Los padres de Beñat le acompañaron en un discreto segundo plano
Beñat Etxebarria se mostró en su reencuentro con su club de origen algo nervioso y emocionado, aunque camuflado en su timidez. Le escoltaron sus padres, que le escucharon en la habitación posterior de la sala de prensa. En un discreto segundo plano. El centrocampista se volvió a acordar de ellos: “Espero que sigan contentos”, lanzó.
El nuevo organizador rojiblanco atravesó el portón de Ibaigane a bordo de su BMV X1, veinte minutos antes de que arrancara su puesta en escena. Ya se sabía el camino y dónde suelen estacionar los jugadores del Athletic cuando acuden al Palacete. Inmediatamente detrás le siguió en su coche su agente, Vicente Biurrun, también conocedor de casa de su época de portero y ahora como asesor. De hecho, Etxeita y Balenziaga, los próximos en firmar, y el mismo Valverde, son de su despacho.
Apareció informal, como siempre, con atuendo moderno de una misma marca vaquera que le gusta tanto, con polo azul y jeans desgastados. “¿Luego las fotos, no?”, comentó educado a un par de fotógrafos que le aguardaban mientras subía las escaleras.
Ya en la mesa, lució un niki rojo de la marca Athletic. El volante de Igorre reiteró hacia sus seres más cercanos: “La verdad que mi madre siempre ha tirado y me ha querido allí y está muy contenta y el padre también y espero que siga así de contenta”, comentó con ironía.
Acudieron a su presentación media junta directiva, entre ellos los primeros espadas de Urrutia, Corres, Aldazabal y Uribe-Etxebarria. De nuevo en las escalinatas, tras ofrecer sus impresiones, posó con su nueva camiseta rojiblanca, sin número, aunque con su nombre estampado. Apretón de manos con el presidente y aplausos de medio centenar de personas que entraron y se mezclaron con la prensa y los reporteros gráficos. Beñat, abrumado, esbozó una sonrisa y saludó al respetable. Estaba ya relajado. Hizo el además con las manos de si ya bastaba de fotos, y se metió para dentro.
Beñat Etxebarria vuelve a Bilbao después de la cesión en el Conquense y sus cuatro temporadas en el Betis, arrancando desde su filial y catapultado a su primer equipo por su calidad técnica y por los apuros económicos de la entidad verdiblanca. Llega más maduro, con caché internacional, después de vivir experiencias enriquecedoras en el barrio de Bellavista de Sevilla, junto a su amigo Cañas. “Sigo siendo el mismo”, resumió el denominado Gattuso de Igorre.