Protagonismo indeseado

Si por algo se puede caracterizar el partido que se disputó en Zaragoza puede ser por la mala actuación de los dos guardametas. Tanto Iván Cuéllar como Whalley no estuvieron nada afortunados en los goles de Roger y Bernardo.

Uno de los inconvenientes que tiene el ser portero es que si cometes un fallo en un partido, normalmente no hay nadie por detrás de tu posición para corregir el error. El de La Romareda fue un partido insulso con una grada despoblada por el fracaso del Zaragoza en la liga y con un Sporting que salió a verlas venir, en realidad los rojiblancos no se enteraron de la fiesta.
Con el equipo maño aportando el poco fútbol que se pudo ver sobre el terreno de juego, Cuéllar controló el balón fuera del área y Roger fue a presionar para intentar recuperar el esférico. Lo que el delantero no sabía era que el guardameta iba a intentar regatearle antes de golpear el balón. El exceso de confianza le salió caro a Cuéllar y al Sporting porque Roger fue más listo que el rojiblanco y le 'robó la cartera' para conducir apaciblemente el balón hasta golpearlo con suavidad al interior de la portería del Sporting. La acción fue tan ridícula como inapropiada. 'Pichu' pudo despejar con total normalidad o incluso haber enviado el balón fuera del campo en caso de haberse visto muy comprometido ante el rival.
El gol del Zaragoza subió al marcador y el luminoso no varió hasta que en el minuto 88 del encuentro Bernardo conectó un cabezazo en el área de Whalley. Al joven portero se le escurrió el balón entre las piernas antes de superar la línea de gol. Víctor Muñoz decidió darle una oportunidad al futbolista para dejar en el banquillo a Leo Franco. El jugador se mostró inseguro en algún disparo lejano que tuvo que detener en dos tiempos pero tampoco tuvo demasiado trabajo. El único borrón del partido sucedió a dos minutos para el final que significó el empate del Sporting. Por desgracia para ellos, la de Zaragoza no fue la tarde de los porteros.