LALIGA denuncia al Málaga CF por cánticos e insultos contra el Cádiz y el árbitro

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De "puta Cádiz, oé" a "písalo, písalo"
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LALIGA ha vuelto a poner el foco en La Rosaleda tras el partido entre el Málaga CF y el Cádiz CF, correspondiente a la jornada 6 de LALIGA HYPERMOTION. El organismo presidido por Javier Tebas ha denunciado ante la Comisión Antiviolencia la presencia de varios cánticos ofensivos procedentes de la grada malaguista. El objeto de estas proclamas fueron tanto el cuadro cadista como el colegiado, Jon Ander González Esteban. Estas expresiones, reflejadas en el informe que se remite de forma habitual, son un intento más para tratar de erradicar la violencia en el fútbol por parte de la patronal. Sin embargo, cada semana se suceden episodios en los campos de toda España.
Así las cosas, el responsable de LALIGA ha recogido cánticos como "puta Cádiz, oé", "gaditanos, hijos de puta", "eh, cabrón" o "árbitro valiente, valiente hijo de puta". También, "písalo, písalo" cuando jugadores rivales estaban tendidos en el suelo.
Cabe recordar que no es la primera vez que se dan situaciones de este tipo ya que la temporada pasada la afición malaguista se cebó con Javi Ontiveros. De este modo, todos los cánticos producidos fueron captados en los sectores 112, 114, 116, 220, 222, 224, 226, 228 y 230. Es decir, en Fondo Sur de La Rosaleda.
No solo en Málaga, los insultos son la gran asignatura pendiente

Cabe recordar que el Málaga CF ha llevado a cabo varias campañas de concienciación y ha llegado a pedir de manera explícita a sus aficionados que no insulten, aunque sea por miedo a las multas constantes que llegan a Martiricos.
Disfrutemos del #MálagaCádiz juntos 💙🤍 pic.twitter.com/aqRbcXDzlt
— Málaga CF (@MalagaCF) September 21, 2025
Los insultos en los estadios siguen siendo una de las asignaturas pendientes del fútbol español. Pese a las campañas de concienciación impulsadas por LALIGA, los clubes y diferentes organismos, todavía es habitual escuchar cánticos despectivos. Ya sean dirigidos a rivales, árbitros o incluso jugadores propios en momentos de frustración. Estas conductas, lejos de aportar al espectáculo, generan un clima de tensión innecesario. Aademás, empañan el ambiente familiar que se pretende consolidar en el deporte. De hecho, ofrecen una imagen negativa del fútbol, especialmente ante quienes lo siguen desde fuera. Un comportamiento que influye en los más jóvenes, que terminan normalizando comportamientos totalmente opuestos a los valores de respeto y convivencia que se deberían transmitir desde las gradas.