Possessor(s): un metroidvania demoníaco que no termina de poseernos
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Possessor(s) es un metroidvania ambicioso que seduce con su universo pero tropieza en su propia ejecución
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SHADE Protocol: un metroidvania que mezcla música, código y combate
Possessor(s) es la nueva propuesta de Heart Machine, los creadores de Hyper Light Drifter, que llega de la mano de Devolver Digital, y que nos invita a vivir un metroidvania con una intensa carga narrativa. En sus primeros minutos nos enfrentamos a una catástrofe interdimensional que desgarra Sanzu City, a una adolescente que pierde las piernas bajo los escombros y al asesinato de su mejor amiga a manos de un demonio. Toda una declaración de intenciones que marca el tono de un metroidvania oscuro, melancólico y lleno de violencia. Todo con un toque estilístico inconfundible y un mundo que destila personalidad en cada rincón.
Desde ese punto cero arranca un viaje de supervivencia, venganza y dependencia mutua. Luca, la protagonista, accede a un pacto desesperado con Rhem, un demonio herido que le ofrece reconstruir su cuerpo a cambio de que lo lleve de vuelta a su mundo. Así nace una relación incómoda que lo impulsa todo. Heart Machine ya demostró en Hyper Light Drifter y Solar Ash su habilidad para crear universos cargados de simbolismo, pero aquí apuesta por un relato más íntimo, sustentado en la tensión emocional entre dos personajes que no se soportan y que, sin embargo, se necesitan. Y aunque el juego no siempre mantiene el ritmo ni acierta en sus decisiones mecánicas, sí consigue dejar huella gracias a su atmósfera, a sus personajes y a una estética brillante.
Una alianza forzada que se convierte en el alma del juego
La narrativa de Possessor(s) es una de sus grandes fortalezas. El colapso de Sanzu City es el escenario de una tragedia compartida por humanos y demonios. Agradyne, la mega corporación responsable de los experimentos que abren la grieta dimensional, funciona como una alegoría del capitalismo depredador, explotando tanto recursos demoníacos como vidas humanas sin escrúpulos.
La relación entre Luca y Rhem evoluciona desde la desconfianza total hasta una conexión que mezcla humor ácido, trauma, rabia contenida y una vulnerabilidad. El juego refuerza esta evolución con recuerdos, conversaciones dentro de los puntos de descanso y pequeñas revelaciones sobre sus pasados, mostrando cómo ambos procesan la pérdida, el dolor y las ilusiones rotas. Es un vínculo complejo y muy humano, incluso si uno de ellos no lo es.
Las ilustraciones de los personajes son otro punto fuerte, combinando estética paranormal con toques estilizados que transmiten personalidad instantánea. Sin embargo, el reparto secundario queda algo desaprovechado. Aunque sus diseños llaman la atención, la mayoría aporta poco más que una pincelada de color al mundo.
Una ciudad laberíntica que a veces se convierte en un muro
Como buen metroidvania, la estructura del juego se apoya en la exploración, la obtención de habilidades y la apertura progresiva de rutas bloqueadas. Sin embargo, aquí es donde Possessor(s) muestra una de sus grandes grietas.
La ciudad de Sanzu es enorme, atmosférica y cargada de zonas con identidad propia. Desde oficinas derruidas a zoológicos retorcidos, pasando por autopistas suspendidas o laboratorios secretísimos, todo tiene un aire decadente que encaja perfectamente con la historia. Pero la forma en la que el juego bloquea el progreso puede resultar frustrante.
Es habitual avanzar durante minutos por pasillos estrechos, escaleras y zonas plagadas de enemigos para descubrir que te falta una habilidad concreta. Y entonces toca volver sobre tus pasos, no siempre con pistas claras. En algunos casos el juego llega a estancarse por completo, sobre todo cuando mecánicas esenciales como el uso del látigo para interactuar con paredes destruibles no están bien explicadas. Y el mapa no es nada claro y a veces no sirve de mucha ayuda. Esto puede provocar horas de retrocesos improductivos.
Combate: un sistema profundo que no termina de fluir
La base del combate es prometedora y muy variada. Luca puede equipar armas principales y secundarias, desde cuchillos hasta bates de béisbol o gadgets tan excéntricos como un ratón de ordenador o un teléfono móvil capaz de lanzar ondas de choque. Cada arma tiene combos específicos y puede mejorarse con affixes que añaden efectos pasivos muy útiles.
El látigo, además, sirve tanto para el desplazamiento como para traer enemigos hacia ti o impulsarte hacia ellos, generando encuentros dinámicos. El resultado es un sistema con claras influencias de juegos de lucha tipo plataforma, que permite cancelar animaciones, reposicionarte rápido y encadenar ataques espectaculares.
El problema es que todo resulta más rígido de lo que debería. Los movimientos carecen de fluidez y el sistema de esquive o parry funciona de manera irregular. En situaciones con muchos enemigos, la respuesta inconsistente del personaje puede derivar en muertes inevitables, acentuadas por la existencia del stun prolongado cuando te golpean en el aire. Enemigos capaces de encadenar proyectiles o armaduras pesadas pueden llegar a desesperar.
Aunque existe un modo fácil que suaviza la dificultad, el control sigue siendo brusco y algo torpe. Se disfruta, sí, pero también frustra con frecuencia.
Apartado técnico y artístico: belleza entre ruinas
Visualmente, Possessor(s) es un espectáculo melancólico. El contraste entre los personajes 2D y los escenarios 3D funciona de maravilla, y la dirección de arte apuesta por un estilo sucio, grisáceo y decadente que refuerza la sensación de un mundo roto y sin esperanza. Las panorámicas y zooms dan vida a los entornos y aportan una sensación de escala sorprendente para un juego en desplazamiento lateral.
La iluminación es especialmente cuidada. Cada zona tiene un uso del color muy marcado que potencia la atmósfera. Desde el brillo naranja de la brecha demoníaca hasta los laboratorios bañados en luces rojas, el juego tiene momentos visuales realmente potentes.
La banda sonora acompaña con un tono distópico y ambiental que ayuda a mantener la tensión emocional constante. No hay doblaje, algo que resta inmersión, pero los diálogos están bien escritos y el juego no depende excesivamente de escenas narrativas.
Un diamante en bruto que brilla pese a sus grietas
Possessor(s) es un metroidvania valiente, distinto y con una identidad muy marcada. Apuesta por una historia adulta, personajes entrañables y un mundo memorable. Su atmósfera, estilo visual y planteamiento argumental son realmente cuidados. Pero tropieza en aspectos clave como la fluidez del combate, la claridad en la exploración y algunos problemas técnicos. Además, no destaca en casi nada y eso no es bueno en un género saturado con tanta competencia.
Es un juego que recomendaría a quienes disfrutan de lo experimental, de lo emocional y de los mundos que cuentan historias solo con existir. También a quienes acepten cierta aspereza en el control a cambio de una experiencia distinta. Pero quienes busquen un metroidvania pulido, ágil y guiado pueden desesperarse en más de un tramo.
Plataforma analizada: PlayStation 5
Lo mejor:
- La relación entre Luca y Rhem, profunda y emocional
- Dirección de arte maravillosa, con iluminación y ambientes únicos
- Una narrativa profunda y bien escrita
Lo peor:
- Exploración confusa y un mapa que es un laberinto grustrante
- Combate rígido y con problemas de fluidez en situaciones intensas
- Algunos bugs y problemas técnicos que afectan al ritmo del juego
72/100