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Baloncesto Sevilla, crónica de una muerte anunciada: entre todos lo mataron y él solito se murió
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Baloncesto Sevilla, crónica de una muerte anunciada: entre todos lo mataron y él solito se murió

El baloncesto de élite en Sevilla puede haber muerto hoy (Foto: Betis Baloncesto).
El baloncesto de élite en Sevilla puede haber muerto hoy (Foto: Betis Baloncesto).
DMQ
Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

De no mediar un milagro burocrático en los próximos días, el Baloncesto Sevilla habrá consumado su defunción tras años de andar por el filo de la navaja. Entre todos lo mataron y él solito se murió. Un puñado de culpables, con diferentes cuotas de responsabilidad, ha tirado directamente a la basura casi cuatro décadas de historia. La denegación de las medidas cautelares solicitada por el club para poder unirse a la ACB como invitado por méritos deportivos propios supone el epitafio al despropósito de años que firman la crónica de una muerte anunciada.

Quien suscribe (y cualquiera que esté en el mundo) sabía que esto iba a ocurrir, si bien no de esta manera, tan zafia y grosera. Acostumbrado en los últimos tiempos al cuello blanco, desangra más aún el alma que la tumba se haya cavado con indumentaria de mecánico de apaños financieros. Que un Pepe Gotera del dinero cualquiera le ponga la tapa al ataúd no es sino fruto de un proceso que se ha ido cociendo a fuego lento desde el verano de 2014. Once veranos de sobresalto para aficionados y trabajadores que, si Dios no lo remedia, desembocan en una pena grandísima.

Afortunadamente hay ya otro club en la ciudad, con el corazón de la entidad primigenia, que aún puede devolver el baloncesto de élite a la ciudad. Veremos si resulta posible. Mientras tanto, el ajado pabellón de San Pablo recordará en sepia las glorias del antiguo Caja San Fernando: sus finales, las gradas temblando por llenos históricos, el orgullo de equipos de leyenda, la familia verdirroja de la abuela Satur…las camisetas de Raúl Pérez y Benito Doblado se doblarán de dolor arriba en el techo, añorando triples que retumbaban en un parqué mudado a albero. Un albero levantado por pies y manos de arte de Arkansas, Memphis, Lebrija y Ciudad Jardín.

La muerte tenía un precio: un euro

Pedro Fernández, presidente del Baloncesto Sevilla (Foto: EFE).
Pedro Fernández, presidente del Baloncesto Sevilla (Foto: EFE).

La muerte tenía un precio: un euro. Así se fue vendiendo y así se va a ir para el otro mundo. De saldo. Mucho más costó ponerlo en pie allá por 1987. Sevilla no tenía la simiente de baloncesto de otras capitales españolas. Imposible, siendo de las pocas ciudades del mundo con dos equipos de fútbol más que centenarios y crecidos en igualdad absoluta. El origen del Caja San Fernando fue artificial, sin contar casi con los que de verdad amaban el baloncesto por estos lares. Y eso lo pagó en muchos aspectos. No obstante, tuvo un mecenas fiel y generoso que lo ayudó a poner a Sevilla en el escaparate, el propósito de la institución que lo promovió y que también lo ha apoyado todos estos años.

Sinceramente, no sé si el dinero invertido merecía ponerse en esa cesta en lugar de en otras más necesarias para el ciudadano. Lo que sí sé es que aquel Caja hacía mucho más que brindar a muy buen precio el mejor baloncesto nacional e internacional a la capital y a la provincia. Su labor social trascendió los aros, y multitud de asociaciones benéficas y decenas de miles de niños pueden dar fe de ello.

Un epitafio a fuego lento desde el verano de 2014

Un buen día, el mecenas pasó a integrar la masa muscular de un mecenas mucho mayor que consideró que ya había sido bastante con lo hecho. En su descargo cabe decir que siguió apoyando al club y aún lo sigue haciendo. En su debe, que antes de regalárselo al Real Betis no debió permitir el esperpento de un mangante americano, respaldado por dos engañadores de raíz nacional. Un tipo histriónico que iba por el pabellón zumbándose los lingotazos de condumio en vaso de plástico camuflado como refresco y dejando sus flatulencias por doquier, mientras sus adláteres vendían humo de provincias.

El Real Betis se comió posteriormente un marrón que nadie quiso tragarse, eso es incuestionable. El precio, el apoyo del mecenas, las prebendas coadyuvantes y la creencia de que la marca Betis podía con todo lo facilitaron, eso también es puro evangelio. En su descargo, que lo intentaron y acabó costándoles un dinero curioso. En su debe, que de poco vale dejarlo al frente de un mequetrefe ególatra más pendiente de sus fantasías que de dejar gestionar a los que saben. Y menos aún traspasarlo luego a un estafador que ahora se encuentra en paradero desconocido, después de que vinieran a buscarlo a la oficina unos señores de Sinaloa la mar de amables; y, finalmente, a un fantasma que ha hecho ingeniería económica para poner el menor dinero posible y que ha terminado de convertir la entidad en un circo de tiktoks y bravuconadas con resultado de cierre.

"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo", relataba la prosa excelsa de Gabriel García Márquez en su impagable Crónica de una muerte anunciada. El día en que lo iban a matar, el Baloncesto Sevilla ya ni se levantó.

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  1. Salva

    Espectacular como siempre la prosa del maestro Delgado, voz más que autorizada y partícipe, de la historia de este club. Una pena enorme…

  2. Miguel Ángel

    Buenísimo Nacho. Una pena que esto acabe así.

  3. Pepe

    Decirlo mejor es imposible

  4. Jordan

    Decirlo mejor es imposible

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