Un pasito atrás y dos adelante
Sobre el Sporting de Gijón comenzaron a asomar oscuras nubes el día del duelo regional, en Soria fueron tres gotas las que sorprendieron al equipo recién salido de la peluquería. En El Molinón, frente al Lorca, se escucharon truenos procedentes de una grada que se empezaba a mostrar preocupada. En Pamplona fueron dos, los rayos que impactaron directamente sobre el equipo.
Se comenzaba a barruntar la llegada de una importante tormenta, que amenazaba con anegar el futuro rojiblanco, parecía el momento de tomar medidas, y Paco Herrera no tuvo dudas. Su experiencia en situaciones de inestabilidad futbolística le ha llevado a volver a la casilla de salida, a los cimientos, a parar el oleaje con un dique de hormigón, de hormigón armado.
Si a la argamasa avilesina, Sergio Álvarez, se le refuerza interiormente con una buena armadura de acero, Bergantiños, y tienes el tiempo y las condiciones necesarias para que fragüe, no habrá esfuerzo que no se pueda contener, no habrá base más sólida y resistente sobre la que construir. Algo parecido a eso debió pasar por la cabeza del arquitecto Herrera, ya en el verano.
Sobres esta base sólida, idea inicial puesta en práctica en la primera jornada en Alcorcón, el Sporting ha vuelto a ser el conjunto serio, seguro defensivamente, que construye desde la recuperación y que aprovecha su innegable calidad en ataque para ir sumando puntos sobre los que construir un puente que le lleve a la primera división.
Ese paso atrás, esa vuelta a los cimientos del proyecto, parece estar dando el resultado buscado y el conjunto de Herrera, retrocediendo, parece haber conseguido avanzar.
