La botella de champán de “PIRU”
Pintan oros. El Athletic está protagonizando una temporada espectacular y una justificada e indisimulada euforia se ha instalado entre sus socios y seguidores al ver cercana la posibilidad de lograr la segunda clasificación de su historia para la Liga de Campeones (en su actual denominación).
A las órdenes de Valverde, el equipo, tras unos inicios titubeantes (en su juego, que no en resultados), está sorprendiendo por su inesperado rendimiento y por su inquebrantable fe en sí mismo. Después de varios ejercicios de ensayo-error, “Txingurri” parece haber afinado la batuta y una suerte de simbiosis permite que todos aprovechen las cualidades de quienes tienen al lado para mejorar sus prestaciones y permitir que el conjunto tenga mayor valor que la suma de sus individualidades.
En su actual estado de gracia, el Athletic ha necesitado un poco más que la primera vuelta para sumar los 42 puntos que se marcan como objetivo para toda la temporada los equipos cuya aspiración es la permanencia. No es el caso del Athletic pero conviene que este dato permanezca siempre en el disco duro de los aficionados, aunque sea en la carpeta de “asuntos pendientes”.
Resulta pertinente recordar el hábito de “Piru” Gainza de descorchar una botella de champán al final de cada temporada para celebrar que el Athletic siguiera un año más en Primera División. Gainza, recordémoslo, ganó dos ligas y levantó siete copas como jugador por lo que la zozobra del descenso no formó parte de su bagaje futbolístico.
Sin embargo, alguien como él, vinculado directamente al Athletic desde que era pinche en La Basconia hasta su muerte, era plenamente consciente del milagro que supone que este club haya permanecido siempre en la máxima categoría, tan solo acompañado por Barcelona y Real Madrid.
Esto, que suena a letanía cansina a aquéllos que dicen ser del Athletic y defienden un cambio radical de rumbo en su filosofía para ser más competitivos, podría sonar a rancio, romántico y digno de tiempos en los que no existía el profesionalismo si no fuera porque la estadística se puede acotar mucho más: tan solo el mencionado trío de equipos ha mantenido la categoría desde la fundación de la Liga de Fútbol Profesional en 1984. Todos los demás han probado las hieles del descenso a Segunda incluyendo, por orden cronológico, el Valencia (85-86), el Sevilla (96-97 y 99-00), el Atlético de Madrid (99-00) y la Real Sociedad (06-07).
Lo más cerca que ha estado el Athletic de caer al infierno futbolístico fue el 17 de junio de 2007 ante el Levante, día en el que los aficionados entraron por primera vez en la historia del club en San Mamés sin saber si al salir sería un equipo de Segunda. No es mi intención ejercer de aguafiestas sino recordar cuáles son nuestras debilidades y amenazas ahora que han aflorado nuestras oportunidades y fortalezas. Porque ya se sabe que quien olvida su historia está condenado a repetirla.
Afortunadamente, el ciclo es ahora ascendente y esta generación ha demostrado que es capaz de reconstruirse y resurgir aún con más fuerza y entusiasmo tras perder piezas importantes de su engranaje.
Estoy seguro de que volveremos a celebrar títulos. Probablemente una Copa, puede que una Liga, cuando acabe la demencial dictadura de FC Barcelona y Real Madrid que degrada la propia competición, o por qué no una competición europea, ésa que acariciamos con los dedos hace menos de dos años.
Cuando llegue ese día, más que nunca, y aunque solo sea por honrar la memoria del gran “Piru”, deberíamos repetir el ritual y descorchar una botella de champán para celebrar que, un año más, el Athletic siga en Primera División.
Por Iñaki Duque Gurrutxaga, periodista
@DuqueJi
