.
Tal vez no vayan a cambiar nunca. En todo caso, recordemos con ellos la respuesta que el padre le da a su hijo mayor, a quien le dice: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado».
Y así, aunque Nico Williams JAMÁS ha estado muerto ni perdido, conviene celebrar una fiesta y alegrarse. Todos estamos invitados.
• Por Iñigo García Ureta, Escritor y Gestor de Contenidos