Es hora de creer
Diego Aranbaltza, Periodista deportivo
Hay que confiar. Hay que volver a ilusionarse. Tras vivir uno de los veranos más agitados de su historia, el Athletic debe recuperar el espíritu que le permitió codearse con los mejores la pasada temporada. Es cierto que no se vive del pasado, pero me niego a pensar que todo lo que sentimos hace cuatro meses se ha borrado de golpe de nuestros corazones y sólo se mantiene porque está escrito en los libros que resumen lo que fue una gloriosa campaña, a pesar del agrio regusto que nos dejó la forma en la que se perdieron las dos finales.
Al Athletic de Bielsa está visto que le cuesta arrancar. La temporada pasada sólo pudo sumar dos puntos en los primeros cinco partidos pero luego no hubo forma de detenerle y, muy posiblemente, hubiera llegado a la Champions al final de Liga si por el camino no hubiera realizado auténticas exhibiciones en la Europa League, como las protagonizadas en las eliminatorias contra el Manchester United o el Schalke y el formidable partido de vuelta de semifinales disputado ante el Sporting de Lisboa en La Catedral.
Estoy convencido de que, de alguna u otra manera, esta temporada volveremos a soñar con el Athletic. Es cierto que mejorar o repetir los éxitos cosechados en la pasada campaña es muy difícil, pero el reto está ahí y hay plantilla para conseguirlo.
Por un lado está la Copa, la eterna Copa que algún día llegará después de jugar dos finales en cuatro temporadas. Luego la Europa League, donde los leones también tendrán mucho que decir. De primeras, ha tocado un grupo accesible y la capacidad que tiene el Athletic para jugar igual en San Mamés que lejos de La Catedral le convierte en un conjunto peligrosísimo en los cruces. Y, cómo no, está la Liga, competición en la que los leones se deben fijar en el cuarto puesto que da derecho a participar en la Champions. Tras Barcelona, Real Madrid y, ahora mismo, Atlético ¿es que el Athletic es inferior a Valencia, Sevilla o Málaga?
En cualquier caso y pase lo que pase, lo que está claro es que viviremos una temporada marcada por la salida de Javi Martínez y el caso Llorente. Por jerarquía y calidad, la marcha del de Aiegi es un duro hándicap para el Athletic. Su despedida “a la francesa” deja un hueco enorme en el equipo, que pierde a un central como la copa de un pino y un mediocentro excelente, con cualidades que van de un área a otra. No obstante, el Athletic siempre ha sabido mudar su piel y rehacerse cada vez que un futbolista importante ha abandonado su disciplina, y así será otra vez.
Y, en cuanto a Llorente, pues qué quieren que les diga. Su deseo de no renovar con el Athletic está ahí, pero es un activo fundamental del club y debe jugar porque tiene contrato en vigor, una buena ficha y una tremenda calidad. Sería un lujo dejarlo en la grada por mucho que nos duela que él no quiera seguir en Bilbao.
